Este Búho siempre ha sido un confeso admirador de José José. De los grandes cantantes de la canción romántica mexicana, nadie como él para encender la dinamita sensiblera de este columnista. Recuerdo que estaba niño en el colegio cuando escuché ‘La nave del olvido’, el tema que lo llevaría a ser un cantante reconocido en México, pero, ojo, no famoso. José José, con su voz, su presencia se volvería internacional en 1970 cuando participa en el Festival de la Canción Latina, que después se convertiría en el Festival de la OTI, con un tema compuesto por el gran Roberto Cantoral: ‘El triste’. La interpretación de José José fue extraordinaria, con un timbre de voz altísimo. Su padre había sido José Sosa, un famoso tenor de ópera, y su madre Margarita Ortiz, concertista de piano. Quedó en tercer lugar, aunque nadie recuerda el tema ganador, que perteneció a un brasileño. En cambio, ‘El triste’ se convirtió en un clásico de la canción romántica y fue grabado en ruso, hebreo, portugués, inglés y otros idiomas, pero nadie la cantó ni la llegará a cantar como el entrañable mexicano. ¿Por qué me hice hincha de José José? No lo iba a ser del disforzado Juan Gabriel ni del tío Marco Antonio Muñiz. José José no solo era un superdotado de la música, sino que, como escribiera el gran filósofo alemán Friedrich Nietzsche, era ‘humano, demasiado humano’. Se hundió en el alcoholismo. Anel, su segunda esposa, le dio dos hijos, pero el maestro ingresó a una vorágine de alcohol y otras provocaciones que lo obligaron a someterse a un internamiento. Corría el año 1977. Con una nueva disquera que confió en él, lanza ‘Reencuentro’, título preciso porque volvería a encontrarse cara a cara con el éxito. Los hits le vuelven a sonreír, como la estremecedora ‘Gavilán o paloma’ (‘Pobre tonto, ingenuo charlatán/que fui paloma por querer ser gavilán’), para todos los tramposos monses. ‘Buenos días, amor’ y ‘Amar y querer’ inician esa extraordinaria etapa, que se consolida con ‘Volcán’ y ‘Lo pasado, pasado’, por 1978, y las clásicas ‘Si me dejas ahora’, escrita por Camilo Sesto, y ‘La almohada’. El cantante llegaba a una nueva década en lo más alto, pero nuevamente vuelve a recaer en 1979.
Su disquera, con la que había hecho un contrato millonario, recurre a uno de los genios de la composición, Rafael Pérez Botija, que se encarga del LP ‘Amor amor’ (1980) y compone ese tema himno ‘Amor, amor’ (Si te pintas de cualquier color/no me llenes tu guarida/dame un poco de tu vida/dame un poco de tu ser), además de ‘No me digas que te vas’ y una versión en español del éxito de Rupert Holmes, ‘Him’. Pero aunque los triunfos en vinilo eran también fruto de los arreglos de la tecnología, no disimulan las decepcionantes giras ni el deterioro de su voz. Pero el maestro era idolatrado, el público estaba anonadado, vendía más que Julio Iglesias y ‘El Puma’ José Luis Rodríguez, con su ‘Pavo real’. Así logra una comunión única con el compositor de compositores, el hacedor de Raphael, el inmenso Manuel Alejandro. En 1983, esa unión ‘alumbra’ una joyita de la música romántica hispanoamericana: ‘Secretos’. Todas las letras eran de Manuel Alejandro y los hits se sucedieron uno a uno: ‘Lo dudo’, ‘El amor acaba’, ‘Voy a llenarte toda’, ‘Lágrimas’, ‘He renunciado a ti’. Como no podía ser de otra manera, fue el disco más vendido en la historia de México, más de dos millones de copias. Tal resultado, para un alcohólico con problemas de carácter y ego estratosférico, lo encaminó en una montaña rusa autodestructiva: Chicas malas, alcohol y drogas, la ‘santísima trinidad’ del fracaso o la muerte. Dejó a Anel y sus dos hijos con el pretexto de que su cuñado lo estafó. Comenzar a perder la voz, que para un cantante es como lo que dijo Maradona cuando lo sacaron del Mundial: ‘Me cortaron las piernas’. En 1998, una pléyade de los más insignes rockeros mexicanos y latinoamericanos grabaron un extraordinario ‘tributo a José José’, interpretando sus temas a su manera. Se hicieron versiones memorables de ‘Payaso’ (Molotov), ‘Amnesia’ (Control Machete), ‘Lo que no fue no será’ (El Gran Silencio) y otros artistas como Julieta Venegas, La Lupita, Moenia, Aleks Syntek y Café Tacuba.
Nuevamente me pregunto: ¿Por qué José José sigue atrayendo a jóvenes que hasta pueden ser mis hijos o nietos? Julio Iglesias tuvo arrastre hasta mi generación, pero hoy los muchachos conocen a su hijo. En cambio, hay juventud que consume la música del mexicano hasta en el mismo jirón Quilca. El cantante tiene una enfermedad terrible, pero desde aquí, consecuentemente, le digo: ¡Salud, maestro! Apago el televisor
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