Este Búho se sobrecoge con una noticia llegada de Hollywood: murió el actor James Caan a los 82 años en su casa de Beverly Hills. Pero para millones de admiradores y seguidores de ‘El Padrino’ (1972), Caan, en su papel de Sonny, el hijo mayor de ‘El Padrino’ Don Corleone (Marlon Brando), ya había sufrido una de las muertes más violentas e inolvidables en la historia del cine.
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Ametrallado con decenas de balazos en una solitaria garita de peaje de Long Island, por sicarios enviados por las enemigas cinco familias de Nueva York. No fueron muchos los minutos que estuvo Caan en pantalla en el épico filme, pero lo suficiente para meterse en la piel de Santino Corleone, el mafioso que ante cualquier provocación utilizaba la violencia mandando matar o atacando a puño limpio, como la paliza sangrienta que le propinó a su cuñado Carlo Rizzi, a plena luz del día y con niños de testigos.
Orgía de bestialidad callejera solo eclipsada por su muerte en la autopista. En cada entrevista siempre se llegaba al tema recurrente sobre su ‘asesinato’ en ‘El Padrino’. “Fue muy aterrador”, le reveló a la revista Variety. “Llevaba 147 ampollas de sangre encima y había 5000 en el peaje y la verdad es que solo lo hice porque había chicas bonitas en la grabación y no me iba a ‘chupar’ en el plató.
Recuerdo que A.D. Flowers (jefe de efectos especiales) me puso esos cables por donde iba a salir la sangre a borbotones y mientras me los ponía murmuraba para sí mismo que nunca le puso tantas ampollas de sangre a alguien en su vida. Le dije ‘¿Quieres callarte la boca por el amor de Dios?’. Afortunadamente solo lo hicimos una vez”.
O sea esa escena histórica se rodó en una sola toma. James nació en el Bronx, en 1940, de padres judíos emigrados de Alemania. Estudió en la Hofstra University y allí en una clase cambió su vida: empezó a picarle el bicho de la actuación.
Curiosamente, uno de sus compañeros de carpeta era Francis Ford Coppola, el director de ‘El Padrino’. Los puntos más altos de su carrera fueron desde 1970 hasta 1981, cuando estelarizó filmes con directores talentosos que lo llamaban después del éxito de la afamada cinta. Inclusive se dio el lujo de rechazar un papel protagónico en ‘La guerra de las galaxias’ y ‘Atrapado sin salida’, que catapultaron las carreras de Harrison Ford y Jack Nicholson.
Sin embargo, tuvo una década prodigiosa a partir del filme ‘Funny Lady’ (1975) con Barbra Streisand, la exitosísima y futurista ‘Rollerball’ (1975) de Norman Jewison, ‘Aristócratas del crimen’ (1975) del legendario Sam Peckinpah. Siguió con ‘Un puente demasiado lejos’ (1977) de Richard Attenborough, ‘Llega un jinete’ (1978) de Alan J. Pakula, ‘Capítulo dos’ (1979) de Robert Moore, ‘Los unos y los otros’ (1981) de Claude Lelouch, ‘Mi profesión ladrón’ (1981), notable ópera prima de Michael ‘Fuego contra fuego’ Mann, donde hace de un ladrón de diamantes.
Después de ese filme pasó por un terrible periodo de turbulencia a la raíz de la muerte de su hermana, que lo hundió en la depresión y en el abuso del alcohol y las drogas, alejándose de Hollywood por largos seis años. Pero como no podía ser de otra manera, fue su amigo Francis Ford Coppola quien lo rescató y lo devolvió a la vida convocándolo para que estelarice el filme ‘Jardines de piedra’ (1987), una película bélica con Anjelica Huston.
Sonny estaba de regreso. Pero las puertas de la fortuna le tocarían en 1990. Trabajaría en la millonaria superproducción de Warren Beaty ‘Dick Tracy’, con Madonna y Al Pacino, y a la vez aceptó protagonizar una película de bajo presupuesto, ‘Misery’, con una actriz gordita y desconocida, Kathy Bates. Lo único atractivo a simple vista era que el guion estaba basado en un libro de Stephen King, el mago del terror y el suspenso, y la dirigía el especial Rob Reiner (‘Cuando Harry conoció a Sally’).
MISERY
No pudo hacer mejor elección, pero sobre todo realizó una de las mejores actuaciones de su carrera, encarnando a Paul Sheldon, un famoso escritor de ‘best sellers’ en torno a un mismo personaje, una aventurera llamada ‘Misery’.
El novelista había decidido escribir sobre otros tópicos menos reiterativos. Pero una de las más fervientes fanáticas de ‘Misery’ era Annie Wilkes, una mujer solitaria, admiradora a morir de la saga literaria (extraordinaria en el papel de sicópata Kathy Bates, que ese año se llevó el Oscar a mejor actriz), pero por esas cosas del destino, el escritor viaja al pueblito de ella, alejado de la civilización, para escribir otra novela, pero tiene un accidente de carretera en un paraje solitario y Annie lo encuentra, lo salva y se lo lleva a su casa para curarlo.
Con las piernas rotas, el escritor debe lidiar con torturas psicológicas, como quemarle sus escritos, y físicas, golpearle con un fierro sus piernas quebradas cuando desobedece sus órdenes. Pero lo peor es que lo obliga a escribir una novela como la desquiciada desea que sea.
Su interpretación de impotencia, dolor y furia fue brillante y resultó una injusticia que no lo incluyeran en la nómina a mejor actor en el Oscar de ese año. De allí para adelante no paró de filmar hasta ‘Undercover Grandpa’ (2017). Pero a los 82 años estaba preparándose para participar en ‘Megalopolis’, la demorada película de Coppola. Lamentablemente, el director se quedó sin su entrañable amigo Sonny. Que descanse en paz. Apago el televisor.