Este Búho camina por las calles con los ojos bien abiertos y es evidente que los ánimos están crispados. “Señor Búho, ¿y usted como periodista ya sabe cuándo se acabará toda esta incertidumbre?”. Como ella, millones de peruanos se hacen la misma pregunta. Y por ahora no hay una respuesta certera ni oficial.
En un país democrático y con libertades, no se puede negar ni intentar callar el reclamo de la candidata Keiko Fujimori, quien ha denunciado irregularidades que la desfavorecen en las elecciones del último 6 de junio. Son diversas personalidades, incluso políticos que nunca han comulgado con la ‘China’, las que han respaldado sus acusaciones.
Una de ellas fue Lourdes Flores Nano, presidenta del Partido Popular Cristiano, quien aseguró que: “Mandé a realizar una pericia a las actas, y en una mesa de la provincia de Chota sería falsa. Y así se dan en otras mesas más en Cajamarca. No basta decir que las firmas son falsas, lo estoy demostrando con peritos grafotécnicos”.
Otro protagonista más enfático, y que incluso solicitó la nulidad de las últimas elecciones, fue Jorge Montoya, del partido Renovación Popular: “No creo que (las elecciones) hayan sido transparentes. Hubo una serie de irregularidades que no han sido casuales. Casual es cuando sucede algún evento aislado en tantas mesas como hay, que es lógico que suceda, pero cuando se repiten y son sucesivos en diferentes sitios ya da sospechas. Más prudente es anular esta vuelta que está tan accidentada y hacer otra completamente rápida y efectiva”.
Aunque la propuesta hecha por Montoya es inviable, según diversos especialistas legales, lo cierto es que la mitad del país tiene la impresión de que no fueron unas elecciones limpias, sino que hubo una ‘mano negra’ que maquinó desde las sombras.
Ante ese manto de cuestionamientos, es necesario y urgente que, en el tiempo establecido, el Jurado Nacional de Elecciones, presidido por Jorge Salas Arenas, resuelva todas las solicitudes del partido Fuerza Popular. Mientras no exista un pronunciamiento oficial de este organismo electoral, ninguna persona hace bien autoproclamándose o proclamando ganador a una u otro candidato. Estos actos, a la postre, generan enfrentamientos innecesarios entre buena parte de la ciudadanía, que se encuentra en las calles al pie del cañón.
Con un o una gobernante electo, sabiendo que cumplió las reglas del juego limpiamente y avalado por la máxima institución electoral, el reto será enrumbar nuestra economía, generar más puestos de trabajo, salvar las pequeñas empresas que hoy se encuentran agonizando, mejorar el sistema de salud y educación, frenar la violencia y, sobre todo, reconciliar a esa buena parte del país que ahora está enfrentada. Lo peligroso del caso es que se proclame presidente a alguien con el manto oscuro de haber ‘ganado’ haciendo ‘trampa’ o con ‘votos inflados’. Ese gobierno carecería de legitimidad. Y cualquier cosa podría pasar en el país con instituciones muy débiles. El Jurado Nacional de Elecciones tiene la palabra.
Apago el televisor.