Este Búho lee con emoción que el escritor español Javier Cercas es nuevo integrante de la Real Academia Española. Se trata de un autor que ha ganado todos los premios que existen y que, probablemente, obtenga el Nobel de Literatura en cualquier momento. Lo descubrí hace algún lustro en la Feria del Libro de Lima. Por supuesto, había leído lo que Mario Vargas Llosa escribió sobre él: “Tengo a Javier Cercas por uno de los mejores escritores de nuestra lengua”, y al ver en uno de los estantes el libro ‘Las leyes de la frontera’ no dudé en comprarlo. Aquel libro fue un hallazgo maravilloso. Está ambientado en los años 70, post muerte del caudillo español Francisco Franco. En ese clima apesadumbrado, Cercas nos presenta al ‘Gafitas’, un adolescente ‘zanahoria’, hasta cierto punto un nerd, de clase media, que va a la escuela y es ‘buleado’ por sus compañeros.
Este personaje vive en una zona de Gerona (muy cerca a Barcelona) que colinda con las barriadas, con las invasiones y en donde habitan los ‘charnegos’, ‘gente que en general no tenía donde caerse muerta’ y que su población juvenil terminaría siendo en su mayoría los ‘viciosos’ y malandros de los años 80 y 90. Fue durante el verano del 78 que el ‘Gafitas’ conoce al ‘Zarco’, uno de los delincuentes juveniles más famosos, un ‘quinqui’ (pandillero). Su relación con este malandro significaría el descubrimiento de un mundo ajeno, furioso y sin límites.
“Antes de conocer al ‘Zarco’ yo era débil, y conocer al ‘Zarco’ me hizo fuerte; antes de conocer al ‘Zarco’ yo era un niño, y conocer al ‘Zarco’ me convirtió en un adulto”. También están el descubrimiento de las drogas y el amor, pues se enamora perdidamente de la ‘Tere’, una muchacha hermosa y salvaje, aunque es un amor no correspondido que perdurará por los años. Entre el ‘Gafitas’, el ‘Zarco’ y la ‘Tere’ conforman una collera de aventuras delictivas, de desbande y desenfreno. Roban autos, carteras, casas y evaden a la Policía como viejos zorros.
Para el ‘Gafitas’ esta temporada significaría ‘cruzar la frontera’, pero las ‘fronteras morales y sociales’. Al terminar el verano y las vacaciones, el ‘Gafitas’ intenta seguir por el mismo sendero que sus compinches, pero estos lo frenan: “Tenemos un miedo que no es como el tuyo. Tú piensas en el miedo y nosotros no. Tú tienes cosas que perder y nosotros no. Esa es la diferencia”. Entonces sus vidas nuevamente se separan.
La segunda parte del libro transcurre 20 años después, cuando el ‘Gafitas’ se convierte en un renombrado abogado, el más famoso de su ciudad. En cambio, el ‘Zarco’ es casi una leyenda en el mundo del hampa y la mayor parte de su vida la pasa en prisión. La ‘Tere’, ese amor platónico del ‘Gafitas’, se convierte casi en una sombra que aparece intermitentemente solo para revivir en el personaje principal esos cogollos de ilusión que aún conserva. Entonces el libro adquiere otro tono, otra perspectiva, ya la de los adultos, de quien ve con calma y madurez el pasado.
Javier Cercas sobre Las leyes de la frontera y su obra
“Tardé mucho tiempo en encontrar la forma de contar esta historia. Mucho tiempo de contarla de manera que fuera persuasiva, convincente, veraz literalmente. El corazón del libro es la ambigüedad, la incertidumbre, el no saber. Y creo que ese es el corazón de todas las novelas. La novela es el género del no saber, de la oscuridad que ilumina, del silencio elocuente. La verdad es la ambigüedad”, dijo Javier Cercas sobre su libro.
Pero sobre su literatura en general, el español precisa que: “Lo que pretendo es encontrar un tono, una estructura, una forma, que no suene a literatura. Que suene a verdad. La literatura es lo que no suena a literatura, sino a verdad. Y eso es lo que yo persigo, que aquello que cuento el lector lo viva, lo lea como algo que ha ocurrido de verdad”. ‘Las leyes de la frontera’ es uno de sus tantos libros, pero para este columnista significó el punto de partida hacia el universo Cercas. Sin embargo, más reconocido y trascendental es, sin duda, ‘Soldados de Salamina’, una obra monumental que le valió al escritor el reconocimiento mundial y el elogio de grandes intelectuales como Mario Vargas Llosa. Ese título será motivo de otra columna. Apago el televisor.
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