Este Búho recibe correos de sus lectores que me piden consejos sobre dónde viajar en los días de . Pienso que los jóvenes deberían aprovechar esos feriados para visitar lugares donde se puede combinar el relax, con aventuras culinarias y descubrimiento de sitios arquelógicos alucinantes. Y creo que nos ofrece esa extraordinaria experiencia.

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Te puedes relajar en el entrañable balneario de Huanchaco, a veinte minutitos del centro de Trujillo. La playa inmensa, los restaurantes con infinidad de platos marinos con pesca del día, pero sobre todo se goza con todos los potajes típicos: el arroz con pato, una sopa de shambar levanta muertos, seco de cabrito con frejoles o el ‘frito’ trujillano.

Al día siguiente, a solo ocho minutos de Huanchaco se yerguen las impresionantes ruinas de Chan Chan. Resulta inolvidable ver desde lo alto de las ruinas el inmenso mar, los caballitos de totora, el viejo muelle.

He viajado muchas veces a Trujillo, de joven a la aventura, acampando con mis amigos universitarios lagartazos en la playa. Luego por trabajo o placer ya sin cocodrilos en los bolsillos, pagando un buen telo.

Y tengo la costumbre de alojarme en uno frente a la playa donde las habitaciones tienen vista al océano, para dormir bien arrullado por el sonido inigualable de las olas en marea alta.

Pero en mi último viaje a la ciudad de la eterna primavera, la recepcionista me alcanzó varios folletos de destinos turísticos. Pensé que los conocía todos, pero me quedé impresionado con la

No había visitado ese complejo. ‘No se preocupe, la empresa de turismo lo viene a recoger aquí en la puerta del hotel’, me dijeron. Efectivamente, a las siete de la mañana me recogieron y salimos de Trujillo hacia el valle de Chicama con la vista en las interminables plantaciones de caña de azúcar.

La ‘Señora de Cao’

Llegamos al imponente complejo arqueológico ‘El Brujo’ y allí mismo está el impresionante museo de sitio, donde se encontraba la famosa ‘Señora de Cao’. El recorrido es impactante, pues atraviesa tres huacas: Pietra, Huaca Partida y Cao Viejo -en esta última los arqueólogos hallaron a la ‘Señora’- y allí se observan impresionantes muros, donde los artistas moche pintaban a color los sangrientos rituales de sacrificios humanos que realizaban en lo alto de las huacas.

Escarapela el cuerpo. Como sabemos, esa zona norte del país afrontó el terrible fenómeno de ‘El Niño’ -tal como se presenta actualmente - y se tiene conocimiento de que esas inundaciones, torrenciales lluvias y tal vez ciclones, liquidaron esta civilización.

Por esta razón, cada vez que se producía este fenómeno cíclico hacían sacrificios humanos a los dioses, para que los protegieran de la devastadora naturaleza. Desde lo alto de las huacas se ve el aparentemente apacible mar de Chicama, ese mar que alguna vez alcanzó la ferocidad de un tsunami y azotó el centro ceremonial.

Cuando se descubrió la momia de la ‘Señora’ en Magdalena de Cao, lo que más sorprendió a los científicos es que ¡tenía el cuerpo tatuado! Esa mujer enterrada allí hace mil setecientos años, con su pequeña estatura de un metro y cincuenta centímetros, no era una señora cualquiera, era una soberana.

Fue enterrada con su ajuar de collares, joyas y unos enormes báculos, que significan que tenía poder. Tal vez eso fue lo más importante del descubrimiento de la ‘Señora de Cao’: se desterraba la idea de que en las sociedades peruanas, antes de los españoles, solo había una jerarquía patriarcal. Con este hallazgo se pudo conocer que la mujer era empoderada y ejerció el poder político y religioso.

Debió ser impactante que una dama estuviera a la cabeza de una civilización como la Moche, para quienes era natural hacer sacrificios humanos. Esa momia poseía un rostro, pero nadie sabía cómo era. Los científicos de la fundación Wiese, responsables de financiar la restauración del complejo y el museo de sitio, desde hace años estuvieron dedicados a reconstruir el rostro de la soberana.

A ese esfuerzo se sumaron empresas extranjeras especializadas en reconstrucción con sistemas 3D, que trabajaron también en rehacer rostros de momias tan célebres como la del faraón egipcio Tutankamón.

Para reconstruir la cara se usó la tecnología al proyectar luces sobre el cráneo de la momia. Lo más importante, se realizó un estudio antropomórfico y comparativo con las mujeres que habitan en el poblado de Magdalena de Cao, herederas de la pujanza y temple de la ilustre soberana. Hoy está en el complejo ‘El Brujo’, en su trono y hogar vigilante a la temible llegada de ‘El Niño’ (malo). Apago el televisor.

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