El Búho habla acerca del gran impacto que José María ‘Chema’ Salcedo ha dejado en el periodismo.
El Búho habla acerca del gran impacto que José María ‘Chema’ Salcedo ha dejado en el periodismo.

Este Búho recibe una llamada. “Colega, pásame tu dirección. Deseo enviarte mi colección de crónicas”. Es el legendario reportero José María ‘Chema’ Salcedo. A las horas me llega un compendio de cuatro libros, editados por la Universidad Ricardo Palma. Son los escritos periodísticos que el gran ‘Chema’ publicó desde 1977 al 2017. Un verdadero registro histórico de lo que fue nuestro país en todas esas décadas. Por supuesto, el periodista nunca fue de escritorio, sino un callejero empedernido.

Viajero incansable. Caminante sin tregua. Nunca concibió el periodismo sin ensuciarse los zapatos. Es de esa escuela que se va extinguiendo, lamentablemente. “En los setenta no había celulares, menos Internet. Tenías que ir a los sitios a hablar cara a cara. Caminabas y caminabas en busca de tus fuentes, de tus historias”, me dice.  ‘Chema’ transitó por la prensa escrita, la radio, la televisión y también supo adaptarse a las redes sociales con destreza. A su edad, tiene el espíritu joven. Los recuerdos le vienen uno tras otro mientras conversamos.

Le comento que una de sus crónicas más memorables es, sin duda, aquella en la que se mimetizó de enfermo mental y logró ingresar al hospital psiquiátrico Larco Herrera. Periodismo gonzo en todo su esplendor. Recuerdo como si fuera ayer que leí esa publicación en la revista ‘Quehacer’. En ese entonces, el nosocomio era noticia, pues dentro de sus instalaciones un paciente había sido asesinado por otro. El país se preguntaba cómo era posible y por qué no existía un estricto control y cuidado. El diestro reportero hizo las diligencias formales para poder ingresar al recinto, pero las autoridades le dijeron que estaba prohibido el ingreso de periodistas. “Grave error.

El ‘no puedes ingresar’ es un aliciente para un verdadero periodista”. Junto a su compañero de comisión, el histórico fotógrafo Carlos ‘Chino’ Domínguez, ‘la retina del Perú’, idearon un plan. “No había sino un camino: entrar al hospital en procura de atención médica. Convertirse en paciente”. Y fue así como ‘Chema’ —en harapos, el cabello alborotado y los ojos desorbitados— pudo ingresar al Larco Herrera y escribir una crónica que hoy se ha convertido en un texto imprescindible en las facultades de periodismo y que este columnista siempre recomienda leer a sus jóvenes colegas de redacción. Aquel informe tuvo un gran impacto social. A raíz de la publicación, las autoridades fiscalizaron e investigaron a sus directivos. El periodista lo recuerda así: “De pronto estuve participando en paneles junto a psicólogos. Esa crónica fue parte de una serie que hice acerca de la salud mental”.

Y ‘Chema’ recuerda otras anécdotas de sus cinco décadas de periodista. Como la vez en que viajó a Argentina, en plena guerra con Inglaterra. “Trabajaba en la France Press y durante semanas quise entrevistar al renombrado escritor Ernesto Sábato”. Pero el autor de ‘El túnel’ lo toreaba. “Llamaba a su teléfono de casa. ‘No se encuentra’, me respondían. Pero yo sabía que esa persona que respondía era el maestro”. Por contactos, se enteró de que en esos días Sábato viajaría con su familia a España. “Entonces fui al aeropuerto el día y a la hora que me informaron. Cuando vi bajar al maestro, corrí hasta su auto, cogí sus maletas, y lo ayudé a llevarlo hasta el counter”. Cuando el escritor estuvo a punto de entregarle una propina por el gesto, pues creía que ‘Chema’ era trabajador de la aerolínea por el color de su ropa, “estaba de azul, sin querer”, este le dijo que era periodista. Entonces, con sorpresa y resignación, el novelista accedió a la entrevista. “Sábato me dijo: ¿Usted va a escribir una novela? ¿Sobre qué tema?”. ‘Chema’ respondió: “Aún no sé. Solo sé que tendrá 327 páginas. ¿Por qué cree usted que tengo fijación por ese número?”. A lo que Sábato le respondió: “Boludeces”.

El periodista recuerda, lo cuenta y ríe a carcajadas. ‘Chema’ compartió redacción con grandes intelectuales, como el poeta Toño Cisneros, de quien guarda hermosos recuerdos. “Era un gran intelectual. Conversar con él siempre fue interesante. Tenía una mirada aguda e irónica. En esa época la izquierda estaba de moda, pero no era una izquierda como la de ahora, hay que aclararlo. Nosotros éramos progresistas, fans de The Beatles, de Janis Joplin. Qué lindos recuerdos”. En esas frenéticas horas de cierre se hizo el gran ‘Chema’, entre el humo de cigarro y las botellas de ron. A teclazos, en su máquina de escribir, redactó decenas de crónicas que pudo reunir en cuatro tomos y que estoy leyendo con gran entusiasmo. Estuvo presente en los momentos más trascendentales de nuestra historia: durante las olas migratorias de las provincias a Lima, durante el terrorismo, durante la dictadura de Fujimori y tantas más. “Búho, la curiosidad es decisiva para el periodista, porque un periodista nunca deja de ser periodista. A mi edad, cuando salgo a caminar, siempre converso con la gente. Es la mejor manera de conocer el pulso del país”, sentencia. Y tiene razón. Apago el televisor.

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