ministro del Interior, Juan Santiváñez, enfrentado con la fiscal de la Nación, Delia Espinoza (Foto: Mininter)
ministro del Interior, Juan Santiváñez, enfrentado con la fiscal de la Nación, Delia Espinoza (Foto: Mininter)

Este Búho ve el panorama político más movido que Kike Suero brindando en Agua Dulce con una damajuana de la trepadora cachina. Por eso, agarro mi ‘Espada del augurio’ de ‘Los Thundercats’, para que me permita ver ‘más allá de lo evidente’, y así poder dar mis acostumbradas

DINA Y SU VALLA ALTA. Sin importarle el rápido avance de la delincuencia que cada día es más despiadada, la presidenta Boluarte sigue mostrándose arrogante y ‘pechadora’ frente a las críticas. Se jacta de que el país crece y está dejando la marca bien alta a quien la suceda en Palacio. ¡Por favor!

Debería mostrar un poco más de humildad. Eso y comprometerse de forma sincera a esforzarse para comenzar a lograr resultados. Tal vez así la gente dejaría de rechazarla a nivel nacional. Se viene un año electoral agitado y el gobierno se muestra pasmado, en contubernio con el Congreso. Nunca el Perú estuvo en una situación tan crítica.

LA JUGADA DE SANTIVÁÑEZ. No es aislada la guerra que el ministro del Interior, Juan Santiváñez, ha declarado a la fiscal de la Nación, Delia Espinoza, con el fin de sacarla de su cargo. Cuando estamos en medio de una ola de inseguridad ciudadana, el ministerio que él jefatura anuncia que hoy presentará ante el Congreso una denuncia constitucional contra la magistrada por ‘vulnerar la Constitución y omitir actos funcionales’.

¡Cuando deberían estar trabajando unidos contra la delincuencia! Esta arremetida se da con el beneplácito de gran parte del Parlamento, que se niega a censurar a Santiváñez pese a su rotundo fracaso en la lucha contra el hampa.

ESCALADA DE ATAQUES VIOLENTOS. La semana pasada se dio poca cobertura al asesinato de un colectivero y de su pasajero en plena avenida Arequipa, a pocas cuadras del Paseo de Aguas, en el Cercado de Lima. Y hace unas dos semanas otro colectivero fue baleado en la avenida Tacna, aunque sobrevivió. Los transportistas informales pagan cupos diarios de 10 soles para que no los maten.

Ya no hablamos de sangrientos atentados en la periferia de la ciudad, sino en el mismo centro, cerca a Palacio de Gobierno. Ya no hay barrios seguros. Estudiantes, amas de casa, trabajadores, ahora pueden morir acribillados en un vehículo de transporte público. Esto es terrible, inaceptable. Y ayer se difundió el video del salvaje ataque a balazos de un bus con pasajeros en San Juan de Lurigancho, a plena luz del día. Esto ya sobrepasó todo límite.

QUIÉN CUIDA A LOS ESCOLARES. El año pasado cerraron sus puertas más 300 colegios particulares por culpa de los extorsionadores y en el inicio de este 2025 arrecian los ataques a estos centros educativos de paga. Así sean humildes locales, les exigen de 20 mil a 60 mil soles mensuales. Como es imposible que puedan pagar semejantes montos, los balean y les detonan bombas.

A este paso los atentados van a seguir cuando estén con alumnos en clases. Como pasó en Trujillo en mayo del 2024, cuando criminales despiadados hicieron volar un explosivo en la puerta de un colegio con niños en las aulas. La pregunta es cómo se va a proteger a los alumnos de esas hienas asesinas. Hasta con militares se deben proteger los colegios.

BIEN ZELENSKI. La arrogancia de Donald Trump parece no tener límites. Cree que por ser el presidente de la mayor potencia del mundo puede hacer lo que le venga en gana y hasta humillar por televisión al mandatario de otro país. Es lo que trató de hacer con Volodímir Zelenski, a quien reprendió en la Casa Blanca como si se tratara de un niño malcriado. Bien el ucraniano que no se dejó y se comportó a la altura y con dignidad, pese a jugar de visitante y a que, como le dijo Trump, no tiene las cartas para ganar.

Zelenski sabe que necesita la ayuda de los gringos en la guerra con Rusia, pero no está dispuesto a pagar cualquier precio para recibirla. Ayer obtuvo el apoyo de varios países europeos, como Reino Unido y Francia, que preparan un plan de paz que, ojalá, se logre pronto. Apago el televisor.

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