Este Búho estuvo atento al juicio donde la Corte de Nueva York, bajo la conducción del implacable juez Brian Cogan, condenó a cadena perpetua y a ¡treinta años más!, a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, el que fuera sanguinario jefe del cártel de Sinaloa. O sea, morirá en una prisión de máxima seguridad y todavía le deberá a la sociedad treinta años más de cárcel, que seguramente los pagará en el infierno junto a su carnal Satanás.
‘El Chapo’ se quebró cuando dijo: ‘Nunca más escucharé pronunciar mi nombre’. Purgará condena en una prisión en solitario y únicamente tendrá media hora de patio y una visita al mes. Solo le hablarán los guardias y lo llamarán por un número.
Hoy, vemos que existe en el cable toda una alegoría al delito, sobre todo de narcotraficantes, a quienes en series de TV muy populares los pintan como personajes carismáticos e inteligentes para planificar sus sucios negocios, al punto que no son pocos quienes los admiran. Como ejemplo se ven las historias producidas de Pablo Escobar o ‘La Reina del Sur’.
Pero el juicio permitió que la gran mayoría de la opinión pública -y el jurado de Nueva York- conozca la otra cara del narcotráfico, en su faceta más siniestra. ‘El Chapo’ cobardemente ofreció ¡un millón de dólares! para que asesinaran a la modelo colombiana Andrea Vélez Fernández.
Antes que los sicarios del mexicano acabaran con su vida, fue reclutada como testigo protegido por el FBI. ¿Quién era Vélez Fernández y por qué ‘El Chapo’ quería silenciarla? Fue la secretaria personal del narco ‘colocho’ Alex Cifuentes.
La caleña reconoció en el juicio que ella, a pedido del sinaloense, instaló una agencia de modelos en México que solo era una fachada, pues servía en primer lugar para conseguirle las más hermosas mujeres a Joaquín, quien -según la testigo- se obsesionaba con algunas, les interceptaba sus teléfonos y si eran 'infieles', terminaban en una tumba o eran violentadas o desfiguradas.
La otra ‘misión’ de Vélez era encargarse de que sus ‘modelos’ le ofrezcan favores sexuales a políticos y altas autoridades militares y policiales corruptas de México, por orden de Guzmán, para de alguna manera mantenerlos ‘felices’ de integrar sus ‘planillas’.
También confesó que Guzmán la quería muerta porque le encargó que le ofreciera a un general mexicano ¡diez millones de dólares! para que dejara de perseguirlo. Como el militar no aceptó, el narco pensó que Andrea lo había traicionado y pidió a los ‘Hell Angels’ (Los Ángeles del Infierno), pandilla de motociclistas, que la asesinen. La modelo pidió perdón al juez por haber trabajado por el narcotráfico.
“También le pido perdón a usted, señor Guzmán. Soy la voz de muchas víctimas de esta guerra, pude sobrevivir, pero otras perdieron la vida”, sostuvo entre sollozos, mientras el condenado la miraba impávidamente. Cuando le tocó el turno de hablar, ‘El Chapo’ dijo que con él se cometió una ‘injusticia’ y que su encierro en una prisión federal ‘es una tortura física y psicológica’ las veinticuatro horas del día.
La Corte de Nueva York también ordenó que se le incauten propiedades y cuentas ascendentes a 12 mil setecientos millones de dólares que deberá pagar de reparación civil. Ante el anuncio, su escultural esposa, Emma Coronel, con quien tiene dos hijas pequeñas, se turbó porque ella lleva una vida llena de lujos, que definitivamente acabará cuando la implacable justicia norteamericana comience a confiscarle sus propiedades, hasta alcanzar esa sideral cifra. Lo que más le ardió al narco fue cuando el juez dijo que sus crímenes fueron ‘de una maldad avasalladora’. Con la condena, al criminal mexicano se le acaba el mito del más famoso y escurridizo jefe del Cártel de Sinaloa.
La otra cara del ‘exenemigo público número uno de Norteamérica’ la desnudó uno de sus más sanguinarios sicarios. El relato de Isaías Vélez Ríos puso los pelos de punta a los miembros del jurado, a quienes les reveló cómo Guzmán mató a dos hombres de la organización rival ‘Los Zetas’. A otro le disparó, pero no lo asesinó y lo hizo enterrar vivo. Esos relatos escalofriantes convencieron al jurado de que ese hombre bajito de bigotitos, que parecía no matar ni una mosca, era un tipo cruel y sanguinario. Hoy, de nada le valdrán sus miles de millones obtenidos en 25 años de enviar cocaína de Colombia y Ecuador vía México. Era toda una ‘joyita’, pero ahora se pudrirá en la cárcel, porque el crimen sí se paga.
Apago el televisor.
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