Este Búho escribe esta columna con indignación. Las expectativas que muchos peruanos depositaron en el gobierno de PPK se están apagando con la misma rapidez que una luz de bengala navideña. Veo una caricatura en un diario local y creo que retrata la situación del régimen de Peruanos Por el Kambio. En ella aparece el premier Fernando Zavala anunciando a la prensa que hay un edificio sobredimensionado para la función que cumple.
“Pensamos venderlo o alquilarlo a precio de mercado. Un periodista pregunta, ¿se refiere al de Petroperú? y el premier responde: no, a Palacio de Gobierno”. Un hecho refleja lo alejados que están los gobernantes del sentir de la población. Me hubiese gustado ver al ministro del Interior, Carlos Basombrío, en el velorio de la universitaria de 26 años que fue asesinada en la puerta de su casa, en Independencia, por un miserable ‘raquetero’ que la baleó para robarle su celular. Todos ignoran el tema. Basombrío prefirió sacar su muletilla: ‘vamos a pedir que el funcionario Jorge Cuba (Odebrecht) sea incluido en ‘los más buscados’.
Ya lo dije, solo con delaciones no se va a combatir la inseguridad ciudadana. Algunas de esas denuncias las hacen otros delincuentes rivales y con el dinero de la ‘recompensa’ compran armas y siguen creando zozobra en el país. ¿Por qué no prometió más bien que el asesino de la universitaria será capturado sí o sí por la policía? En vez de dejar que la Fiscalía y la justicia se encarguen de las sabandijas prófugas y coimeras, no tomen atención que el ‘sicariato’ y los ‘raqueteos’ se han incrementado en la mayoría de los distritos de la capital. Que aumentan los asaltos a cambistas y clientes por los malditos ‘marcas’, que los robos con el ‘combazo’ ya no se dan solo en San Juan de Lurigancho o Villa El Salvador, sino en negocios céntricos de San Isidro y Miraflores. Desde el Ejecutivo hay una total pasividad.
El caso Odebrecht los tiene en estado de shock. PPK mantiene su doble discurso ‘Odebrecht no va’ y luego ‘hay proyectos como el de Chavimochic que no deben parar’. ‘No en todas las obras de la empresa hubo corrupción’. ¿En qué quedamos? Por eso hay una sensación en el pueblo que todos están manchados por la corrupción. Alejandro Toledo huye a medianoche pretextando cátedras fantasmas y nadie impide su salida del país. Alan García ametralla cinismo en sus ‘tuits’, cuando el 96 por ciento de peruanos cree que no solo sus funcionarios y ministros, sino él también se encuentra metido en las coimas de la empresa brasileña.
Uno de los corruptores más grandes del país, Martín Belaunde Lossio, que hizo pingües negocios con César ‘La bestia’ Álvarez, quien fue gobernador regional de Áncash y sigue en una clínica a todo lujo hasta con ‘enfermeras de noche’. Y está más sano que un concursante de ‘Esto es guerra’. En el colmo, la ministra Marisol Pérez Tello justifica ese trato preferencial a alguien que fugó del país y es requerido también por la justicia boliviana, diciendo que está en el hospital porque ‘su mamita -de Martín- se lo pidió’. Lo más grave es que el ministerio pretendería transformarlo de ‘cabecilla’ a ‘colaborador eficaz’ y podría ¡salir en libertad!
¿Qué diferencia a Belaunde Lossio de Edwin Luyo o Jorge Cuba? Nada, inclusive, la mafia del Santa, donde Belaunde Lossio hizo de las suyas, tiene las manos manchadas de sangre de testigos, sindicalistas opositores, autoridades ajenas a la ‘cutra’ que fueron asesinadas por sicarios. Mientras tanto, pasan los meses y no funcionan los bloqueadores, los delincuentes continúan, ya sin ‘Caracol’, ordenando los crímenes y extorsiones desde sus celdas de lujo. Solo personajes de segundo orden, como Luyo, han caído presos. Este ha dicho algo relevante. No piensa ser un Facundo Chinguel. Dice que ‘la pita se rompió por el lado más débil’. Su defensa sostiene que medio millón de dólares permanecieron intocables a través de los años. ¿De quién era ese dinero que Luyo se guardó de no tocar en el paraíso fiscal de Andorra? Si no estallaba el escándalo de Lava Jato en Brasil con la caída de Marcelo Odebrecht, estoy seguro que manos mucho más gordas y ambiciosas que Luyo iban a retirar ese dinero y nadie se iba a enterar jamás.
Hasta ahora, el Apra ha quedado carbonizada y ni sus presentaciones salvan a Enrique Cornejo de la responsabilidad política de haber tenido a su amigo, principal consejero y jefe de su plan de gobierno municipal (Cuba) y su escudero Luyo estén coludidos en una coima de siete u ocho millones de dólares. Pero esto recién empieza. Apago el televisor.