Del saque somos carnecita... Le ganamos a Croacia con Rakitic del Barcelona, con Mandzukic de la Juventus y Modric y Kovacevic del Real Madrid. Y era obligación hacerlo. El marco, el césped, el colorido, el espectáculo, todo te empujaba. Aprobamos un examen bravo, contra una selección que la traslada bien y con rankeados en clubes tops de Europa. Ayer, entraba el tío Vilca, el doctor Segura o García Pye y la rompían. El ambiente te contagiaba, motivaba. Pero eso es un análisis de bobo. Mañana, más frío, comento el partido desmenuzado, pero aquí les cuento algunas chiquitas de este día inolvidable. Fue un amistoso, pero parecía un choque mundialista, hasta en los partidos de mentira debemos acostumbrarnos a meter todo. No por un álbum, sino por la gloria. Sí, señores...
Son 7:55 de la noche en Miami, 6:55 en Lima. ‘Terremoto’ en el ‘Hard Rock Stadium’. Con amenaza de ‘tsunami’ por las olas en las tribunas. Gritos, loquerío, abrazos y aplausos. Perú salió a la cancha y calentaron todos. Los jugadores con los ejercicios y los hinchas con la garganta. Fiesta total. Desde California, Denver y más de 50 estados llegaron para este reencuentro soñado. Los legales y los indocumentados son una sola idea. Y eso lo hizo un Mundial. Así es...
El perucho y la perucha son únicos. Zalameros, pícaros. Te enganchan con la miradas. En la previa, traguito, movimiento de cadera, conversa y el respectivo maicito. La chela parece limonada, manzanilla por el calorsote que te deja tostadito. Así es...
Los celulares de la gente filmando cada detalle, instante. Familias enteras, con hijos, nietos, abuelos. Parejas ‘chapando’, otras comiendo en el patio de comida. Camisetas del Boys, Alianza, la ‘U’ y Muni. Del Barcelona, Real Madrid, Chelsea, pero el verdadero fanatismo era por esa banda roja que cruza del hombro a la cintura. Esa no tiene copas del mundo, pero sí es campeona del amor, porque más de 30 millones la aman. De cerca y a la distancia. Es espectacular lo que se siente al costado de compatriotas que no van a casita hace 20 años y extrañan su ceviche, su barrio, su familia. Aquí me invitaron un tiradito y el pescado parecía mondongo. No seas malo... Me voy, soy fuga.