Este Búho nunca podrá olvidar aquel 11 de setiembre del indescriptible atentado contra las Torres Gemelas, el orgullo de Nueva York y de la economía norteamericana. Los dos edificios integraban el World Trade Center y aparecieron en mil películas hollywoodenses. Hasta en un afiche con King Kong, de Dino De Laurentis, trepándose entre las dos tremendas construcciones. Eran, junto a la Estatua de la Libertad, el símbolo de la ‘Gran Manzana’, desplazando, incluso, al viejo Empire State. Esa mañana, este columnista estaba en su dormitorio y se había levantado temprano, porque en el cable había un programa norteamericano, creo que era ‘Today’, que transmitía conciertos mañaneros en vivo, desde Times Square.
Agarré el control remoto, sintonicé el canal y me di con una imagen espantosa. No había concierto, solo escenas de una de las Torres Gemelas que se quemaba. La locutora señalaba que se había producido un incendio. Algo entendía de inglés. Dudaban si había sido accidental o provocado, pero todavía no hablaban de algún atentado. Me quedé viendo y pensando qué iban a hacer los que estaban en los inmuebles superiores, pues el fuego parecía consumir por completo el piso sesenta y la torre tenía más de ochenta. La reportera seguía especulando, nadie sabía lo que ocurría realmente.
Todavía no se conocía que habían cuatro aviones comerciales secuestrados. Pasaban los minutos y, en eso, ocurrió la más terrorífica escena que he visto por TV, porque no cuento películas de terror, de la ficción. Hablo de la vida real. La cámara, de lejos, capta cuando aparece una nave, clarito, ¡un tremendo avión comercial y se estrella contra la otra torre! Lo primero que dijo la reportera es ‘¡¡Oh my God!!’, (oh mi Dios). Salté de la cama y grité ‘¡¡m…!!’. Había visto cosas inolvidables en directo, vía satélite: De muy niño, la llegada del hombre a la Luna. El partido Perú-Argentina, con goles de Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez en la ‘Bombonera’. El Perú-Bulgaria en el Mundial de México 70. Cosas positivas, pero nunca algo tan pavoroso como el peor atentado terrorista de la historia en vivo y en directo, a todo color. Porque allí murieron más de tres mil personas en un santiamén.
Ya no quiero recordar cómo después las personas empezaron a lanzarse desde los pisos de más altura, porque el fuego provocó temperaturas infernales de mil 100 grados. Eso también se filmó y las imágenes se difundieron, porque en ese momento los productores de las cadenas norteamericanas estaban en shock y no editaban nada. Después se supo que dos aviones más habían sido secuestrados. Uno se estrelló contra el Pentágono, donde fallecieron ahora se sabe, los 64 pasajeros y 125 militares. Pero la última nave, el vuelo 93 de United Airlines, partió tarde y ya los pasajeros sabían de los atentados.
Decidieron enfrentarse a los terroristas, al menos esa es la versión oficial, pues ese avión tenía como objetivo el Capitolio o la residencia de verano del presidente en Camp David. Ese vuelo no llegó a destino, sino que se estrelló en un campo agrícola de Pensilvania. Han pasado quince años. Ahora hay Internet, Facebook, pero sobre todo YouTube. El grupo Al Qaeda y su líder, Osama bin Laden, fueron aniquilados, el terrorista fue ‘cazado’ en su guarida de Paquistán y sus restos fondeados en el mar. Otra vez, puntualizo, según la versión oficial. Toma la posta un grupo terrorista igual de sanguinario.
El Estado Islámico (ISIS) aprendió la lección que les dejaron los atentados de las Torres Gemelas. “Los adelantos tecnológicos de los ‘demonios’ occidentales jugarán a nuestro favor”, dijeron. Al comprobar el tremendo impacto de la transmisión de los atentados en Nueva York, los delirantes miembros del ISIS organizan macabros shows en los que, provistos de cámaras de video última generación, con HD, graban sus ejecuciones. Ya no sacrifican a inocentes pasajeros de algún avión comercial.
Ahora decapitan a periodistas norteamericanos, británicos, europeos y japoneses. Y cuelgan el baño de sangre en YouTube, pues saben que las cadenas occidentales difundirán esas imágenes de terror. Filman lapidaciones de cristianos, homosexuales, mujeres ‘libertinas’. Bin Laden, en algún momento, fue aliado de Estados Unidos, durante la invasión rusa a Afganistán. Tenía, inclusive, una educación occidental. Los líderes del ISIS representan lo más recalcitrante y retrógrado, una desviación delirante a decir de los propios musulmanes de su doctrina religiosa. Hoy es Europa la que sufre el flagelo del terrorismo más demencial que, aparte de las bombas, el sable, las piedras, tiene a las redes sociales, al YouTube, como otra arma de su sucia y maldita ‘lucha’. Apago el televisor.
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