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Nadar en las aguas del Titicaca, el lago navegable más alto del mundo, pasó de ser un sueño a una realidad para el medallista paralímpico francés Théo Curin, que junto a otros dos nadadores de su país comenzó una de las aventuras más increíbles de su vida: nadar desde Bolivia a Perú en 10 días.

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Los tres franceses se prepararon unos 500 días en piscinas y lagos jalando varios kilos de arena para alcanzar la fuerza y constancia suficientes para nadar unos 120 kilómetros a unos 3.812 metros de altitud y así llegar a las Islas Uros en Perú.

Lograr esta gran hazaña fue el sueño de Curin, un medallista paralímpico que perdió sus extremidades superiores e inferiores a causa de una meningitis cuando era niño, y quien convocó a la cinco veces campeona de Europa en piscinas cortas y largas, Malia Metella y a Matthieu Witvoet, quien recorrió casi una veintena de países en bicicleta en 2017.

Los tres se comprometieron con el denominado “Desafío Titicaca”, que inició el miércoles, con una consigna “ecológica” para preservar este lago que es considerado sagrado para muchas poblaciones de Bolivia y Perú.

“Yo diría que definir este desafío en una palabra sería: único. Pienso que hay mucha gente que sueña con realizar uno de sus sueños y hoy en día nosotros tres tenemos la suerte de tener la oportunidad de realizar este sueño”, comentó Théo Curin.

Un día antes de comenzar el gran desafío, los tres nadadores realizaron una ceremonia para pedirle permiso a la Pachamama o Madre Tierra para comenzar esta aventura y además para que les acompañe la “energía del sol” a lo largo de la travesía.

Théo Curin es un medallista paralímpico francés. (Foto: @tcurin / Instagram)
Théo Curin es un medallista paralímpico francés. (Foto: @tcurin / Instagram)

El desafío ha comenzado

Las autoridades locales junto a la embajadora de Francia en Bolivia, Hélène Roos, acompañaron a los nadadores antes de sumergirse en esta aventura desde la población de Copacabana en Bolivia.

Los tres nadadores recibieron unas estatuillas en la que los declaran “huéspedes ilustres” de Copacabana, además les pusieron unos collares hechos de pasankallas, un tradicional maíz inflado dulce, como forma de celebrar el inicio de esta aventura.

Luego, un grupo de indígenas comenzaron a tocar bombos y otros instrumentos de viento, mientras que varias mujeres indígenas les echaban flores en la cabeza a los tres nadadores deseándoles éxito en su travesía.

Antes de entrar al lago, los tres junto a su entrenador se abrazaron para comenzar a hacer realidad aquel “loco sueño”, como en algún momento lo calificó Théo Curin.

Otros nadadores bolivianos ingresaron al agua para acompañar al equipo en los primeros metros de su travesía, mientras que en un barco ingresaban las autoridades locales y el grupo de música autóctona para seguir al equipo.

Dos de ellos se pusieron una especie de arnés para jalar el barco que será su hogar por los próximos diez días y en el que guardaron su comida en bolsas reutilizables y su indumentaria; la embarcación cuenta con colchones ecoresponsables para que los tres descansen en las noches.

A unos tres kilómetros del inicio, los nadadores se despidieron de las autoridades y todos sus acompañantes para seguir solos.

A mitad del camino

Los tres nadadores ya se encuentran en el quinto día del inicio del gran desafío, la mitad del tiempo que han previsto que les tomará llegar hasta la Isla Uros en Perú.

En el primer día de esta travesía lograron recorrer unos 6 kilómetros mientras el viento soplaba a unos 18 kilómetros por hora, lo que dificultó que el equipo avanzara más, comentaron a EFE los organizadores del desafío.

Hasta el cuarto día de la aventura, los tres lograron recorrer unos 24 kilómetros desde su salida en Copacabana y tienen por delante alrededor de 97 kilómetros por recorrer en autonomía nadando y jalando su balsa.

El cuarto día fue muy peculiar para los nadadores, ya que en la noche se dieron cuenta de que se desviaron 2 kilómetros del punto de anclaje, lo que causó que el equipo salga de una forma apresurada hacia el lugar donde debieran estar, pero al frente suyo veían cómo una tormenta se iba acercando.

Los tres decidieron amarrar la parte trasera de la balsa a un pontón y dormir en la carpa en medio de una tormenta de granizo que puso en vilo a los tres por al menos cuatro horas, de acuerdo a la información de la organización del desafío.

En tanto, la Armada boliviana realiza un monitoreo satelital todos los días de la localización de los tres nadadores para estar atentos a cualquier contingencia que requiera que los rescaten, indicó a EFE el capitán mayor de Copacabana, Jorge López.

Al terminar su aventura, el bote servirá de herramienta para que el Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) pueda realizar estudios científicos y de investigación en el lago Titicaca.

Fuente: EFE

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