El servicio de las entregas de provisiones a domicilio ha crecido exponencialmente en la pandemia por coronavirus. Es el caso de Lavka, lanzado en Moscú, y Fridge No More, en Nueva York, para realizar delivery de leche, huevos, papel higiénico y más, en tan solo 15 minutos.
En 2019 en Moscú se lanzó “Lavka”, por el gigante de internet ruso Yandex, y a la fecha ha tenido una gran demanda en el país siendo un ejemplo en otras partes del mundo.
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“Antes de la pandemia, éramos un dispositivo divertido. Después de la pandemia, todo cambió, sobre todo al principio, cuando la gente estaba asustada”, cuenta Maxime Avtukhov, de 30 años, director financiero y comercial de Lavka a la agencia AFP.
Las plataformas de entrega a domicilio de los principales supermercados se sobrecargaron. Una parte de los clientes se reorientaron hacia la entrega ultrarrápida por mensajería en bicicleta de menos cantidad de compra, preparada en centros cerrados al público. Así evitaban esperar durante días sus provisiones. Desde entonces, muchos moscovitas han mantenido este hábito.
“Cuando llegas a casa del trabajo y te preguntas qué comer, puedes pedir que te traigan un plato preparado o pedir productos y cocinarlos”, cuenta entusiasmado Yuri Nekrasov, un abogado de 32 años.
Su familia ya solo va al supermercado una vez por semana, o incluso cada dos semanas, porque Lavka también entrega desde bebidas a alimentos enlatados o productos frescos.
Mary Levocz, de 34 años, profesora de inglés en Moscú, lo usa para compras puntuales y para las garrafas de agua, porque la del grifo no es potable. Le evita tener que subirla cuatro plantas en un edificio sin ascensor.
“Empecé a usarlo al comienzo del invierno, nevaba y no siempre me apetecía salir al frío”. Desde entonces hace pedidos varias veces a la semana.
Los clientes típicos son más bien jóvenes, conectados, acomodados y quieren realizar compras selectivas. En general los precios son más altos que en los supermercados pero algunos productos básicos son baratos.
En Nueva York
En el cuarto trimestre de 2020, el servicio generó más de 4.000 millones de rublos [52 millones de dólares], o sea el 18% del conjunto de las actividades de entrega de taxis y comestibles de Yandex. En la actualidad cubren varias ciudades rusas importantes, así como Tel Aviv. El lanzamiento en París está previsto en el segundo trimestre del año. Le seguirá Londres.
En un almacén de Moscú, Kutman Kanatbek Uulu llega equipado con una mochila amarilla y negra. Le piden que entregue dos pedidos.
“Puedes ganar entre 3.000 y 5.000 rublos al día [40-66 dólares]” con la condición de trabajar como autónomo, afirma este kirguiso de 18 años.
Al otro lado del planeta, en el barrio de Park Slope de Brooklyn, en Nueva York, sucede otro tanto en la start-up Fridge No More, en español: “No más frigorífico”.
Un repartidor con una mochila azul y blanca sale con una entrega para un cliente a dos calles de distancia. Regresa al cabo de unos minutos. Aquí los fundadores quisieron que todos los trabajadores fueran empleados.
Para los dos fundadores, también rusos, la aventura comenzó en 2019, cuando Anton Gladkoborodov, de 40 años, estaba en Nueva York y Pavel Danilov, de 38, en Moscú.
“Sabíamos que en Moscú se apreciaba el servicio, ¿por qué no (iba a serlo) en Nueva York?”, recuerda Danilov.
A ellos la pandemia también les dio alas. La compañía ganó más de 15 millones de dólares esa primavera y planea abrir decenas de sitios en los próximos doce meses en Nueva York.
Según la compañía de análisis PitchBook, se han invertido más de 14.000 millones de dólares en la entrega de comestibles en todo el mundo desde principios de 2020, sobre todo en 2021.
Con el COVID-19, “se ha disparado la demanda de entrega de la compra de comida”, constata Olivier Salomon, de la consultora AlixPartners.
“Pero aún no está claro qué quedará de las innovaciones que han surgido durante los últimos 18 meses. ¿Qué va a primar, la velocidad de la entrega o la cantidad? Es difícil combinar las dos”, dice.
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