Tras varias semanas de debate, la Administración de Alimentos y Medicamentos (F.D.A., según sus siglas en inglés) de Estados Unidos decidió autorizar este miércoles que las personas mayores a 65 años que hayan recibido la vacuna contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech puedan recibir una dosis adicional.
La F.D.A. también autorizó inyecciones de refuerzo para quienes corren un alto riesgo de enfermarse gravemente de coronavirus, señaló The New York Times.
La autorización parece ser una campaña escalonada, comenzando con los estadounidenses más vulnerables. Además, abre el camino a que decenas de millones de personas vacunadas reciban refuerzos en farmacias, clínicas de salud, consultorios médicos y más.
Cabe señalar que alrededor de 22 millones de estadunidenses han recibido su segunda dosis hace 6 meses, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. La mitad de ellos tiene 65 años o más, por lo que serán ellos a los que se les aplique la tercera dosis.
A esto se suma que incluir a aquellos que “están en riesgo” hace pensar en un gran número de población. Sobre todo porque el 60% de los estadounidense tiene obesidad y otras afecciones.
“La acción de hoy demuestra que la ciencia y los datos actualmente disponibles siguen guiando la toma de decisiones de la FDA para las vacunas contra el COVID-19 durante esta pandemia”, dijo Janet Woodcock, jefa en funciones de la Administración de Alimentos y Medicamentos, a AFP.
Por el momento, la población que recibió las vacunas Moderna y Johnson & Johnson aún deberá esperar para conocer si ellos también recibirán refuerzos.
La idea de la “tercera dosis” en EE.UU. viene desde mediados de agosto, cuando el presidente Joe Biden, comentó que las autoridades del país intentaban dar ese refuerzo y lo iban a debatir.
La autorización ha hecho que Estados Unidos sea la nación más rica en ofrecer la dosis de refuerzo, tras la respuesta de Alemania, Francia, Israel y Gran Bretaña.
Semanas antes, Pfizer le había pedido a la F.D.A. aprobar una tercena inyección para todos los receptores de más de 16 años. Desde ese momento, los reguladores recopilaron datos de seguridad y eficacia y abrieron el debate.