De no tomarse las medidas de distanciamiento y precaución necesarias, la primera dosis de la vacuna contra la COVID-19 podría no ser suficiente para brindarle protección contra la pandemia.
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En Bahía (Brasil), la enfermera Maria Angélica Sobrinho, de 53 años, quien fue la primera en ser vacunada contra la COVID-19 en dicho lugar, presentó días después de la aplicación del primer inmunizante síntomas. A poco de ello se le diagnosticó una infección por coronavirus.
Ella no es la única persona que ha pasado por esto. En varios países del mundo se han reportado casos de otros pacientes que durante el intervalo de al menos 21 días entre la primera y la segunda dosis han contraído la enfermedad.
Esto ha provocado el aprovechamiento de quienes difunden noticias falsas y engaños en las redes sociales para afirmar que los productos base de las vacunas podrían llegar hasta a matar. Por ello, antes de alarmarse o compartir este tipo de informaciones, es preciso tener mucho cuidado y entender lo que está pasando. Entonces, ¿Cómo es posible dar positivo por COVID-19 entre la primera y segunda dosis de la vacuna?
Tiempo necesario
Tal como sostiene la información al alcance de los pacientes, varias de las vacunas que ya se administran en distintos países requieren dos dosis para asegurar la protección completa, como la de Pfizer, Oxford/AstraZeneca, Coronavac, Moderna o Sputnik V.
El tiempo entre una dosis y otra varía según el fabricante. En el caso de Pfizer, esta recomienda dejar pasar 21 días y la Universidad de Oxford unos tres meses, por ejemplo.
“Ninguna vacuna disponible es capaz de proteger antes de que hayan pasado 14 días desde que se aplicó primera dosis, ya sea contra la COVID-19 u otra enfermedad”, refuta la doctora Isabella Ballalai, vicepresidenta de la Sociedad Brasileña de Inmunizaciones.
Con independencia de la tecnología, las vacunas suelen contener antígenos, unas sustancias que interactúan con el sistema inmune y crean los anticuerpos necesarios para combatir una futura invasión vírica.
La cuestión es que este proceso tarda un tiempo en completarse: las células inmunitarias necesitan reconocer los antígenos, “interactuar” con ellos y crear una reacción satisfactoria. Este trabajo suele tomar unas dos semanas.
Por ello es necesario que el paciente que reciba una primera dosis siga protegiéndose con el uso de mascarillas, el distanciamiento social y el lavado frecuente de manos entre otras medidas.
“Recibir las dos dosis tampoco implica estar liberado para tener una ‘vida normal’. Por lo que sabemos, la vacuna protege contra las consecuencias más graves de la COVID-19, pero las personas inmunizas podrían seguir transmitiendo el virus a otros”, añade Ballalai.
Si la vacunación también ralentizará la propagación del virus se está investigando en los estudios preliminares de los primeros meses de campaña. Por lo tanto, mientras el virus continúe circulando a niveles altos y no haya una gran parte de la población vacunada, la recomendación es seguir las medidas de control y respetar las restricciones.
Engaños
Una información falsa que circuló recientemente señalaba la posibilidad de que la propia vacuna cause COVID-19. Pero eso, dice Ballalai, es absolutamente imposible.
“Los inmunizadores están hechos con virus inactivados y ni siquiera de milagro podrían causar la enfermedad”, manifiesta la especialista.
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De nuevo, la explicación está en el tiempo que se necesita para que proteja: mientras el sistema inmunológico no cese la producción de anticuerpos, el riesgo de infectarse con influenza (o coronavirus, en el ejemplo actual) es alto.
CoronaVac, la vacuna china, está hecha con virus inactivos, un modelo utilizado en la ciencia durante muchas décadas.
Como su nombre lo indica, los coronavirus presentes en ampollas se someten a un proceso con sustancias químicas y cambios de temperatura que lo inactivan y eliminan cualquier posibilidad de que invadan las células y se repliquen en nuestro organismo.
Efectos adversos naturales
No se ha negado que, aunque los efectos adversos de las vacunas se presentan en rara oportunidad, pueden ocurrir. “El individuo puede tener fiebre, malestar y un poco de dolor”, ejemplifica Ballalai.
Si el malestar no desaparece después de unos días o se vuelve más intenso, es importante buscar consejo médico. Se debe al hecho de que estos síntomas incluso pueden ser causados por el efecto de las vacunas, pero también son característicos del propio COVID-19 y sería importante descartarlos.
Con más de 200 millones de dosis de vacunas contra el coronavirus administradas por el mundo y la rapidez con que se sigue inoculando en ya varios países, de momento no hay noticias sobre efectos colaterales preocupantes que justifiquen la paralización de las campañas.
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