En La Plata, Argentina, el ciudadano Jorge Ruiz estaba cansado de oír gemidos, gritos de placer y golpes en una habitación de hotel que está al lado de su casa. Se cansó, los denunció y la justicia le dio la razón: el alojamiento debe pagarle 700 mil pesos (cerca de 12,000 dólares).
La pesadilla de Jorge comenzó en 2008 cuando, en el patio de su casa, aparecieron preservativos, latas de gaseosas y cervezas, vasos de plásticos, jabones y hasta toallas, convirtiéndose en un basural, como lo denominó el afectado.
"Cuando empezaron los ruidos sexuales fui a hablar con los dueños del establecimiento pero me faltaron el respeto", contó Ruiz al diario Crónica.
Llegó hasta a pedirle a las prostitutas que gritaran menos, pero se negaron porque, según ellas, eso satisfacía a sus clientes.
"Te pido por favor que cuando vayas al telo, no pidas la habitación 22 o por lo menos no grites tanto", sugirió en otra ocasión a otra prostituta, pero la mujer contestó: "No puedo, me pagan para eso", contó Ruiz que le dijo la joven en una entrevista con El Ciudadano de Argentina.
En 2014 se cansó y llevó al hotel a juicio, pues el alojamiento también está muy cercano a la zona roja de la ciudad en Argentina, considerando que se juntan delincuentes para vender estupefacientes a los parroquianos.
Ruiz enjuició al hotel porque el ruido del la habitación superaba los decibeles permitidos en Argentina. La jueza le dio la razón: el alojamiento debe indemnizar al sujeto con 700 mil pesos argentinos por afectar su salud y resolver el problema de los ruidos molestos.
Pese a que ya se emitió la resolución, al hotel parece no importarle, pues los ruidos molestos continúan como si nada hubiera sucedido y no quieren pagarle la indemnización.