POR: FERNANDO 'VOCHA' DÁVILA
Por este lado del planeta, las flores casi siempre han sido utilizadas como un mecanismo de conquista. Es un mensaje subliminal para decir ‘te amo’ sin necesidad de palabras. Es la manera perfecta de tocar el corazón y provocar esa sonrisa cómplice que signifique un ‘sí’.
Pero en Rusia, las cosas no son tan iguales. Si caminas por Moscú, podrás ver chicos con sus ramos por las calles y no necesariamente van a una cita romántica.
Es que en la tierra de Putin no tiene el mismo significado. Es cierto, las parejas se enamoran y se engríen con este detalle, pero cuidado que no es solo comprar una docena o enviar las que plazcan.
En la tierra del Mundial, si no se tiene mucho tino, uno puede meterse en tremendo lío. Primero, las flores no son exclusividad de los enamorados.
Cuando uno visita una casa, es normal llegar con su ramo. Es un acto de cortesía, de buena vibra, de buscar que con esos aromas lleguen las mejores noticias. El invitado suele aparecer en la puerta y entregárselo a quien abra. Eso sí, debe ser un número impar. ¡Pobre si llevas 2, 4 o 6 botones! Eso solo se entrega en los funerales o cuando se visita el cementerio. Si te equivocas, te llevarías un rechazo inmediato.
Los rusos también tienen por costumbre enviar a sus hijos -en el primer día de clases- con una rosa para que sea entregada a la maestra. Cuando se inicia el período escolar es clásico ver a los niños caminando con su flor por las calles camino a su centro educativo.
Y si intentas conquistar a una rusa en tu primera cita, no olvides llevar un ramo. Si no lo haces, ella entenderá que no estás interesado, que solo deseas charlar y no volverse a ver.
Pero a estar atento, porque en todos lados vale un buen conversador, audaz y así siempre lograrás, como mínimo, provocarle una sonrisa a una bella mujer, así no tengas flores en la mano
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