La mayoría de papás y mamás suelen gritarles a sus hijos cuando no les hacen caso. Esta forma de educar e impartir disciplina no es la correcta porque estás usando la agresividad como tu arma principal.
Para la psicóloga Antonella Galli la disciplina con gritos daña la autoestima de tu pequeño, impide que controle sus emociones, altera su comportamiento y le genera ansiedad y depresión. Al final, solo le enseñas a ser violento con los demás.
“A veces la situación hace que recurramos a los gritos y amenazas continuas. Pero esto, a la larga puede afectar seriamente el buen desarrollo del menor”, advierte.
QUÉ HACER
- Habla con claridad. Cuando estés dando una orden vocaliza bien las palabras y llama su atención, sin alzar la voz.
- Cambia el mensaje. No le digas: ‘Como no recogiste tus juguetes, estás castigado’. Opta por: ‘Eres un buen niño, sé que no quieres ser sancionado por no recoger tus juguetes’.
- No seas autoritario. Cuidado con la frase: ‘Aquí mando yo’. Esto genera miedos y resentimientos. Es mejor que desde el inicio dejes claras las reglas de la casa.
SABÍAS QUE...
Si tu hijo no hizo lo que le encomendaste, no le grites. Respira profundo y luego pregúntale qué pasó. Escúchalo y dile que lo haga en ese momento.