Hacerse un tatuaje es una experiencia inigualable y muy valiosa pero también tiene sus peligros. Y es que si no respetas las recomendaciones de antes, durante y después de teñir la piel, podrías hasta perder la vida. Ese fue el caso de un irresponsable hombre que no supo cuidar adecuadamente su nuevo tatuaje.
Un joven de 21 años decidió hacerse un tatuaje religioso en la parte lateral de la pierna. Sin embargo, hizo caso omiso a la recomendación que prohíbe meterse a nadar en aguas abiertas al menos dos semanas después de tatuarse.
Es así que se fue de vacaciones al Golfo de México, donde disfrutó de las cálidas aguas del Atlántico, sin esperar que serían sus últimos días de vida. Como era de esperar, el tatuaje se infectó.
El hombre empezó a sentir síntomas como fiebre, escalofríos y erupciones cerca del tatuaje. Solo pasaron dos días hasta que su situación se tornara tan grave como para ser internado en el hospital. Su pierna estaba morada.
Inmediatamente los doctores sospecharon del vibrio vulnificus, un bacilo de aguas marinas y cálidas más conocido por ser una ‘bacteria come carne’. Y no se equivocaron, es más la infección que causó se complicó aún más por la cirrosis que el hombre padecía por haber consumido frecuentemente alcohol durante muchos años
Solo pasaron 24 horas desde su internamiento para que los médicos tuvieran que conectarlo a una máquina para mantenerlo con vida. Había sufrido un fallo orgánico total.
Y aunque luchó contra el choque séptico, desencadenado cuando la infección obliga al cuerpo a atacar a sus propios órganos, finalmente su cuerpo no pudo resistir y sus riñones fallaron quitándole la vida.
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