Lo de “los niños no mienten” tiene algo de cierto. Ellos no lo hacen porque todavía no han aprendido cómo hacerlo, cómo decir mentiras. Algunos estudios e experimentos sociales tratan de demostrar que las personas tienden a mentir. Así lo descubrió la ciencia. Es más, hasta nos han dicho cómo reconocer a un mentiroso.
La edición de junio de National Geographic detalló en un artículo las investigaciones realizadas en cuanto a este tema. En uno de los experimentos, las personas debían realizar ejercicios matemáticos; les habían dicho que a más preguntas terminadas, el pago iba a ser mayor. Al finalizar, fueron comunicados que el papel en que trabajaron sería triturado y que ellos debían mencionar la cantidad de operaciones resueltas.
Sus resultados indicaban que la mayoría de nosotros mentimos, pero no demasiado. En promedio, los voluntarios dijeron haber resuelto seis de los problemas, cuando la media real era de cuatro. Los datos fueron similares en diferentes culturas.
La capacidad de manipular a los demás sin usar la fuerza física, probablemente, confirió una ventaja en la competencia por recursos y compañeros, similar a la evolución de estrategias engañosas en el reino animal, como el camuflaje.
Según la ciencia, las razones principales por las que mentimos, parecen ser cuatro: 1. para promocionarnos
2. para protegernos
3. para mostrarnos amables
4. para mostrarnos crueles.
Aunque luego existen otras situaciones que son inexplicables, incluso para nosotros.
Según un experimento de la Universidad de Toronto (Canadá), los niños más pequeños son los menos propensos a mentir, probablemente porque todavía están aprendiendo cómo hacerlo. En este estudio, se escondía un juguete y se le pedía a unos niños que adivinaran qué era lo que estaba escondido. En un momento dado, el investigador se ausenta de la habitación un momento fingiendo contestar a una llamada, y le pide al niño que no mire.
La mayoría de niños no resistió y miraron disimuladamente, pero suelen admitirlo cuando se les pregunta. La reacción de cada uno, depende de la edad.
Los más pequeños suelen admitir que han echado un vistazo, mientras que alrededor del 80% de los niños de ocho años afirman que no lo hicieron. También su comportamiento para ocultar la mentira se vuelve más complejo: mientras que los pequeños que han mirado dan una respuesta correcta sobre el juguete (incluso lo que dicen que no lo habían hecho), los mayores, para sostener la mentira, dan respuestas falsas deliberadamente.
* Texto adaptado de N+1.
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