La muerte de un ser querido, la detección de una enfermedad, la pérdida de todos tus ahorros o una amarga desilusión. Por supuesto que las desgracias ocurren y para quien las padece supone todo un reto decidir si hundirse con ellas o superarlas.
Según el psicoterapeuta Hans Gutiérrez, hay un camino que las personas deben tomar. “Reconocer el dolor y vivirlo en el momento que corresponde. Conversar y llorar son acciones que, con el tiempo, permiten que la pena se diluya. El llanto como la risa son expresiones naturales y ninguno debe ser aplacado. El problema es que hay personas que para salvaguardar su dolor y evitar verse sensibles, prefieren callar”, indica.
Hans Gutiérrez enfatiza que el esconder la pena es un mecanismo defensivo al que recurren hombres y mujeres para alejar el dolor.
Esto se llama ‘La intelectualización de los problemas’, y se da cuando las personas postergan sus emociones interponiendo la lógica. “Esconden tanto el dolor que terminan sumergiéndolo en su psique (orden mental) y cuando estos sentimientos vuelven a asomarse lo hacen con doble o triple intensidad, e incluso creando fobias. Es mejor asumir las emociones con espontaneidad cuando aparecen”, recomienda.
Agrega que un dolor puede acompañarnos de uno a dos años. Pasado ese tiempo, se puede estar nostálgico, pero el llanto va desapareciendo y la recuperación final está más cerca.
Recuerda que
Ante momentos difíciles, las personas deben recurrir a sus padres, hermanos y amigos muy cercanos. Jamás aislarse.