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A propósito del Día de las Brujas, conozcamos de santos que previamente sirvieron a Satanás y practicaron hechizos y rituales que invocaban al demonio.
Antes de morir en el siglo III, decapitados por orden del emperador Diocleciano por negarse a renunciar a Cristo, san Marciano y san Luciano celebraron un pacto satánico y realizaban amarres amorosos.

Al fracasar con un conjuro con una cristiana virtuosa, “arrepentidos quemaron sus libros de magia y rompieron su pacto satánico”. Murieron quemados vivos por mantenerse en su fe. Hoy son santos mártires.
Otro caso del siglo III es el de san Cipriano, quien antes de servir a Cristo era un hechicero que elaboró ‘El libro de san Cipriano’, un texto de magia, y con hechizos intentó sin lograrlo, enamorar a una joven, Justina. Satanás le reveló que no pasaba nada porque la fe en Dios protegía a la muchacha. Arrepentido, dejó la brujería y abrazó al cristianismo. Murió decapitado por negarse a renunciar a Cristo.
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En España, en 1621, María Coliña de Cangas —llamada santa Comba— fue acusada de organizar aquelarres, reuniones de brujas para adorar al demonio. Confesó y durante seis meses llevó un sambenito, que usaba para mostrar público arrepentimiento.
Aunque no reconocida oficialmente como santa, la invocan para protegerse del demonio.
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DATITO
Gil de Santarem (1190-1265) fue un fraile que en el siglo XIII viajó a París (Francia), donde a cambio de vender su alma al diablo recibió los secretos de la magia negra y se convirtió en hechicero. La Virgen se le apareció y rescató a su alma, y pasó a predicar la palabra de Dios. Fue beatificado por el papa Benedicto XIV, el 9 de mayo de 1748, y se le invoca contra las acechanzas del demonio.
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