A raíz del fallido intento de matar al expresidente estadounidense Donald Trump, hoy recordamos que en el Perú también se produjeron muertes de altos dignatarios por mano ajena.
Estando en guerra contra Bolivia, el presidente Agustín Gamarra (1785-1841) murió en la batalla de Ingavi, el 18 de noviembre de 1841. Una bala le impactó en la parte interior del hombro derecho y otra en el cuello del mismo lado.
José Balta (1814-1872) fue asesinado días antes del cambio de mando. El 22 de julio de 1872, los hermanos Gutiérrez, coroneles Tomás, Silvestre, Marceliano y Marcelino, dieron un golpe de Estado y llevaron a Balta al cuartel San Francisco. Cuatro días después, Balta fue ultimado mientras descansaba en una cama. La orden fue dada por Marcelino en venganza por el asesinato de su hermano Silvestre cometido por uno de los hijos de Balta.
Como presidente del Congreso, tras serlo de la República, Manuel Pardo y Lavalle (1834-1878) fue asesinado el 16 de setiembre de 1878 al recibir honores de la guardia. El responsable fue el sargento Melchor Montoya, quien le disparó por la espalda y gritó ‘¡Viva el pueblo!’.
En 1933, Luis M. Sánchez Cerro, luego de pasar revista a tropas peruanas que iban a combatir a Colombia para recuperar nuestro territorio, fue baleado en la espalda por el aprista Abelardo Mendoza y murió. Su sucesor, Oscar R. Benavides, hizo la paz con Colombia.