Bodeguera dice que el éxito de sus ventas es la buena variedad de productos que ofrece y el trato al cliente. Foto: Antonio Melgarejo / Trome.
Bodeguera dice que el éxito de sus ventas es la buena variedad de productos que ofrece y el trato al cliente. Foto: Antonio Melgarejo / Trome.

Luz Suy Suy Carrasco dejó su natal Ferreñafe, en Lambayeque, para labrar un mejor futuro en la capital limeña y cumplir su sueño de adolescente: tener un negocio. Es así que desde hace veinte años, y con ayuda de sus padres, logró abrir la Bodega Suy Suy, en Surquillo.

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“Yo empecé con una mesita, un par de productos de abarrotes y pocas golosinas en la casa de mis papás en Ferreñafe. Fueron ellos quienes me motivaron a venir a trabajar a Lima y abrir mi tienda. Al inicio no sabía nada de nada, pero como dicen los profesionales, se aprende en la cancha. Para mí, ser bodeguera también es una profesión. La Asociación de Bodegueros también me capacitó muchísimo”, recuerda.

Esta ama de casa sabe que en la diversidad está el gusto. Como ella misma dice, uno de sus secretos para seguir vigente en estos veinte años es tener de todo un poco.

“Aquí encontrarán de todo, nadie se va con las ganas. Por ejemplo, en esta época lo que más sale son las bebidas heladas, entonces me aseguro de tener gaseosas, refrescos, agua y jugos caseros (preparados por ella) bien heladitos. Tengo hasta artículos de ferretería, ja, ja, ja. Y si quieren delivery, también me doy una escapada y voy”, indica.

Luz Suy Suy lleva veinte años al mando de su bodega bazar. Foto: Antonio Melgarejo / Trome.
Luz Suy Suy lleva veinte años al mando de su bodega bazar. Foto: Antonio Melgarejo / Trome.

SALIR ADELANTE

Pero nada ha sido fácil. Luz ha tenido que armarse de coraje y salir adelante.

“Mis padres murieron hace un año y mi dolor era tan grande que quise cerrar la tienda. Felizmente, reaccioné a tiempo y dije ‘haré lo que sea para que mis viejitos sigan orgullosos de mí’, así que ahora estamos imparables”, comenta.

Otro momento que la puso entre la espada y la pared fue hace cuatro años cuando asaltaron el local y la dejaron en nada.

“Los emprendedores no podemos darnos el lujo de rendirnos ante la delincuencia. Tenemos que seguir trabajando”, manifiesta, aunque le siguen llegando ofrecimientos de préstamos gota a gota, que ella prefiere ignorar.

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