Los incas fueron unos magníficos orfebres. Combinaron la arquitectura y la metalurgia con resultados impresionantes. Levantaron construcciones a base de piedras y decoradas cuidadosamente con otros metales preciosos. La fortaleza de Ollantaytambo y el Templo de Coricancha son muestras claras del grandioso trabajo que lograron.
El oro fue el metal decorativo por excelencia en el imperio incaico. Lo utilizaron para decorar edificios, vestidos y objetos ceremoniales, pero también para representar su vida diaria. Realizaron figuras de animales y estatuas humanas enteramente de oro, las que ofrecían a los dioses durante las ceremonias religiosas.
También los incas lo emplearon en ritos funerarios: al morir un inca se momificaba y se le colocaban ojos postizos hechos de oro. La recolección de este metal era totalmente artesanal porque las ‘pepitas’ abundaban en las orillas de los ríos y la tierra.
Los incas las recolectaban pacientemente y después realizaban el proceso de fundición. Además del oro, también se utilizaron otros metales como la plata, el cobre y el bronce para la construcción de armas y objetos domésticos.
Las esmeraldas, cuarzos y otras piedras preciosas también fueron aprovechadas por los antiguos peruanos. Con ellas los incas embellecían los collares, coronas, aretes y brazaletes.