Los principales productos incas eran obtenidos gracias a la tierra, por ello era muy importante trabajarla en conjunto y de tal manera que hubiera suficiente para todos. Conoce aquí los detalles históricos de esta actividad.
La distribución de los cultivos en el Tahuantinsuyo tenía tres destinos: la mayor parte era para el consumo humano, una porción más pequeña era otorgada al inca como tributo y lo que sobraba se guardaba para las épocas de escasez.
En el Tahuantinsuyo tampoco existió el dinero, no había monedas ni billetes que moderaran la economía. Por eso se utilizaba el trueque, una práctica que consistía en el intercambio de productos.
Muchas veces se daba que un ayllu (grupo de familias) tenía mucho de un cultivo y lo intercambiaba con otro ayllu por algo que no tenía.
Existían también en el Tahuantinsuyo mercaderes que viajaban cortas distancias, de pueblo en pueblo, tratando de intercambiar sus productos. Estos se dirigían a los pocos mercados que había para realizar trueques, pero siempre con el permiso de la autoridad local (curaca). Era imposible que una persona realice intercambio alguno si no contaba con la autorización debida.
Si bien en el Tahuantinsuyo no existía la idea de propiedad privada, el inca adjudicaba parcelas o tupus a cada habitante: un tupu para el hombre y medio tupu para la mujer. A cambio, los pobladores se comprometían a trabajarlas y designar los mejores productos de las mejores tierras para el inca.
DATOS
Las artesanías y utensilios eran producidos solo para el uso personal, salvo cuando la élite del imperio mandaba a elaborar vajillas o adornos para ceremonias especiales.
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