Los siete días de la semana se suceden sin cesar, sin que jamás nos hayamos detenido a pensar por qué llevan esos nombres. De ellos, vamos a tratar aquí.
El nombre de los días que conocemos hoy fue implantado por el Imperio Romano en el siglo IV de nuestra era. Nuestros antepasados romanos copiaron el calendario lunar de los mesopotámicos, que tenía siete días, ya que cada fase de la luna, es decir, luna nueva, luna creciente, luna llena y la luna menguante, dura siete días cada una.
Estos siete días se corresponden con los siete astros que cambiaban su posición en el cielo: el sol, la luna y los cinco planetas que se podían ver a simple vista en la antigüedad.
Por eso, el lunes estaba dedicado a la luna, el martes al planeta Marte, el miércoles a Mercurio, el jueves al planeta Júpiter, el viernes a Venus, el sábado al planeta Saturno y el domingo al Sol.
EN HONOR A DIOS
Nuestros antepasados romanos llamaban día del sol al domingo y algunos pueblos lo siguen utilizando en la actualidad, como los ingleses que llaman a este día sunday, que en su lengua significa día del sol.
Pero en otros lugares del imperio romano, con la llegada del cristianismo, el día del sol fue cambiado en honor a Dios por Dominicus, el día del Señor. Además, se decretó que el Dominicus fuese el día de descanso para poder adorar a Dios.