Las evidencias señalan que el tiempo prudencial para embarazarse después de haber dado a luz son 18 meses.
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Es decir, debe pasar un año y medio desde el día que se dio a luz para que se inicie una nueva gestación. Las razones principalmente son tres:
1. Muy poco tiempo entre los embarazos aumenta la posibilidad de un nacimiento prematuro, con complicaciones para el recién nacido, como bajo peso al nacer, mayores posibilidades de anomalías congénitas y riesgo de morir.
2. Si se concibe antes del año y medio, la mujer no tendrá el tiempo suficiente para recuperar los nutrientes que se consumen en una gestación, como el hierro y el ácido fólico.
Esto provocará anemia materna y malformación del sistema nervioso central en el nuevo bebé. A más edad de la madre, mayores son los riesgos.
3. A nivel vaginal existe un conjunto de bacterias consideradas como las defensas naturales que protegen al tracto genital femenino, conocidas como ‘microbioma’ o ‘microbiota’, y son trasmitidas durante el nacimiento al bebé estimulando su sistema inmunológico, sobre todo a nivel del intestino.
Estas bacterias tan necesarias solo se regeneran después de un año de haber tenido un parto, vaginal o por cesárea, por lo que es necesario espaciar oportunamente los embarazos.
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