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Los cambios significativos, como una mudanza o problemas económicos, pueden generar estrés en la familia. Para manejarlo, es fundamental fortalecer la comunicación.
Hablar abierta y honestamente sobre los cambios ayuda a que cada miembro exprese sus preocupaciones, dudas y emociones, lo que disminuye tensiones.
Es clave involucrar a todos en la planificación del cambio, según sus edades. Por ejemplo, permitir que los niños participen en decisiones pequeñas les da una sensación de control y seguridad. Además, mantener rutinas familiares estables (comidas y actividades juntos) aporta un sentido de normalidad en momentos de incertidumbre.

Los padres deben modelar calma y resiliencia, mostrando que los problemas pueden enfrentarse juntos como equipo. También es útil buscar apoyo externo, como familiares, amigos o incluso profesionales, si la situación lo amerita.
Abrazar los cambios como una oportunidad para crecer y adaptarse puede fortalecer los lazos familiares y reducir el impacto del estrés.