
Ludwig van Beethoven posiblemente sea el compositor que más ha influido en la historia de la música a partir del siglo XIX.
Fue el genio de la sinfonía, de la sonata y de los cuartetos de cuerda, formas clasistas que el músico reelaboró a través de una compleja personalidad y que llevó a sus más altas notas de belleza.
Nació en Bonn (Alemania), la mayoría de sus biógrafos afirman que fue el 16 de diciembre de 1770, y murió en Viena (actual Austria), el 26 de marzo de 1827, hace 198 años, completamente sordo.

¿CÓMO SE QUEDÓ SORDO?
Beethoven no nació sordo. Fue a partir de sus 27 años que comenzó a escuchar zumbidos.
Buscó ayuda médica e hizo uso de cornetas acústicas para amplificar el sonido.
Solía pegar el oído al piano para escuchar mejor, incluso se mudó a una villa a las afueras de Viena esperando que la naturaleza lo curara, pero nada resultó.
Seguía perdiendo la audición.
El alma de Beethoven estaba destruida y su cuerpo también empezaba a fallarle.

El compositor padeció muchas afecciones en su vida, entre ellas enfermedad inflamatoria intestinal, síndrome del intestino irritable, diarrea violenta, depresión crónica, envenenamiento de mercurio (otros dicen plomo) e hipocondriasis.
Los estudios indicaron que el envenenamiento de plomo puede producir daño neurológico, aunque no se sabe si Beethoven lo sufriera.
Lo cierto es que para 1816 el músico estaba irremediablemente sordo, pero siguió creando y sus obras eran más que geniales.

DATITO
Un día después de la muerte de Beethoven, el médico Johannes Wagner realizó una autopsia al cadáver y le encontró “el abdomen inflamado y el hígado curtido y de casi un cuarto del tamaño normal; indicaciones todas de cirrosis por consumo de alcohol”.
Otras investigaciones indican que en su niñez el músico presentó viruela, que le dejó cicatrices en la cara, y tuvo ataques de asma a los 16 años, con resfriados frecuentes que se acompañaban de dolores de cabeza.