La sonrisa parece dibujada en su rostro. En una charla de casi una hora es imposible no haber reído más de lo esperado. A pesar de los temas serios y de reflexión siempre hubo una sonrisa. Patricia Portocarrero es la dama de la comedia, de y de. Esta vez la tenemos en su forma más íntima, sin esa nariz roja que muchas veces lleva puesta, pero que siempre la tiene en su corazón...

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Patricia, ¿Cómo te sientes?

Estoy en un punto que ni joven, ni vieja.

¿Te invaden las canas?

Estoy esperando que cubran toda mi cabeza y seguro me haré un mechón.

¿Cómo te ves dentro de diez años?

Una viejita divertida.

¿Arrancas suspiros en la calle?

Voy caminando y me dicen: ‘¡Upa!’, avanzan y ven mi rostro: ‘Uy, es una señora’.

¿Con quién te han confundido?

Cuando estaba más joven con Carla García, encima somos vecinas.

¿En serio?

He escuchado que murmuran: ‘Es la hija de Alan’

¿Miedo a morir?

Más bien dejar a mi hijo que no está maduro.

¿Envejecer?

No. Me daría pena que por mis arrugas no me den un papel.

¿Cómo serás de abuelita?

Toda picarona.

¿En qué etapa de la vida estás?

Avancé la mitad y di un paso más.

¿Ya encontraste el amor?

Demoré en darme cuenta lo que era en realidad ese sentimiento.

¿Y ahora lo puedes definir?

Es la persona en quien puedes confiar a ojos cerrados.

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¿Por qué ahora sí y antes no?

Me sentía desvalorada como mujer. Nunca tuve una pareja incondicional o que se sienta orgullosa de caminar de mi mano.

Pero tienes un hijo...

He sido madre soltera y aprendí a valorar mi soledad, me hice muy fuerte.

¿Tu situación actual?

Tengo una pareja y ni él ni yo somos complementos del otro. Vamos por la vida tomados de la mano.

¿Se ven juntos hasta el final?

Él cambiándome los pañales y yo alcanzándole el ‘papagayo’ ja, ja, ja.

¿Te harías cirugías?

Quizá un retoque, porque soy vanidosa como buena actriz. Me he hecho botox que me permiten gesticular.

¿Te sientes bella frente al espejo?

A veces, me veo más linda que otros días, aunque lo más importante es que siempre me siento feliz.

Me quedé pensando en la vanidad de los actores...

Somos una mezcla extraña de ego y autoestima baja.

Explícalo...

Nos encanta que nos aplaudan, pero también estamos preocupados si lo que hacemos le guste a todos.

¿Siempre quisiste estar en el arte?

No. Antes fui secretaria en una fábrica de cemento.

¿Y eso?

Mi padre no quería que siga por el lado artístico.

¿Qué te dijo?

Cuando le avisé me respondió: ‘Sobre mi cadáver’.

¿Entonces?

Él falleció y como soy una chica obediente, dejé mi trabajo y me inicié en mi carrera. Pero sabes, sé que me mira desde el cielo y disfruta con todo lo que hago.

¿Celosa?

Mi esposo lo es, le he dicho que no puede serlo con una actriz. Y si me toca hacer escenas de celos que se vaya al baño.

Patricia Portocarrero en UCI

Hace poco pasaste por un problema de salud...

Estuve cinco días en Cuidados Intensivos y tres veces hice un paro cardíaco y no sabía nada.

¡Eso es grave!

Un curita llegó a la sala donde estaba e hizo una oración. Me dijo que era para hacer la ‘unción a los enfermos’.

¿Te estaba despidiendo?

Eso mismo pensé, pero me dijeron que era para tener la protección de Dios y no porque estuviera en las últimas.

¿Volvió a buscarte?

Sí y le dije que por favor se retirara, porque a mí aún no me va a llevar la ‘pelona’.

Haz creado tu propio emprendimiento...

Se llama IMPROACH. Es trabajar con las empresas cuando quieren comunicarle algo a sus trabajadores: metas, un producto que acaban de lanzar, beneficios para ellos. Nosotros se lo hacemos saber de manera divertida.

¿Algo más?

También les brindamos una metodología que hemos creado con mi esposo. Combina lo mejor de ambos.

Cuéntanos más...

Él es coach profesional y yo pionera de la improvisación en el Perú. Hay formas ineludibles para ser empático o trabajar en equipo. Te lo memorizas, pero no sabes cómo hacerlo.

¿Entonces?

Ahí entra la técnica de improvisación. Lo que aprendiste ahora lo va a entender tu cuerpo.

Muchas gracias...

A ustedes, porque estas conversaciones sirven para que el público sepa cómo soy.

Con la risa de por medio, pero dialogando con seriedad, ella mantiene su estilo. Se siente la honestidad para hablar. Como alguna vez lo afirmó el filósofo escocés Thomas Carlyle: “Es mucho lo que una risa encierra. Es la clave con la que desciframos al hombre”.

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