Esta es una entrevista arriesgada, porque le vamos a quitar la piel de villano al diabólico Adán Cruces de ‘Luz de Luna 3′, para encontrar al espiritual Sebastián Ligarde, el legendario ‘Memo’, el actor que siempre representa al malo y cruel. Vamos a encontrar a un tipo que halló en Dios la ruta para el éxito y en la sencillez el camino a seguir creciendo. Esta es la vida real de un ser humano que muchas veces nos generó escalofríos con sus papeles.
Sebastián, debes tener un ropero donde no cabe más ropa.
Tengo más en el vestuario de la telenovela que en mi casa.
¿Auto último modelo?
Un Mazda y nada más.
¿Casas?
Un departamento en México y rento uno en Miami.
Extraño para un actor consagrado.
No me desespero ni por la casa grande, los coches, ni ropa cara.
Es que la fama trae vanidad y gastos excesivos.
Cuando interpreté a ‘Memo’ en ‘Quinceañera’ tenía 33 años, o sea que me agarró maduro, consciente de lo que quería.
¿Y los demás se marearon?
Era triste ver a los jovencitos cómo andaban perdidos en fiestas y alcohol. Les encantaba ir a lugares solo para que les pidan autógrafos.
Tantas veces de malo, ¿le has pedido ‘disculpas’ a Dios?
Siempre le digo: ‘Solo estoy actuando’.
¿Te cuestan esas representaciones?
Bastante, termino agotado.
¿Eres generoso?
Me gusta mucho ayudar a la gente, cuando me piden y cuando no lo hacen.
Me enteré que llevaste a almorzar a los chicos de utilería.
He regalado sillas de ruedas a personas sin piernas que, pese a ello, trabajan en la calle.
La Biblia dice que hay más felicidad en dar que recibir.
Cuando alguien nos pide apoyo, creo que Dios no está poniendo esa prueba.
¿Cómo crees que será ese encuentro con el Ser Supremo?
Me va a preguntar dos cosas: ‘Si he amado lo suficiente y si he ayudado’.
¿La popularidad te hizo mejor persona?
Se me hace tan desagradable creer que por ser famoso eres mejor ser humano.
¿Es al revés?
Casi siempre son peores. Les falta humildad, sencillez, son narcisistas.
¿Te crees ‘pintón’?
Nunca me creí galán.
No te creo.
Trato de verme lo mejor que puedo.
Tu hinchada femenina no piensa igual.
Si hubiera sido guapo sería protagonista y no villano.
¿Entonces?
Se que mis ojos expresivos y mi voz gruesa ayudaron en mi carrera.
La eterna historia con el Señor es buscar la manera de enfrentar a la muerte.
A mí me asusta la vejez.
¿Ejemplo?
No depender de mí mismo y los achaques que vienen con la edad.
Es inevitable.
No hay una formación cultural que nos prepare para la tercera edad. Explicarnos cómo va a ser el cansancio, el problema de memoria.
Pensando en el hoy y mañana, ¿cómo te alimentas?
En desayuno avena o un poco de porción de frutas. Trato de que no sean las muy dulces. Ni plátano ni mango.
¿Te despediste del pan?
Cuando voy a un restaurante y está con mantequilla, no lo puedo evitar.
¿Almuerzo?
Verdura sancochada, ensalada de atún, filete de pescado, guisadito. Y los lunes cuando grabo aprendí a comer lentejas y me han dicho que ayuda a la economía, je, je.
¿Tu último bocado?
Casi siempre es entre 7 y 8 de la noche. Prefiero dormirme con un poquito de hambre.
¿Solo en Lima cocinas para ti?
Mucho. He sacado videos y han sido un éxito.
¿Comida mexicana?
Peruana y japonesa.
¿Qué preparas del Perú?
Causa y cebiche. Quisiera aprender a hacer carapulcra.
La gastronomía tuya y la nuestra tienen mucho parecido.
Sí y en la corrupción también somos iguales, ja, ja.
¿Hoy cómo te conectas con Dios?
Mediante la oración y las respuestas a mis interrogantes las encuentro en mi corazón.
¿Te gusta leer?
Sí, aunque ahora solo repaso mis guiones.
¿Por qué es buena la lectura?
Te enseña a hablar mejor. Alimenta el alma y el cerebro.
¿América o Chivas?
Crecí en Texas, con mis tíos y no existía el soccer, solo el fútbol americano y el béisbol, que son mis aficiones.
¿Te quieren aquí?
Por donde voy, pese a las décadas que ya pasaron, todos me gritan: ‘Hola Memo’.
¿Cómo decidiste participar en ‘Luz de Luna 3′?
Porque es exitosa y no era un experimento. Eso fue fundamental para asumir el reto.
Gracias por dejarnos viajar a tu interior.
Al contrario, fue un gusto.
El hombre con mirada de malo, gestos crueles, es un hijo de Dios y sabe muy bien que en compartir está la felicidad. Como alguna vez lo dijo San Agustín: ‘El pan se reparte con las manos, pero se entrega con el corazón’.