
Los cambios hormonales de la menopausia traen entre otros síntomas los bochornos, esa sensación de calor y sudoración que se experimenta incluso algunos años antes de que se vaya la regla para siempre y que pueden durar hasta 20 años en diferente frecuencia y magnitud.
Si bien pueden aparecer en cualquier momento del día, cuando están presentes en la noche son más prolongados, dejan una sensación de frío posterior e interrumpen el sueño provocando irritabilidad, cansancio y fatiga.

La causa es la disminución de estrógenos que desencadena una reacción en la que hay taquicardia y escalofríos. Los bochornos se vuelven más intensos cuando hay mucho estrés, se ingieren alimentos muy calientes en el día o se consume cafeína o alcohol en exceso.
Además, los picos elevados de azúcar aumentan la sensación de calor repentino. En la noche, no uses ropa sintética o muy abrigadora, mantén el cuarto bien ventilado y evita las duchas muy calientes.
También hay que tener buenos valores de magnesio. Lo encontrarás en verduras de hoja verde, frutos secos, pescados oscuros y chocolate con alto porcentaje de cacao.
Aquí un ejercicio de respiración que disminuye la intensidad del sofoco: respira profundo por la nariz durante 4 segundos, mantén el aire por 7 segundos y elimínalo lento por la boca en 8 segundos.
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