Ha estado en esa profundidad oscura que solo conocen los hijos descarriados de Dios. Las drogas, el alcohol y otros vicios fueron durante mucho tiempo su refugio. Un refugio ilusorio. Una coraza para esconderse del sufrimiento de la ausencia. La ausencia de sus padres. La ausencia de un propósito.
Ramón García, a sus 72 años, recuerda aquellos años desenfrenados con la tranquilidad que da el haberse remendado a tiempo. Justo a tiempo para entregarse a Dios y construir su carrera. Hoy es uno de nuestros actores más destacados, con tantas producciones encima que le cuesta enumerarlos: series de televisión, obras de teatro, largometrajes. Solo por mencionar algunas: participó en dos series de la cadena internacional HBO: como el ‘Cardenal Aguirre’ en ‘The new pope’ y ‘The young pope’. Fue el entrañable ‘Chapana’ en ‘Los Choches’, el oficial encubierto ‘Campos’ en el policial ‘Gamboa’ y el ‘Teniente Huarina’ en la película ‘La ciudad y los perros’.
Hoy actúa como ‘Choro plantado’ en la obra teatral ‘Los Inocentes’, una adaptación del libro escrito por Oswaldo Reynoso y que se presenta en el teatro de la Universidad de Lima.
Maestro, ¿usted tuvo una vida tormentosa?
Yo tuve una vida muy azarosa, muy jodida
¿Conoció todos los abismos?
Todos. Yo estuve en el fondo.
¿Cómo se sale del fondo?
Por mi mamá.
¿Y cómo se llega hasta donde ha llegado, a ser uno de nuestros actores más importantes?
Yo no creo en eso, no soy consciente. No sé, yo pienso que estoy todavía al pie de la montaña y me falta mucho por subir. Pero cuando yo estuve tocando el fondo, realmente tocando el fondo, la situación era horrible.
¿Qué es tocar el fondo?
Estar tres noches sin dormir drogándome y amanecer vomitado encima y con sangre por todos lados. Eso es. Yo no compraba un paquete, compra bolsas. Iba al Callao y compraba dos o tres bolsas de pasta. Aparte, coca, marihuana. Todo lo habido y por haber. Y un día después de una terrible malograda, el dos de enero del año 86, estaba tirado en el suelo, todo vomitado, y por incorporarme, me apoyé en el velador. Y jalo el cajón del velador sin darme cuenta, y como esos muñecos que salen de la caja de sorpresa, saltó la foto de mi mamá. Y entonces yo dije no, la estoy embarrando toda.
Fue un mensaje…
Y así lo tomé. Me bañé, me arreglé, me puse mis zapatillas, en ese tiempo vivía cerca del Estadio Nacional, y me fui a correr hasta que se me doblarán las piernas. Hice abdominales, planchas. Y en esto me ayudó mucho mi formación en el colegio militar.
¿Entonces?
Me agoté, llegué a la casa, me bañé. Me puse mi ropa y enceré, trapeé. La casa era una porquería.
¿A qué se dedicaba en esos tiempos?
Estaba haciendo actuación, pero cometía muchos errores. Lo más terrible fue cuando me comenzó a dar los ataques de abstinencia. Comienzas a temblar, te dan convulsiones, salivas como perro con rabia. Horrible.
¿Es fácil salir de ese hoyo? ¿Cuánto le costó a usted?
Mucho ejercicio físico, mucha oración. Rezaba. Yo rezaba todo el tiempo que salía a correr. Rezaba cada vez que venían los problemas. El deseo de tomar, de comenzar con el trago. Yo me he tomado 3 botellas de ron en una noche. Tomaba el ron como si fuera Coca Cola. Cuando estaba en esa situación rezaba y rezaba.
¿Qué pedía?
Le decía al señor ayúdame. Y ni siquiera era católico porque no me había bautizado, pero sí creía en él. Yo le decía a mí papá y a mi mamá (fallecidos), ayúdenme. A mi mamá le decía ‘ayúdame, porque yo sé que tú no me has parido para ser un miserable’. Estoy convencido que todos, absolutamente todos los que venimos al mundo tenemos una misión, algo que hacer. ¿Qué es lo que buscan todos los seres humanos? Felicidad, pero felicidad no es cuando tú tienes un auto del año o cuando compras una casa. Yo estoy convencido que la felicidad la tienes cuando tú ayudas a otras a ser feliz.
Estamos en el bar Juanito de Barranco, ¿no hay tentación entre los chilcanos y pisco sours que van y vienen?
Ya no. Ya no. El otro día me invitaron un chilcano, lo sentí delicioso, pero solo disfruté. Tomé un poco. Ese era el punto, ahí paré. ¿Sino dónde está todo lo que has luchado? Si vas a caer, serías un imbécil.
LOS EJECUTIVOS DE TV OFRECÍAN A LAS MUJERES EN CATÁLOGOS
Cuénteme un poquito cómo era ser actor antes y cómo es serlo hoy…
Eh, bueno. En el teatro seguimos batallando. En la televisión era terrible. Si entrabas en la lista negra te fregabas.
¿Qué era la lista negra?
Reclamar, abogar por tus derechos, en el caso de los varones. En el caso de las mujeres era peor, no todas, pero muchas veces eran situaciones del ‘¿cómo es? ¿quieres esto, cómo es?’. Cuando vino la televisión en los años 50, en el país no había gente preparada en Comunicaciones. Llegó gente de afuera a enseñar cómo armar un canal…
¿Les enseñaban a hacer televisión?
Claro. Vinieron cubanos a enseñar. Entonces no había camarógrafos, no había sonidistas, no había luminotécnicos. Creo que Phillips fue la compañía que empezó a entrenar a esta gente. Pero en los mandos intermedios, los gerentes, no existían comunicadores. Eran contadores, ingenieros, economistas. Me acuerdo que había un director de televisión que era farmacéutico.
¿Qué penurias pasaban los actores de su época?
Yo recuerdo cuando hacía ‘Gamboa’, trabajaba actuando, pero también en producción. Entonces hice el personaje del ‘Chato Campos’, el que andaba con ‘Gamboa’. Pero también hacía casting. Entonces leía los libretos, hacía los desgloses y decía que, para tal personaje, era tal actor o actriz. Entonces la primera vez, el que financiaba, preguntó a quiénes había seleccionado. Me dijo que estaba loco, que tal y cual no iban.
¿Por qué?
Porque uno reclamaba, el otro era conflictivo. Y una actriz no porque había tenido un romance con un ejecutivo y producto de eso tuvieron un hijo y se habían separado y era un lío.
Pero usted seleccionaba de acuerdo a la capacidad y le bajaban el dedo…
Claro. Yo qué miércoles iba a saber si fulano era peleón, si el otro era quejón. Después que pasaba por ese filtro, me mandaban al segundo de Delgado (Parker), y no te diré su nombre porque no vale la pena. Era el segundo en el canal. Decía: ‘este no, este tampoco’.
¿Cuántos talentos terminaron quedando en el camino por esos caprichos?
Que te cuenten.
¿Talentos que hoy brillan?
Que te cuenten los actores antiguos.
¿Qué actor pudo participar en ‘Gamboa’ pero no pasó ese filtro?
Varios. Incluso ya fallecieron. Pero hay uno que lo voy a nombrar porque lo quiero mucho, a veces se cometieron injusticias con él y fue un gran actor. Es más, yo le decía padre. Es más, su hijo le ganó un juicio al canal 2 por reclamar sus derechos. Estoy hablando de Enrique Victoria y Carlos Victoria. Ambos creadores, junto a César Urreta, de la famosa ‘ley del artista’.
¿Y hoy cómo es actuar?
Siempre habrá el acoso sexual por todos lados, siempre. Pero ya no es como antes.
Ya no hay tanta sinvergüencería…
Es más, te cuento. Llega un compañero, que no era actor, para un trabajo muy delicado dentro de una producción televisiva. Él tenía estudios en el extranjero, en Londres. Y habla con la persona que tiene que darle las cantidades de dinero y escucha su propuesta. Entonces, mi amigo le dice muy educadamente que muchas gracias, pero no. Que no trabajaba por ese monto. Eso era lo que ganaba su asistente.
¿Y qué sucedió?
El ejecutivo le dijo que podían compensar esa diferencia con los canjes de muebles, ropa, etcétera. Y en esa época no había como hoy en donde pones un nombre en Google y sale la persona. Tenían un archivo, los famosos archivos, con todas las fichas de puras chicas. Le dijo: ‘mira, esta es buena. Esta es brava’.
Las ofrecían en catálogos…
Sí, te lo cuento porque esta persona es muy amiga mía y me lo contó el día que sucedió. Cuando lo encuentro en la calle le pregunto de dónde venía y me cuenta, me dijo que le habían ofrecido una porquería de plata. Pero lo terrible, lo asqueroso, me decía, que le empezaron a ofrecer a estas chicas que son chicas que trabajan en el canal, que trabajaban en programas del canal y que salen al frente.
Como quien ofrece un plato de comida…
Claro, como si te dijeran ‘tenemos este menú’. Bueno, esas cosas creo que ya no se dan. Ahora todo es más claro.
SU PERSONAJE ENTRAÑABLE
Ha interpretado a tantos personajes, ¿pero guarda uno con especial cariño?
Me preguntan siempre eso. Es como un papá que tiene varios hijos y le preguntan a quién quiere más…
Pero uno siempre tiene un favorito.
Sí, pero trata de no decirlo para que los otros no se resientan. Me pasa algo así. Pero evidentemente hubo personajes que me gustaron mucho. Personajes, incluso, chiquitos, pequeños. Cuando hicimos ‘Los Choches’, bueno, ‘Chapana’, hasta ahora siguen con eso. O lo de ‘Paquete y Camote’.
¿Le molesta que hasta ahora lo llamen ‘Chapana’?
No voy a decir que me es indiferente. Sí me afecta un poco a mi ego, pero no es algo que me quite el sueño. Como dicen, me vale madre. Cuando pienso en mi vida, siempre me imagino como esas bolas de nieve que van cayendo del cerro. Nunca hice un croquis de mi vida.
Los escritores siempre sueñan con escribir su libro máximo. ¿Usted, como actor, espera interpretar al gran personaje de su carrera?
Sí. Bueno, si hablamos de la dramaturgia universal me encantaría ser Ricardo III como casi todos los actores. Es un cliché.
¿Además?
Pero a mí me gustaría un personaje, no sé si exista dentro de la dramaturgia. O habría que crearlo. Un viejo payaso, que se ha olvidado de su payasada. Trata de hacer sus payasadas y no le sale. Quiere hacer algo y se le cae. Se le rompe. Y él dice: ‘sí puedo, sí puedo’. Y lo vuelve a hacer, y lo vuelve a hacer, pero la embarra y embarra. Hay un ángel alrededor de él, que vuela, y le canta. Es la hija. Él comenzó a perder la cordura cuando su hija cayó del trapecio y murió. Y es la hija la que lo acompaña. Le da las fuerzas necesarias para que recupere su memoria, su vida, su arte. Y en el último instante él logra hacer su última payasada y ahí muere. Ese es un sueño de varios actores. Morir en el escenario.
¿Ese es su sueño?
Sí. Morir haciendo lo que más me gusta.
NO VEO TELEVISIÓN
¿Usted consume producciones nacionales?
Televisión, no.
Es paradójico que un actor no vea tele…
Hay algunas cosas que sí veo. Por ejemplo, me gusta el programa de ‘Gonzalete’ (Gonzalo Torres), ‘A la vuelta de la esquina’. Me encanta. Me gustaba, por ejemplo, el programa de Marco Aurelio Denegri, el mejor programa que ha existido en el país.
¿Y qué opina del resto de lo que hay en televisión?
Prefiero no opinar. Sería un juicio, de repente, muy sesgado y todo el mundo tiene derecho a ganarse los frijoles. No me agrada, no veo, con decirte que las pocas veces que me he detenido a ver me ha causado emociones muy conflictivas dentro de mí, no me da cólera, me da pena. Me ha dado vergüenza. El otro día vi un episodio que, la verdad, sentí una cosa como repulsión. Era alguien que se jactaba a ayudar a los pobres y pedía a las cámaras diciendo: ‘miren cómo llora, miren cómo llora’. Qué cosa quiere el imbécil ese. Eso me dio mucha rabia
¿En qué se ha convertido la televisión de hoy?
Hoy es un circo, un circo barato, pero bien barato
Usted ha atravesado varias generaciones de televidentes, ¿cómo ve su evolución? ¿Cada vez son menos exigentes?
Tú has pronunciado una palabra clave: ‘evolución’. Más bien diría ‘involución’. Me pueden tildar de paranoico, pero pienso, siento, percibo, intuyo, deduzco que hay una mano negra que quiere que nuestro pueblo siga ignorante, siga siendo estúpido
LA OBSESIÓN
Está en la obra ‘Los inocentes’, un libro transgresor en su año de publicación, ¿lleva esa esencia a las tablas?
El que ha leído a Reynoso se dará cuenta que la obra mantiene su esencia. Teatralmente está ligada con el teatro físico. O sea, hay como una especie de obra coreográfica, son cuadros con muchos movimientos, mucha intensidad, mucho uso del espacio. Reynoso no fue muy aceptado, fue muy criticado por su obra, ahora resulta que es un ícono de la literatura peruana. Posiblemente, fue una observación clasista porque habla sobre la barriada, la collera, el barrio humilde, los sueños, las ambiciones de esos jóvenes.
Ahora que hablamos de libros, alguna vez un viejo poeta me dijo que un poeta nace, no se hace. ¿El actor nace o se hace?
Bueno. Muchos dicen que se puede hacer, estudiando, trabajando. Hay textos que ponen en tela de juicio el talento y que lo que importa es el trabajo permanente y constante. Yo no. Yo creo que todos podemos patear una pelota, ¿pero cuántos Messis hay? ¿Cuántos Maradonas hay? Solo uno.
¿Qué condiciones debe tener un buen actor?
Bueno, primero el deseo obsesivo de actuar. La actuación no es una profesión, es una pasión. Si no lo haces de esa forma, no te dediques a esto.
¿La obsesión se apaga con los años?
No creo. Yo estoy más loco todavía. Ya tengo 72 años, 45 de actor y 31 de profesor.
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