Su nombre es Katy Portella, pero Pepito Quechua la llevó al mundo del folclore como Flor de Huaraz. Dice que el gringo Karl fue su colágeno y cuando terminaron lo lloró como se llora a ‘un muerto’. A continuación, abrió su corazón con TROME.
“Yo nací en Paramonga y desde niña me gustaba muchos las actuaciones. Tuve la suerte de tener un padre que era músico, que tocaba la mandolina con todos los artistas de ese momento. Al terminar el colegio vine a Lima para seguir mis estudios superiores”, señaló.
¿Qué estudiabas?
Computación, pero conocí al papá de mis hijos y tuvimos dos hijos. No me casé, solo nos juntamos. Uno piensa que va a formar a su familia y que es para toda la vida, pero no es así.
¿Qué pasó?
Él se enamora de otra mujer y yo me quedo sola con mis dos hijos.
Te dolió la infidelidad.
Sí, yo pensaba que me iba a morir de la tristeza al ver a mis dos hijos sin padre, pero el luego regresa.
¿Lo perdonaste?
No, no se perdona una infidelidad. Él regresa y tuvimos un acuerdo, él se queda con los niños porque tenía más posibilidades económicas. Tuvimos la tenencia compartida, de lunes a jueves para el papá y de viernes a domingo se quedaban conmigo.
¿Cuándo empieza tu carrera artística?
Cuando mi vecina me invita a su cumpleaños y bailé hasta decir basta. Ellos animaban fiestas infantiles y un día el esposo me toca la puerta para que sea la animadora. Pepito Quechua me vio en una rutina de la Chilindrina, me dio su tarjeta y me dijo ‘búscame, tienes actitudes’. Lo busqué y trabajamos 8 años juntos hasta que se fue a Italia.
Y él te bautizo como Flor de Huaraz.
Sí, me dijo que mi nombre Katy sonaba a cumbia. Después me preguntó de dónde era, le respondí: “De Paramonga, pero mi mamá es de Huaraz”. ‘Tú vas a ser Flor de Huaraz’, me dijo. No me gustó Flor, me parecía muy señora. Al final dije que importa que me llame ‘zambacanuta’ con tal que trabaje y me pague.
Siempre te gusto el huayno.
A mí me gusta el escenario, si yo hubiera podido destacar en otros géneros de repente lo hacía, pero hay un dicho que dice ‘si a buen árbol te arrimas, buena sombra te hace’. Entonces, no podía desperdiciar esa hermosa oportunidad que me daba el señor Pepito Quechua y le entré al huayno.
Tenían un estilo muy pícaro…
Él me busca para hacer sus carnavales picantes.… los dos entrábamos a la alegría porque nos insultábamos en quechua y tú sabes que ‘las lisuras en quechua, son hermosuras’.
¿Cómo conociste al gringo Karl?
Al gringo Karl me lo presenta la señora María que vende las butifarras. Era flaco, alto y bailaba reguetón con frijolito porque a él lo tenían como artista cómico. Para ese entonces Pepito Quechua ya se había ido a Italia y estaba trabajando sola. Así que hice una canción para bailar los dos, como que yo aprendo a bailar rock y él a bailar huayno.
Esa era la rutina que tenían.
Claro y empecé a hacer la canción, como una historia para el final hacer el avioncito ja, ja, ja
Alguna vez te has sacado la mugre haciendo el helicóptero...
Sí, un día me cargó borracho ja, ja, ja. Fue en el circo del señor Roque, se había tomado unos tragos y me dio vueltas y vueltas y ¡pum!, nos caímos y la gente se mató de la risa. El dueño del circo pensó que ese era nuestro paso nuevo y quería que lo hiciéramos en todos los shows. Pero, cuando veía que Carl estaba tomando su trago y en el momento justo que me iba a hacer el helicóptero, me iba corriendo y me correteaba por la carpa ja, ja, ja.
Entonces, tú le propusiste hacer esta canción…
Sí. Le puse su chullo e hicimos el videoclip. Esa canción dura casi 4 minutos y fue un boom hasta nos invitaron a otros países como México, Chile, Estados Unidos. No pudimos ir porque acá el gringo tenía su anticucho en Perú con la justicia.
De ahí nació el romance.
Él romance nació porque trabajábamos todo el día juntos. En ese entonces el gringo tenía 23 años.
Y tú...
Yo tenía 41 años, pero parecía que de 30. no se notaba la diferencia.
Como se dice ahora, el gringo era tu colágeno…
Sí, claro. Un colágeno gringo y nos casamos porque la prensa una vez que dijimos que somos novios, preguntaba cuando nos casábamos, nos presionaban.
Uno se casa porque quiere...
Ja, ja, ja… y luego preguntaban cuando vienen los hijos, pero no le pude dar por un problema médico que tuve. Me vi imposibilitada de tener familia.
El que no pudieran tener hijos fue lo que terminó con la relación.
Todos tenemos ese sueño, él al ver que yo no podía darle hijos, me dijo ‘yo hasta acá nomás, renunció a todo y me voy a buscar a mi familia’.
Te chocó…
Sí, me dolió, sufrí. Lo lloré como se llora a un muerto ja, ja, ja… pasé mi luto y ya, la vida continua. La vida es bonita con pareja sin pareja.
Ya superaste esa etapa.
De todas maneras. Tuve mi sufrimiento porque al muerto se le llora, pero ya estoy libre de penas. Ya voy a retomar mi carrera como solista, voy a cantar mis carnavales picantes a ver cómo me va.
¿Cómo te sientes?
Feliz. He hecho todos los sacramentos ja, ja, ja. Hice mi bautismo, comunión, confirmación, matrimonio y divorcio. En ese momento duele, pero ya pasó.
Y ahora eres toda una empresaria.
Tenía mis ahorros y dije la comida nunca falla, así que invertí mi dinerito en un chifa, que está en Independencia, y me va muy bien. Yo estoy agradecida con Dios y la vida.