Muchos años después de haber alcanzado su mayor proeza deportiva y transitado por el planeta, Reimond Manco ya no es más un ‘Jotita’, aunque la gente lo siga llamando como tal. En su cabello ya va apareciendo alguna cana atrevida, que no tiene por qué estar ahí, porque solo tiene 32 años. Sigue hincha de Alianza Lima -ya no tanto-, es un emprendedor, pero su paso por la selección peruana y su presente como comunicador le van dando otra imagen al chico que a los 16, por obra y gracia del fútbol, pasó del anonimato a la inmediatez.
Reimond, ¿crees en Dios?
Sí y en la vida eterna.
¿Vas a la iglesia?
No creo en los curas, siento que la religión católica tiene algunas imprecisiones.
Pero el de arriba siempre te ayudó.
Él siempre está cuando lo necesitas.
¿Te dio la mano para escaparte de México?
Seguro, quién más.
¿Cómo nace ese problema?
Conocí una chica en el condominio, me dio un nombre y no sabía en qué andaba.
¿Y qué sucedió?
Me vinieron a buscar con armas, me rompieron el tabique.
¿Fue la primera advertencia?
No. Iban a dispararme, pero me salvé cuando revisaron mi billetera.
¿Por qué?
Vieron mi carné de Atlante y me dejaron.
¿Se comprometían mucho?
Demasiado escándalo.
¿Ese mismo día te regresaste a Perú?
Subí a mi departamento, hice mi maleta, temblaba y hasta que no aterricé en Lima no estuve tranquilo.
¿Ni cuando el avión estaba en el aire?
Me senté pegado a la luna, para que no se le ocurra volver.
¿Perdiste un buen contrato?
Sí y dejé una Liga importante, pero primero está la vida.
A ti te vino todo de frente y sin anestesia.
Después del Sudamericano Sub-17 no podía salir a la calle tranquilo.
Grababas comerciales, ¿se cobra bien?
Raúl Gonzales, que era mi representante, me dio 10 mil dólares. No vi el contrato, tampoco si puso de su plata o quizá ‘chapó’ algo y no me dio, ja, ja.
¿Fue buena tu relación con tu empresario?
Siempre le hice caso en todo.
Firmaste en PSV, pero imagino que otros te quisieron llevar a otro lado.
Un argentino me ofrecía otro club de Europa, pero le había dado mi palabra a Raúl.
¿Con quién viajaste a Holanda?
Solo.
¿Y qué hacías a diario?
Lloraba. No sabía el idioma, no conocía a nadie. Varias veces me han tenido que pedir que me quede, cuando estaba con mi maleta queriendo irme al aeropuerto.
Después de tantos ‘ampays’, ¿cómo convencer a tu esposa de que si puedes ser fiel?
Siendo yo. La confianza se logra en la convivencia.
Y se han venido a vivir a Lurín...
Ella es de Tumbes, dice que le hace recordar su ciudad.
¿Tus hijos también estudian acá?
Claro.
Tienes cuatro, los mayores son de tu señora y su anterior compromiso, pero todos te llaman papá.
Los conocí muy chiquitos, los he criado y a todos por igual.
¿Son hinchas de Alianza?
El mayor es de la ‘U’ y está bien. Creo que ser fan del rival no es un tema de vida o muerte.
¿Te alegras cuando los equipos peruanos sacan buenos resultados?
Por supuesto, primero porque son colegas que les va bien, además se va creando una buena base de que podemos ganar a cualquiera.
¿Qué no puedes entender de nuestro balompié?
Cómo pueden haber técnicos que fracasan en otros clubes y tienen trabajo siempre y cobrando muy bien.
¿Te han llamado para jugar este año?
Un par de instituciones, les dije mis pretensiones y me respondieron que con esa plata se traían dos argentinos.
¿Cómo es el negocio?
Traen un entrenador que cobra la mitad del peruano, pero él trae a sus jugadores, que tienen que darle una parte del sueldo.
¿Tienes un caso parecido con algún dirigente?
Un presidente de un cuadro grande se acercó a un chico que ganaba 3 mil, le ofreció renovar por 3 años, pero por 10 mil, aunque cada mes debería darle la mitad. Ese señor estuvo preso.
¿Un consejo?
Roberto Guizasola siempre me repitió: ‘Esto se va a acabar, invierte tu plata’.
¿Hiciste caso?
Sí y mal no me va.
¿En qué has invertido?
En el rubro de la comida.
Ya tienes que pensar en el futuro de tus pequeños.
No les voy a dejar una casa porque ellos la tienen que comprar y construir. La mejor herramienta que les daré será su profesión.
Ahora eres emprendedor.
Este restobar ‘Squina 41′ es un lugar en Lurín donde puedes comer bien, tomar unos tragos y pasarla bien los fines de semana.
¿Es todo tuyo?
Compré el 50% a mi socio, con el que somos amigos de chiquitos. El día 13 de mayo haremos la inauguración. Sábados y domingos habrá un cantante de rock, salsa, música ochentera.
Todo bacán, ¿y los precios?
Para todos los bolsillos y los platos bien servidos.
¿Cómo es un vestuario después de un ‘ampay’?
La cosa es tensa al principio. El ‘ampayado’ llega avergonzado, todos guardan silencio, hasta que uno suelta una broma y, si te ríes, todos te empiezan a vacilar: ‘Te agarraron de huev…’.
Te voy a preguntar sobre un mito, ¿debutaste en la otra cancha con una farandulera?
Eso es mentira.
Ella no lo negaba.
Si cobrara regalías por las que se hicieron conocidas, sería millonario.
¿En serio?
Todavía hay un par que siguen en la televisión.
Pese a tantas historias, ¿nunca tuviste un hijo en esos tiempos?
El preservativo siempre estuvo barato.
Otro tema, ¿eres venezolano?
Nací allá, pero desde el primer día me inscribieron en el Consulado peruano.
¿Tus viejos vivían allá?
Claro, acá no había para la papita y se fue primero mi papá y luego se llevó a mi mamá y mis hermanas.
¿Has incursionado en la comunicación?
En ‘Cojo y Manco’ realizamos conversaciones con los invitados, vemos el lado humano de un futbolista que a veces la gente no conoce.
¿Y le entras a la cocina?
Me encanta, aunque mi fuerte es el cebiche.
¿Ya no tomas?
Sí, cuando salgo con mi esposa o fulbiteo. No soy abstemio, tampoco estoy preso.
Dime una frase de tu papá...
Antes de morir, me tomó de la mano: ‘Vas a hacer más dinero después que dejes de jugar’.
Un gran abrazo.
A ustedes por la entrevista.
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