Luis Guadalupe reveló una mentira que tuvo que decir cuando era juvenil, contó cómo surgió su grito ¡Tengo hambreee! y por qué tiene ahora un restaurante. Esta vez, en la cuarta entrega de '¡QUÉ TAL CUTO'!, su columna semanal, nuestro amigo exfutbolista cuenta lo que le hizo a un (entonces) juvenil llamado Juan Manuel Vargas. Cuto, basta de presentaciones, tú mismo eres, la gente te aclama:
¡Gracias! Comienzo mi historia. Juan Manuel Vargas recién empezaba a ganarse un nombre en Universitario. Él ya había debutado en la ‘U’, en 2002, por la huelga de los futbolistas profesionales. Incluso lo hizo con un gol ante Cienciano. Yo regresé de Bélgica en junio de 2003, arreglé con Universitario y lo encontré en el equipo. Desde un principio se pegó a mí.
Sí, Juan Manuel Vargas, el 'Loco', paraba de un lado para otro conmigo. Lo recogía de la puerta de su casa, lo llevaba al entrenamiento y lo regresaba. Como vivía en Magdalena y estaba en la ruta a mi casa, lo 'jalaba' todos los días.
En el fútbol hay una tradición: cuando un futbolista debuta en el primer equipo, se le suele cortar el cabello. El "padrino", el que lleva las tijeras suele ser uno de los más experimentados del club. Así, meses después de mi retorno a Universitario se da el debut de un juvenil y entonces hicimos ese ritual con sus respectivos aplausos, risas y todos los ingredientes infaltables en el "bautizo" del vestuario.
Yo, como capitán del equipo, había encabezado ese corte de cabello y luego siguieron los demás referentes. Pero, cuando estábamos en pleno proceso, me di cuenta de que Juan celebraba de manera efusiva todo el hecho. Algo le pasaba y al toque me di cuenta de qué era.
Juan Vargas, apadrinado por mí, era el bacán del equipo, el papirriqui, como un ahijado, como muchos jóvenes que tuve por los clubes en donde jugué. Pero en esa ocasión, durante ese corte de cabello, noté que ya se creía intocable, casi una estrella. No lo pensé dos veces, tenía que aterrizarlo.
En esa época la chapa del 'Loco', el apodo con el que todo el país lo conoce, era ‘Chucky’. El motivo: tenía una cicatriz en la frente, como el muñeco de la película de terror del mismo nombre. La cicatriz es historia, Juan la desapareció con la ayuda de la Ciencia (un tratamiento con laser, mismo estrella de Hollywood). La marca de la cara era el motivo por el que se cortaba el cabello de tal forma que se dejaba un cerquillo que la oculte. Volvamos al momento.
Y estábamos todos reunidos en el vestuario, entre risas y la alegría que se vive por el corte de cabello a un debutante. Veo la actitud 'canchera' de Vargas y le digo: "'Loco', tú ya has debutado". Y él se me pone faltoso, viendo lo que se le venía.
- ¡Genteeee! ¿El 'Loco' ha debutado?, grito a todos.
- ¡Noooooo!, me respondieron en coro.
- Ah, ¡no ha debutado! Ya pues, ¡hay que cortarle el cabello al 'Loco'! ¡Agárrenlooo!, grité y empezó todo.
Juan Pajuelo lo interceptó, le hizo el abrazo del oso y ahí ya se le unieron todos, lo cogieron entre varios y yo, que acababa de cortar el cabello a un juvenil, pedí las tijeras. Ese rostro del 'Loco' nunca lo voy a olvidar, ¡entró en pánico!
Yo, ni bien me acercaba, ya sabía qué parte de la cabellera le iba a cortar. Era en ese mismo lugar, donde más le iba a doler, ahí, adelantito, en esa parte del peinado que cubría su cicatriz. Esa parte que él cuidaba como oro. Esa que le tapaba la marca de 'Chucky'.
Él, con desesperación e impotencia, gritaba "no, no, ¡no!". Se negaba a mover la cabeza, a toda marcha quería evitar la trasquilada. El 'Loco' era fuerte, pero como todos lo tenían bien agarrado, no podía zafar. Lo agarré y le metí tres tijerazos, tres trasquiladas en la parte de adelante. El resto siguió: Pajuelo, Galliquio… el rostro desencajado del 'Loco' era impresionante y entró en llanto. Le ganó la impotencia y lloró.
Él creyó que no le iba a hacer eso.
Imagínense, el ‘Loco’ estaba ofendido, todos los pesos pesados pasaron con las tijeras: Pajuelo, Galiquio, ‘Chiquito’ Flores, Maldonado, Pereda. El 'Loco' terminó resentido, ese día no me pidió que lo lleve a su casa, me quitó el habla por dos días.
¿Cómo estaba yo? Normal, le daba por su lado, sabía que se le iba a pasar.
Si él no se hubiera puesto atrevido, yo no le hubiese hecho eso. Como se puso en plan retador, desafiando un código de todo equipo (no igualarse a los experimentados), dijo "quién me va a cortar a mí", por eso lo hice. Pagó pato.
Varios días después fui a una reunión de su familia, la que me considera un montón. Ahí estaba mi tía Carmen, su mamá, y Blanca, su esposa. ¡Todos me encararon! Me hicieron la bronca por el 'Loco' y él mismo se apareció a delatarme: “Mira lo que me ha hecho Cuto”, decía.
El corte explica por qué por esa época el 'Loco' comenzó a andar con chullo y se arregló la parte de adelante, donde la habíamos cortado. Se hizo un corte de cabello corto.
Pero pronto todo volvió a la normalidad. Dos días después me volvió a hablar, muy a su estilo, el de loco. Acabado un entrenamiento, luego de declarar a la prensa, subí a mi carro y noté que él ya estaba bien sentado y con el cinturón bien puesto.
Lo vi, me maté de risa y le dije: "Oe', ¿tú que haces acá?". Encendí la máquina y lo llevé a su casa.