Martes 8 de diciembre de 1987. Uno de los días más tristes de mi vida. El destino se ensañó con el plantel de Alianza Lima y el Fokker que los traía a Lima, tras su triunfo en Pucallpa, cayó al mar de Ventanilla. Allí se fueron mis amigos. Han pasado 35 años y cada vez que llega esta fecha me invade la nostalgia, pero ahora quiero recordar con alegría a uno de los ‘Potrillos’ más queridos que me dio la vida: Luis Escobar.
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Lucho era único. Completo. Dominaba las dos piernas, veloz, valiente, goleador y saltaba más que Rubén ‘Panadero’ Díaz. Crack, un personaje de aquellos. Ganador dentro y fuera de la cancha. De mi corazón nunca se marchó y en mi ‘disco duro’ hay varios capítulos de su corta vida. Yo viviré eternamente agradecido con mi amigo.
Mi padrino el ‘Potrillo’
Me conoció en una selección juvenil en 1984 y me recomendó con el ‘Cholo’ Castillo para que me lleve a Alianza Lima. Fue mi padrino futbolístico. Por él, mis hijos tienen un pan en la boca. Le gustaba ‘liquidar’ en la cuadra 9 de Renovación, en La Victoria. Una madrugada, en tiempos de toque de queda, previo a un partido, brindamos con Carlos ‘Pachito’ Bustamante, Willy Laya y él. Corría la cerveza como si fueran las 3 de la tarde. De pronto, cayeron los ‘cachacos’. Bajaron de un camión y nos gritaron: “¡Todos contra la pared!”. Calladitos, manos a la nuca y abrimos las piernas para que nos revisaran.
Entonces, Lucho, que a su corta edad parecía un experimentado de la vida, les dijo: “¿Quién es el jefe del operativo?”. Un milico grandazo se acercó: “¡¿Qué pasa?!”. El ‘Potrillo’ todo tranquilito se presentó: “Soy el gran Escobar. No me hagas problemas ni a mí, ni a mis amigos. Mañana me buscas, entras al estadio y das el Play de Honor. Te voy a hacer famoso”. El ‘tombo’ lo pensó unos segundos y luego amenazó: “Zambito, si no cumples, te jodes, te vas para adentro”. Se fueron y seguimos tomando hasta las 6 de la mañana como dice la canción. Al día siguiente, cumplió su palabra con el militar.
Crack y generoso
En otra ocasión, fuimos con una ‘batería’ a la anticuchería ‘La Pastora’, en el jirón Sucre. Comíamos rico y entró un chiquillo vendiendo caramelos: “¿Cuánto has invertido?”, le preguntó. La criatura se emocionó: “20 soles”. Luis sacó 50 ‘mangos’ y se los dio. Se paró y regaló caramelos a todas las mesas que, al ver el gesto, empezaron a aplaudirlo. Cuando regresó hacia nosotros nos dijo: “Soy el ‘Potrillo’ Escobar”. Agrandado, pero buena gente. Único, como los que ya no hay.
Una mañana, después de cambiarnos en el vestuario, lo encontramos sentado frente a la imagen del Señor de los Milagros que está antes de subir a la cancha de Matute. Estaba cabizbajo: “¿Qué tienes?”, lo interrogamos y contestó: “Estoy estresado, porque en la selección de mayores el fútbol lo tiene que poner Escobar, en la Sub-20 también y en la Sub-18 igual. Pa’ colmo, acá con ustedes también. Son malos, o puedo hacer ni una pared”. Nosotros solo reímos, porque sabíamos que era joda.
Ni Marcos Calderón pudo con Lucho
Fue el único que le ganó la moral a Marcos Calderón. Ni Cristiano Ronaldo con su técnico Fernando Santos en Qatar 2022. El ‘Chueco’ era el técnico de más carácter y ‘vinagrillo’ del Perú. En 1987, no sabía que en Matute se iba a encontrar con un chibolo al que no podía controlar. Es que llegaba resaqueado a los entrenamientos y Marcos renegaba. Un día apareció con un ‘tufazo’ y encima cuando los entrenamientos ya iban por la mitad. No se lo perdonó y habló delante de todos: “Usted está llegando muy tarde”. El zambito no aguantó: “¿Así que es muy tarde…? Entonces, me voy”. Le dio la espalda y empezó a retirarse. El DT se incomodó y gritaba: “Él se fue solo... ustedes han visto que yo no lo he botado”.
Un 14 de febrero, ‘Día de San Valentín’. todos decidimos salir sin las ‘firmes’ para irnos a la ‘Máquina del sabor’. Él apareció dos horas después con una ‘amiguita’. Se puso zapatillas amarillas, pantalón plomo y camisa roja. Parecía un papagayo. Peor que Cuevita con su ropa de heladero. Lo vacilamos y él ni enterado. En eso, dejó a su ‘manzanita’ y salió a la pista con otra chica y, como la rompía en el baile, todos empezaron a observarlo. Terminó y nos susurró: “Han visto cómo acaparo miradas. Si quiero, me levanto a cualquiera”.
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Recuerdo que Agustín Merino le hizo su primer contrato. Le dio una chequera para sus gastos, porque en esos tiempos no había las tarjetas de ahora. Una mañana invitó a ‘Pachito’, Milton, Daniel Reyes y a mí para tomar un jugo de naranja, en el cruce de Isabel La Católica con la avenida Abtao. Pedimos y, al momento de cancelar, sacó su chequera y encima le dijo a la señora: “Me da mi vuelto, por favor”. Quería figurar con nosotros. Botado, agrandado, desubicado, estrafalario, pero, sobre todo, genial. ‘Potrillo’ hay uno solo y se llamará por siempre Luis Escobar. Fue mi amigo, mi padrino, mi hermano, mi compinche. Él nunca se ha ido de mi lado. Nos vemos el próximo jueves…
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