El exitoso debut de Bryan Reyna con la selección ante El Salvador trajo consigo no sólo los elogios para el jugador de la Academia Cantolao, también se recordaron los problemas disciplinarios del chalaco. Cuando todos se preguntaban como manejaría el tema Juan Reynoso, Diego Rebagliati sorprendió a todos y comentó que el ‘cabezón’ habría mandado a seguir al extremo para ver cómo se movía fuera de las canchas.
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Ese tipo de ‘marcaje’ fuera de las canchas al futbolista no es nuevo en el mundo de la pelotita, se hace en varias partes y uno que la utilizó en el Perú fue Jorge Luis Pinto. El colombiano, que dirigió en mundiales y fue considerado en 2014 el mejor entrenador de la Concacaf, quinto mejor entrenador del mundo y el segundo mejor entrenador de América, no sólo se ocupó de la parte deportiva, sino que fue más allá.
Un día, el presidente del club victoriano se enteró de que Juan Guzmán, que se había formado en el club y era hijo de una trabajadora muy querida en Matute, se había desligado de Universitario de Deportes y buscaba equipo. Su talento con el balón era innegable y a pesar de que los ‘otros’ antecedentes pesaban más, el directivo le sugirió al DT ponerlo en sus planes. “La madre lleva una vida en Alianza y el chico salió de aquí. Tiene calidad, ya fue campeón con otro club y creo que podríamos darle una oportunidad”, sugirió el mandamás.
El colombiano se quedó pensativo, en silencio, y pidió un par de días para darle una respuesta acerca de la propuesta. Jorge Luis Pinto había visto al jugador, reconocía su clase y creía que después de Nolberto Solano, era el que mejor le pegaba a la pelota en el Perú en ese momento. También sabía de sus ‘pichangas’ fuera de las canchas, por eso decidió hacerle un reglaje como si se tratara de Waldir Sáenz o Juan José Jayo Legario, sus pupilos en Alianza Lima.
Pinto llega al Rímac y se horroriza
Pinto se consiguió la dirección del volante que vivía a pocas cuadras de la avenida Tacna y llegó hasta su casa una noche. El colombiano apagó las luces de su carro y sin levantar sospechas se cuadró camuflado, como policía del Escuadrón Terna. De repente cuando el reloj marcaba poco más de las 9 p.m., el jugador salió vestido con ropa de deporte y caminó a una canchita de su barrio a jugar una ‘Pichanguita’.
El colombiano lo siguió a una distancia prudencial para que no lo reconozcan y a metros de la losa deportiva, solo atinó a tomarse la frente y mover la cabeza. Para él, a esa hora un deportista de elite debía estar por irse a dormir y no saliendo a jugar fulbito con los amigos. Jorge Luis Pinto se horrorizó por lo que veía, aunque lo peor estaba por llegar. Luego del partido, los ‘fulbiteros’ llegaron hasta la carretilla de la tía Rosita para saborear unas ‘salvadoras’ hamburguesas. Sin embargo, la garganta estaba seca y el cuerpo pedía bebidas espumosas.
Pelotero cerró noche con hamburguesas y ‘rehidratantes’
Para sorpresa de Pinto lo que llegaron no fueron rehidratantes, fueron doce botellas de color verde. Al entrenador casi le da un ‘ataque’, no podía entender cómo un profesional no cuidaba su físico y esperó pacientemente hasta la madrugada para cómo terminaba todo. El estratega no pegó el ojo hasta ver al jugador y sus amigos acabar la última botella sobre las 3 de la mañana y regresar a su casa. El cafetero encendió su carro y manejó decepcionado hasta Miraflores por lo que había visto.
Colombiano cierra puerta de Matute a ‘Pachito’
A los pocos días el presidente se cruza con Jorge Luis Pinto y el directivo ansioso por ayudar a su exjugador y a la trabajadora le dijo al colocho. “¿Pensó lo del muchacho que le recomendé?”. El cafetero tenía toda la data para ‘destruir’ al pelotero, pero dejó de lado su fama de duro y valoró que era hijo de una señora muy querida por todos en Alianza Lima y optó por la diplomacia. “El muchacho es bueno, pero creo que le falta un poco más de trabajo y ya tengo mi grupo hecho, a ver si a mitad de año lo vuelvo a analizar”, respondió el DT.
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Como tenía calidad, el menudo y hábil volante consiguió equipo rápidamente y destacó en algunos partidos, pero poco a poco fue bajando su producción y terminó jugando fulbito. Los que alternaron con él creen que tenía la mejor pegada del medio en su momento, pero nunca entendió que para ser un gran futbolista debía cuidarse y ser profesional.
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