Acá, mi gente, estamos de vuelta con mi humilde columna que me brinda en esta esquina . Sinceramente con todos los que me encuentro por donde camino y, por supuesto, con los que concurren a mi #RestauranteCuto16, siempre me paran para preguntarme por más detalles de mi programa La Fe de Cuto.

A ellos les encanta el aguadito, igual que a mí. En los últimos días me preguntaron por la razón de las chapas de cada integrante de mi grupo de viajeros.

Yo les digo ”tranquilos, lean el lunes la columna”. Pero ellos no pueden con su genio... jajaja.

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Pero esta vez los ‘zapatos rotos’ de mis amigos y de toda mi gente me llamaban con insistencia. Muchos me mandaron mensajes por whatsapp para preguntar lo mismo. “Cuenta, cuenta, me decían”. “Pásame el aguadito”, continuaban. A todos les respondía lo mismo. “Lean la columna el lunes”, acompañado de su carita feliz 😊… jajaja.

Vamos al grano. Mi chapa era “Cuto, el engreído”. Sucede que un día me despierto y hablo con el Huachano, que me estaba reventando el teléfono para hacer nuestras comisiones, y pregunté por mi compadre Kike Paravicino.

La noche previa había sido una noche alegre para mí. Ya ustedes saquen sus conclusiones. Fuimos a su habitación, un poco más y casi le saco la puerta. No contestó. Estábamos preocupados por él y mi sobrino Dylan.

Pero unos minutos después lo veo en las redes disfrutando y conociendo la ciudad de Doha con el ‘Chocolatito’ Freddy Arévalo. “Ah no”, dije, “así no es”. Nosotros preocupados por él y él disfrutando de la vida y solano, no pasa la voz.

Le quité el habla, en una. Y la gente se dio cuenta. ¿Por qué no se hablan? me decían. Yo respondía con el siguiente mensaje. Hemos venidos todos como familia y juntos tenemos que estar. Ya después de un día se me ablandó el corazón. Soy débil con ellos. Y desde ese día me pusieron la chapa: ‘Engreído Cuto’.

HUACHANO, EL DESESPERADO

La chapa del Huachano es buena. Fue rebautizado con el ‘chaplín’ ‘El Desesperado’. En cada vuelo, en cada tramo del viaje, quería llegar 3 horas antes al aeropuerto con toda la gente. “Ya, Huachano, no seas tiki tiki, anda avanzando y nos encontramos en el aeropuerto. Crees que estás en Lima”. La gente lo vacilaba… Jajaja.

Pero los viajes son así. Son momentos inolvidables y también se generan algunos cortos circuitos. Las esposas nos hacían marca al milímetro, más que Reyna a Maradona. Pero nosotros estamos en una etapa de full trabajo, full producción.

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Tanto, Fritz, el Huachano y este humilde servidor estábamos en modo selección con los muñecos por el partido. Pero ellas, Charlene, Carol y Carmen, siempre estaban marcando su territorio, pensaban que íbamos a sacar la vuelta por otros lares.

Siempre les pedíamos que disfruten del viaje, los ojos se han hecho para mirar. Pero es parte de la vida. Los que se jugaban su partido aparte eran mi hijo Leonidas y mi sobrino Alexander, hijo de mis amigos Fritz y Carmen.

Ellos, como todo niño, jugaban un rato y en otro momento se jugaban su rincón del box. Eso nos cargaba como padres que somos, pero somos consciente que es parte de la vida.

CASI HAGO LA DEL CHAVO

En nuestro retorno de Estambul a Barcelona, estuvimos a nada de perder el vuelo. Antes de esa anécdota, quiero contar que los turcos son ‘arreglados’ y las turcas también. Así como los ven en la novelas día a día, ‘piedrones’. Por eso les decíamos a las esposas que distraigan la vista. Lo justo.

Volviendo a la anécdota. Nuestras últimas horas en la bella ciudad turca nos jugamos al límite. Fue tanto que el chofer de la movilidad que nos llevaba al aeropuerto no dijo: “Están en problemas. Ni bien bajen del carro corran al counter”.

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Ese día pasó de todo. En el control nos dijeron que el vuelo ya estaba cerrado. Tuvimos que meter floro. Mejor dicho, Carol Hoyos, nuestra traductora oficial, pidió por todos nosotros.

Como éramos un grupo grande, 11 personas, cedieron. Pero hubo un problema, el pasaje de Alexander había salido con el nombre de Carol Hoyos. De eso mi amigo Fritz se dio cuenta en el control de pasaporte, la policía de Migraciones no permitió el ingreso a la zona de embarque. Por eso ellos tuvieron que volver al counter.

DUTY FREE, GRAVE ERROR

Mientras tanto fuimos avanzando para, según nosotros, detener al avión. Obviamente, cada paso tenía la angustia presente. Como se dice, con el corazón en la mano. Fuimos los primeros en llegar a la puerta de embarque, junto a mi compadre Kike y mi sobrino Dylan.

Vi que todavía no empezaba el embarque, y como todo hombre enamorado cedí al pedido de mi corazoncito Charlene para ir ‘un ratito’ al Duty free del aeropuerto. Grave error.

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Al momento que regresamos, luego de que ella hizo sus compras, ni bien me asomé por la escalera mecánica vi al ‘Huachano’ parado como estatua y estaba de mil colores, creo que esa tarde le aumentaron un 20% más de canas. Estaba desesperado de verdad.

Gritó, “¡Cuto, corre, están cerrando el vuelo!”. En ese momento casi se me paró el corazón y corrí al mejor estilo de Forrest Gump. Pasé por encima de todos. Creo que hasta tumbe gente, salté, me abrí camino ante la gente, al mismo estilo de las películas.

Por suerte logramos subir al avión. Fuimos los últimos en abordar el avión que nos llevó a Barcelona. Una vez sentado, volvió mi alma al cuerpo. Estaba sudando.

En ese momento le dimos la razón al ‘desesperado’ del ‘Huachano’. Estoy seguro de que, en medio de todo su estrés, estaba sonriendo por dentro. Y me lo dijo: ‘Guagua, hombre precavido vale por dos”. No tuve qué responderle. Nos vemos el próximo lunes.

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