“El fútbol es el arte del engaño”, dijo una vez el gran Julio César Uribe. Y es que, para ser futbolista, no basta la táctica y técnica, también hace falta su cuota de viveza. Casemiro no es Ronaldinho, Messi o Cristiano Ronaldo, pero ha demostrado ser ‘vivo’ antes y durante su carrera. Y es que detrás de su imagen ruda como volante de marca, hay otra historia por contar. No de la estrella del Real Madrid. Tampoco del seleccionado de Brasil.
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Cuando tenía 12 años era delantero y soñaba ser goleador como el ‘Fenómeno’ Ronaldo. Pero a veces la ‘calle está dura’ y hasta en el fútbol se aplica la ‘ley de oferta y demanda’. Llegó a una prueba en las menores del Sao Paulo y una picardía le permitió cambiar su vida. “Había como 300 jugadores y solo iban a elegir a 50. El entrenador preguntó cuántos delanteros había y 40 alzaron la mano. En ese momento pensé que era mucha competencia, así que no iba a ser delantero. Cuando preguntaron cuántos mediocampistas defensivos estaban, solo ocho levantaron la mano. Ahí dije: Yo también lo soy”, contó en una ocasión.
En la casa de Casemiro había muchas necesidades y el fútbol tenía que ser la vía para salir de la pobreza. A los 5 años vio a su papá salir enojado de casa, después de haber tenido una discusión su madre. Nunca más volvió. Ni siquiera se despidió. “Si lo veo en la calle, no lo reconozco. Tuvo una pelea seria con mi mamá y dejó a la familia para que mi mamita se las arreglara”.
Su madre salía a trabajar. Él, como hijo mayor, debía cuidar a sus hermanos hasta que ella volvía por la noche. Es 6 años mayor que Lucas y 12 más que Bianca. Tuvo que compartir los quehaceres del hogar y el colegio con el fútbol. Pero nunca abandonó sus sueños. El tiempo disipó el rencor hacia su papá. “Quería conocerlo. Era lo que Dios quería para mí. Por eso siempre lo he dejado tal como está. Mi madre siempre estuvo conmigo, me apoyó y gracias a Dios puedo ayudar a mi familia. Estoy feliz de tenerla a mi lado cuando más lo necesitaba”, confesó.
RETO AL DESTINO
En medio de su lucha con la adversidad, surgió otro obstáculo para Casemiro. Estaba encaminándose en el fútbol y de pronto el destino le puso una prueba difícil para alguien de su edad. A los 14 años le diagnosticaron hepatitis. “Apenas llegué al Sao Paulo, tuve ese problema. Pasé un tiempo sin entrenar, sin jugar. Estaba inquieto y preocupado por haber fallado… Mucha gente me habló de tener tranquilidad. Pensé en dejar el fútbol, pero mi pasado y sufrimientos familiares me fortalecieron para mantenerme en mi carrera”.
¿Qué pasó por su cabeza? ¿Qué recuerdos se dibujaron en su mente para hacerse fuerte y seguir luchando? “En el centro de entrenamiento del Sao Paulo tenía un sitio fijo donde dormir. Tenía mi cuarto, aire acondicionado, televisión y comida todas las horas del día. Era un privilegio para mí, acostumbrado a cambiar de casa cada noche. Con mis hermanos no cabíamos donde vivíamos, teníamos que ir a donde la tía o abuela y dormir todos juntos en una misma habitación… Los fines de semana cuando jugábamos en Sao José dos Campos, siempre pedía a mis compañeros que me dejaran dormir en sus casas para llegar a tiempo a un partido”.
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Dos años después superó los problemas de salud. A los 16 firmó su primer contrato con Sao Paulo y le dijo a su madre que dejaría de trabajar. Lo que vino después ya es historia conocida. Ganador de Liga, Champions, Mundial de Clubes, Supercopa de Europa y Copa América. Ha hecho historia con Real Madrid y con 30 abriles acaba de ser fichado por Manchester United en 60 millones de euros. ¿Qué hace la mayoría de los futbolistas con su primer sueldo? Algunos se lo dan a sus padres, otros compran un celular lujoso, también hay quienes lo dan como primera cuota de un auto. Casemiro celebró comprando todos los ‘Yakult’ (yogurt muy popular entre los niños brasileños) que quería.
“Cuando era niño, la señora con el carrito de los ‘Yakult’ pasaba por la calle donde vivía todos los días a las cinco de la tarde. No teníamos dinero para comprarlos. Mi madre, todos los días, antes de que llegaran las cinco me decía: ‘Hijo, vámonos para casa que se ha hecho tarde’. Hoy día bromeo con ella sobre eso y cuando vamos al supermercado me compro 80 botes de Yakult…”.