Mi gente de La Fe de Cuto, seguimos firmes con otra edición más. Luego de la divertida entrevista con Mauro ‘Toro’ Cantoro, ahora les presentamos una charla que va para la colección, una larga conversación con el profesor Miguel Company. Harto aguadito para que te diviertas todo el fin de semana.
El ‘profe’ nos habla de su dura infancia en puericultorio Pérez Araníbar y su etapa como pescador antes de conocer la maravilla de la pelotita. Miguel Company es parte importante y leyenda del fútbol peruano y él nos cuenta sus anécdotas cómo la vez que dirigió a César Cueto cuando él era solo un niño.
Finalmente, nos cuenta su etapa como director técnico de equipos como Universitario de Deportes, Sport Boys, la selección peruana y su paso por la selección de Cuba en el año 89. Así que ya saben, no se olviden que la fe es lo más lindo de la vida. Arrancamos, mi gente.
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¿Cómo fue su infancia?
Mi infancia fue feliz, como niño, convivía con muchos niños. Mi infancia la viví en el Puericultorio Pérez Araníbar, es mi casa infantil, yo me considero hijo del Puericultorio Pérez Araníbar. Si algo me ha servido en la vida de base, fue la disciplina que obtuve ahí y otra de las cosas, que en ese tiempo, con poca capacidad analítica, definir cuál era el camino bueno y el malo. Era un orfanato de benefactores, grandes hombres, como Tomás Valle, Augusto Pérez Araníbar, Víctor Larco Herrera, que eran los que habían hecho el Puericultorio, era dirigido por hermanos maristas, y yo crecí ahí, entré muy niño y salí cuatro días antes de cumplir 12 años, en 1957. Mi niñez ahí fue muy alegre, muy vivaz, tenía que ser pícaro, además, todos veníamos de estratos económicos bajos, de barrios donde se vive con mucha dificultad y ahí no teníamos dificultades, todo lo primario estaba solventado, comíamos a nuestras horas, la religión era básica, la disciplina era lo primero, los castigos eran muy nobles, cuando nos castigaban nos privaban de los 30 minutos de recreo. Los domingos, que eran las visitas, yo no tenía visitas, entonces yo organizaba para cantar, yo cantaba primero, la gente me aplaudía pero porque era niño, no porque cantaba bien, por suerte me di cuenta a tiempo que cantaba mal y tuve que parar porque con el tiempo vienen las burlas. Hice teatro, grandes personajes hubieron ahí, un gran actor Reynaldo Arenas, Alberto Gallardo, Pocho Vallejo, Lucho Maraví. El profesor de teatro era Montoro, el poeta hippie, muy famoso en la televisión. Yo hice de todo, cuando uno es niño quiere hacer de todo, pero mi amor indudablemente era el fútbol y mi pasión era ser arquero del Deportivo Municipal, de la selección peruana, porque cuando uno es niño sueña y los sueños de niños pobres son diferentes a los sueños de los niños ricos. Quería ser todo lo que era Luis Suárez, arquero del Municipal, de la Selección y médico de niños. Fue mi ídolo de la infancia, te hablo de 1950, yo tenía 5 años, ese año campeona Municipal. A Luis Suárez lo vengo a conocer cuando él tenía 74 años, nos dimos un gran abrazo, yo me emocioné, pero yo soy poco demostrativo, él sí se emocionó, y me dijo: “Yo y mi familia estamos muy agradecidos cuando usted dijo ‘cuando yo sea grande quiero ser como Luis Suárez’”, eso nos emocionó a los dos. Ese año el 57 que yo salgo del Puericultorio, se juega el Sudamericano de Lima, lo que ahora es Copa América, y yo enamorado del fútbol. Cuando yo tenía algunos espacios de ocho días, yo salía porque tenía mamá viva, y salía y buscaba ir al estadio. En el 52 fui al estadio por primera vez. La cosa es que en el 57 era el desfile de primera fecha y yo miraba con emoción, bajé a tribuna sur y cuando se paró la selección de Argentina, y veo a Raúl Rossi y le vi el plante que tenía y comencé a soñar, ya no pensaba en ser arquero, decía, ‘cuando sea grande voy a ser futbolista y voy a usar el 5 como él’, me hice hincha de Rossi y lo vengo a conocer a los 74 años de él en Argentina, hicimos una buena amistad, luego lo visitaba con frecuencia.
La primera vez que voy al Estadio nacional fue el 52, pero no era el Estadio nacional, en el 52 estaban rehaciendo el Estadio nacional porque en el 51 lo quemaron. El campeonato se jugaba en la San Marcos y en la cancha de la U, en Odriozola, y al primer partido que voy fue en Odriozola y jugaba la U con Sucre y Municipal con Iqueño, la belleza de las camisetas, eran camisas con botones. Yo miraba en el arco del Iqueño estaba Fernando Cárpena y en el centro Adolfo Donaire, yo tenía 7 años. Pasaron los años y jugamos juntos, fueron dos grandes amigos míos. Algo más curioso, que me lleva al estadio ese día una amiga de mi mamá y esta señora tenía su compromiso con un futbolista de la U, pasaron los años y esa señora tuvo un compromiso con quien habla, ¿parece mentira no? Me fui a vivir con la amiga de mi mamá, yo ya tenía 18 años, me había enamorado de chiquito, pero antes de eso yo estuve en la pesca. Fui marinero de guerra, marinero civil y pescador, de lanchas grandes, en Barranca un mes y en Chimbote un año.
¿Cómo fue su experiencia de pescador?
Yo me fui de mi casa muy jovencito, me fui de mi casa a buscarme la vida pero a la brava. Me fui a Barranca, trabajé un mes en la pesca y el patrón y el vicepatrón eran gente de Banchero, los hermanos Castro, eran hermanos por parte de padre, Pimpín famoso era de La Victoria y Bombín era de mi barrio, era el mayor, era el patrón. En Barranca, me encuentra él ahí y me lleva a Chimbote, ganaba en una semana lo que ganaba un empleado de banco en seis meses, no había límite. Todos los días teníamos mucho dinero y al día siguiente no tenías nada, eso se gastaba al instante. A esa edad, 16 años, ya vivía como grande, tenía compromiso también, me salteé una etapa importante de la adolescencia, de ese compromiso pasé a otro y el tercero fue la amiga de mi mamá, mi mamá pegó el grito en el cielo pero como yo ya no vivía con ella, el grito quedó en el cielo jajaja. Ellas hablaron pero las dos tuvieron que entender.
Yo a veces decía ‘el miedo lo perdí al nacer’, lo que no es cierto, a los 7 años tuve miedo, pero el único trabajo al que tuve miedo fue a la pesca. Yo he tenido trabajos peligrosos en Estados Unidos de seguridad, no es fácil, depende a quien cuidas. Trabajé en eso porque me permitía mayor ingreso. Yo viví en Estados Unidos pensando en irme, no en establecerme. Tres veces viví en Estados Unidos y luego me fui a Europa.
¿Qué sucedió un 8 de enero de 1957?
Ese día salí del Puericultorio Pérez Araníbar y a los 4 días yo cumplía 12 años. Salí con mucha tristeza porque sabía que no iba retornar. Yo había tenido dos salidas a los 7 años, salí y duré menos de tres meses, en ese tiempo los estudios comenzaban el 1 de abril, entonces en julio había vacaciones, mi mamá me había sacado para que estudie la primaria. Yo era muy enamoradizo de niño. Había un concurso de Matemáticas para los niños y de belleza para las niñas, el de belleza había que comprar el voto, 10 centavos, el otro eran exámenes y había dos pizarritas en el patio donde se llevaba el puntaje. Yo estaba arriba porque era bueno en números y había una chiquita muy linda, Patricia, decía ‘es mi novia’ y la agarraba de la mano y caminaba por todo el patio y nadie se metía con ella. Yo quería que ella ganara y estaba lejos y le decía a mi mamá ‘mamá me han pedido un sol para pintar el colegio’, a mí me daban cincuenta céntimos y tenía la costumbre de cambiarlo y le daba a la señoras que pedían en la calle y me guardaba 20 centavos para mí, ya cuando tenía la novia eran 10 centavos para comprarle un chupete. Le pedí un sol para pintar el colegio pero era mentira, era para comprar votos. También le pedí dos soles por el cumpleaños de la directora, dos soles para la época era fuerte, me dio los dos soles pero sospechó, compré 20 votos y ganó la chiquita y nos dieron un premio a cada uno, era un Señor de los Milagros, de plata pero finito y atrás era de madera, yo contento de haber ganado yo y ella. Estoy en el aula y de pronto una profesora me llama a la dirección, yo entro pensando que me iban a dar otro premio y me cae un cachetadón de mi mamá, había ido a averiguar, se enteró de todo, me correteó por todo el colegio, al otro día tenía verguenza, no quería regresar, mi mamá era muy brusca y me mandó al Puericultorio otra vez. Y a los 11 años sucede que en el Puericultorio se estudiaba hasta 5 de primaria y ya después estudiabas oficios, entonces mi mamá quería que estudie secundaria y mi mamá me saca para estudiar afuera y voy a un colegio, Francisco Pizarro, llego ahí, yo salí medio religoso, iba con mi rosario y mi escapulario y se burlaban y yo me los fajaba, peleaba mucho y un día, en plena clase, un tipo no sé qué me dice y le doy un manazo y la profesora me dice, ‘a las 11 a la momia’, había un cuartito de dos por dos con una mesita y ahí había una momia y al que se portaba mal lo metían ahí media hora con la momia y salían llorando, enfermos con fiebre, eran medio giles, le tenían miedo a la momia, todos preguntaban cómo era. Llegó las 11 y me llevaron como si me fueran a fusilar, yo estaba asustado, me tiraron ahí, yo recostado contra la pared, pasaron 10 minutos y no pasaba nada, agarré un poco de confianza y tocaba a la momia, al final al tiré al suelo y le tirá más patadas. Cuando abrieron la puerta la momia estaba toda destrozada, me botaron del colegio. Yo no le podía decir a mi mamá porque me iba pegar, todo era golpe para ella, al otro día le dije que no iba ir al colegio porque me sentía mal pero me llevó. Regresó mi mamá contándole a todo el barrio que me había peleado con una momia, me regresaron al Puericultorio y ahí termino la primaria. Ahí ya salgo con 12 años.
Usted como técnico marcó una etapa muy importante ¿cómo toma esa etapa?
Yo quería cambiar la imagen del fútbol peruano, que respondiera a los sentimientos y las vivencias del pueblo, que dieran oportunidad para todos porque yo consideraba que si los futbolistas venían de estratos socioeconómicos bajos, eran los que deberían tener mayor respeto y mayor voz en el fútbol, lo cual no era así. Entonces me dediqué a relacionar lo deportivo con lo social y lo humano. Para mí no era importante quedar campeón o último, sino crear una imagen, formar. Cuando yo veía el progeso de un muchacho que llegaba, por ejemplo el caso de Panadero Díaz. Cuando yo estoy en La Arica, yo era joven, él era mucho más joven, estaba en los juveniles y veía sus esfuerzos por ganarse el titularato en el juvenil que se peleaba el puesto de lateral izquierdo con Buyo Ramírez y me dio gusto que con los años los dos llegaron arriba y Rubén Díaz jugó dos mundiales, capitán de la selección, cimentó un futuro, hizo un buen hogar, casos como ese me han gustado, lo del Chorri Palacios también. Es la manera como yo veía el fútbol, no pensaba en el éxito personal, en llenarme de dinero, el dinero es necesario pero no puede ser el patrón de la vida de uno. Agradezco haber llegado a esta edad, ser muy respetado en muchos sitios, haber realizado sueños como ser entrenador de la selección de Cuba, fue muy difícil por la parte política, al margen de mis pensamientos políticos, el respeto que inspiré adentro para tener un cargo así y trabajar en la televisión. He dirigido tres selecciones en el mundo, me fue difícil trabajar en Honduras y en Cuba porque eran satélites de los Estados Unidos, para mí era difícil vivir ahí, nunca tuve miedo a que me pasara algo pero sí era difícil desarrollarme. Cuando estaba en Honduras, estaban buscando que me aburriera para que me fuera, me dejaron de pagar 4 meses pero no me aburría, tenía una buena casa, habían unos cubanos ahí que eran entrenadores de otros deportes, la pasábamos bien hasta que arreglaron conmigo y tuvimos que rescindir. Entonces yo el fútbol lo vi de esa manera, más de la parte docente. Yo he estado en tres escualas internacionales, la de Chile, Argentina y España. Me identifico con la de Argentina no porque es bicampeón del mundo, sino porque siendo bicampeón del mundo me dio el honor de ser profesor, y el director de un grupo de 32 entrenadores que se titularon conmigo. Ese curso lo hicieron en la Rioja, comprimieron dos años a siete meses, se hizo en la Rioja para los entrenadores que dirigían y no tenían título. Fui a la Rioja y viví de maravilla, viví siete meses como profesor, una ciudad muy sana, muy bonita, los alumnos me quería ganar para la nota. Me invitaron a un asado porque me veía muy serio en las dos primeras semanas, pero yo veía sus intenciones y les pregunté cuánto había que poner de dinero y me dijeron que no, que cada uno traía un kilo de algo. En la noche agarré una bolsa de plastico y llegué con un kilo de pan, yo era más vivo que ellos. Habían llevado guitarras y me preguntaron si quería que canten ‘La Flor de la Canela’ y dije que no, que quería que toquen ‘Piedra y camino’, música de la pampa argentina, yo sabía más que ellos de la música de la pampa argentina y se quedaron encantados y eso se hizo peña, todos los días nos reuníamos después de las clases. Yo me quedé sorprendido porque me escogieron para dictar ese curso habiendo tantos entrenadores argentinos que se ofrecían de gratis, pero se ofrecían para que quedara una deuda de gratitud con el futuro líder político que era Menem, si iban luego iban a pedir Boca, River, la selección, ellos no querían comprometerse. Yo pensaba, ‘cómo voy a dictar este curso’ y me acordé del libro ‘La tía Julia y el escribidor’, es una historia maravillosa, no conseguí ningún libro que me ayudara a dictar el curso y conseguí ‘Mis primeros 25 años’ de Chaplin, yo soy hincha de Chaplin, entonces asocié todo y empecé a hacer mis clases para el día siguiente, que era lo que hacía el escribidor.
¿En qué momento se hace futbolista profesional?
Cuando estaba chico me aparece un soplo al corazón y me dicen que no podía jugar fútbol, yo dije entonces seré entrenador y entre los 12 y 13 años desaparece ese soplo y desaparece por ese ritmo de vida que había llegado tan sano en el Puericultorio, eso me ayudó mucho, no era una afección cardiaca, entonces a partir de eso comencé a jugar fútbol, yo jugaba en el colegio, en mi barrio, en el club Atlético Peruano, destacaba a nivel de barrios. Cuando regreso de la pesca juego en el estadio San Martín primer amateur, por el Pedro Icochea, a los tres meses hay un partido con el Atlético Peruano que era de mi barrio, yo hago dos goles, empatamos dos-dos y el entrenador del Atlético Peruano era Eloy Campos, era jugador del Cristal y de la selección peruana, y el entrenador del Cristal era Alberto Terry, y los dos estaban viendo el partido y Terry le dice a Eloy ‘oye quién es ese loco’ y le dice ‘es del barrio, solo que se molestó y por eso está jugando en contra’. Me llevan a Cristal, había un grupo de jugadores que se llamaban los aspirantes, ahí comencé a entrenar, me daban una mensualidad, pero yo no pertenecía al Cristal. Hay un partido amistoso de Cristal con la selección de Talara, Terry me cita, y termina el primer tiempo, yo no estaba jugando, cinco a cero iba ganando Cristal, hace dos cambios Terry y me pone a jugar el segundo tiempo y un entrenador griego estaba viendo el partido y le cuentan, él se entera que no pertenecía a Cristal, en la noche se me presentan dos dirigentes del Arica, lo que me ofrecieron me hizo recordar lo que yo había ganado en la pesca, firmé por Arica, me equivoqué porque me habían llamado de otros equipos, pero llego al Arica, un equipo simpático, y veo a Luis Pau, tremendo jugador, lo que pasa es que se fracturó muy joven, Julio Meléndez, un crack, los dos buenísimas personas, buenos jugadores, el papá de Mario Gómez, un crack, Augusto Gómez. Llego a ese equipo con toda esa constelación de estrellas, estaba Ramón Mifflin, Sartor. Me acuerdo que en el primer partido que salgo en la nómina del Arica, había venido Elgagliari de Italia con Alberto Gallardo y varios jugadores brasileños, yo salí de suplente, empatamos 2-2, el siguiente era con Defensor Lima y los dirigentes hablan con los de Arica para que le presten a Sartor y aceptan, pero se fue a Chancay para que tapara Augusto Robles y debuta en un partido internacional y le gana 3-2, eso no lo hacen los arqueros. Esas son las cosas que me ha dado el fútbol a mí, conocer gente buena. Detrás de Sartor estaba Papelito Cáceres, era jovencito y llega a la selección, Chicho Uribe, que también llegó a la selección y así una serie de arqueros.
¿En qué equipos jugó?
Yo empiezo profesional en el Defensor Arica, pero antes como te digo que yo quería ser entrenador, cuando yo vengo de Chimbote, hago un equipito, le puse el nombre de un amigo del barrio que había fallecido Alejandro Ríos, ahí dirijo a Babalú Martínez, Moisés Chumpitaz y César Cueto. Cueto era el menor de todos, yo fui su primer entrenador y el último, lo dirigí desde los 9 años a los 12 y luego a los 37 cuando juega su último año en Alianza y yo era el técnico de Alianza, son gratas coincidencias.
¿Cómo era César Cueto de chiquito?
Cualquiera que lo veía jugar de chiquito sabía que iba ser bueno, César era una cosa impresionante, jugaba de 11, era lento, la pelota le quedaba grande. La historia de cómo se enlaza lo de Alianza, es que nosotros duramos nueve meses invictos, a veces jugábamos sábados y domingos y la única vez que íbamos a perder, íbamos perdiendo 1-0 en la Remonta, la última copa era de 300 soles, empatamos 1-1, tiran la moneda y perdemos, agarré la copa y salí corriendo jajaja. En mi currículum había algunas travesuras. Salí corriendo, había que correr hasta la puerta, el soldado no estaba, le gritan, él corrió y llega primero pero era ahijado de mi mamá y me dice ‘pasa primo’, salí corriendo a tomar el verde, llegué con la copa yo a mi barrio, me senté en el suelo con la copa y tomé una raspadilla, a las dos horas llegaron los demás todos golpeados porque se habían fajado, una trompeadera por la copa y la copa me la llevé yo. El ‘cholo’ Castillo nos invita para ir a Alianza y el cholo dice, no puede jugar Babalú porque es de Alianza y en su equipo de él estaba Teófilo Cubillas, Hugo Sotil, el Cholo Armando, el Chato Guerrero, el Chino Bustamante. Nos ganaron ocho a cero, pero al Cholo le gustó el juego de Cueto y me preguntó por él. La semana siguiente, había tres allá en Alianza y el menor, Fernando Martínez, lo llevó a César y yo me voy a atrás a ver el partido, ganaron 6-0 a Sucre y él hizo el sexto gol, sabes lo que hacían, juntaban su plata y al frente había una construcción, y le apostaban 10 soles a jugar con ellos, se dejaban hacer dos goles, era hasta los cuatro, ganaban y los dos soles los convertían en 10.
¿En qué momento empieza su etapa como entrenador?
Comienzo cuando estaba en Estados Unidos, después del mundial, yo estaba dirigiendo en los parques, me gustaba, yo dirigía con seriedad, pero habían 16 campeonatos, estaba bien organizado. Después del mundial de 78, hacen una selección del mundial donde va Cueto y Cubillas, para jugar con el Cosmos, Menotti era el entrenador, éramos amigos de la época de jugadores. Cuando yo jugaba en Estados Unidos, fui al hotel, lo vi a César y a Teófilo, me pongo a tomar café con César y me pregunta qué iba hacer acá, me dijo que escoja si quería ir a Argentina o si quería ir a España, yo dije España, me hizo una carta para Santa María, yo hice otra y se la envié, él me contesta y eso me emocionó. Ese día me dice, si te quedas acá, en el fútbol no vas a llegar a nada, y así fue como me voy a España.
¿Cómo fue su paso por Cristal como entrenador?
Cuando pasa esto que voy a Colombia por lo de Cueto, me dice Pocho, ven acá, coméntame la Liguilla, te voy a pagar bien, nunca en su vida había pagado bien, entonces me vine acá y vio que me respetaba la gente, y me dice, quisiera que te quedes acá como jefe de la organización, era una desorganización total, voy a iniciar yo la organización. No Pocho, le digo, yo tengo que caminar en el fútbol pero como entrenador, si hubiera un equipo que me quisiera contratar sí. Entonces para que me quedara, vio que estaba el ADT de Tarma, no tenía jugadores, no tenía dirigencia, en ese momento tenía deudas, era el club más pobre del mundo, y es el equipo que más quiero, que más tengo en el corazón, por cómo se portó la gente del pueblo y cómo se portaron los jugadores. Me presenta al presidente que era Enrique La Rosa, tenía un montón de deudas que había firmado por el club, le digo, mira Enrique, yo no te puedo aceptar si no veo jugar al equipo. Fui a Tarma solo, él también fue solo aparte. Comienzo a mirar el partido y estaban jugando con Mariscal Castilla de La Oroya, el partido era un baile. Termina el partido y me encuentro con Enrique, le digo que vi bien el partido, yo había estado mirando al otro equipo, dije que no, de ninguna manera, ese equipo no tiene nada. Me contó un montón de cosas, las deudas que tenía, había vendido el auto, la esposa lo quería dejar, un poco más me hace llorar, así que antes que llegue al llanto le dije que sí, pero le advertí que al momento que quisiera irme, me iba. Quisieron impresionarme y me llevaron a un hotel de cinco estrellas, al día siguiente vienen los dirigentes y se sinceraron, no podían cumplir con el pago, me llevaron a uno de tres estrellas, de ahí me llegaron a uno de dos lunas y terminé en uno de cinco cucarachas.
¿En Cristal cómo le fue?
Deportivamente bien, porque yo llego y hago un equipo. Pero después de ADT vengo a La Joya y clasifica también La Joya, después me voy. Me doy un paseo por Europa y venía el sorteo para el mundial de 86, y me llama Pocho Rospigliosi, estaba en Italia, me cita a México para que comente el sorteo. Viajo a México a comentar el sorteo y me llegó una carta del CNI, leo la carta, parecía que me estuviera escribiendo el Real Madrid, cuando llego acá me esperaba en el aeropuerto, el presidente con pantalón corto y bidiví a colores y me lleva al Campo de Marte, estaban entrenando en el Campo de Marte, todos estaban fruncidos porque no les pagaban hace tiempo. Dirijo CNI, me fue bien y luego aparece Hungaritos, allá mismo en Iquitos, dirijo cinco partido nomás y se quedó el equipo sin dueño, sin dirigente. Me voy a Chile y luego pensaba irme a Brasil pero solo para ver fútbol, no conocía a nadie en Brasil, entonces Alfonso Reverdito, era un dirigente retirado, lo llaman los dueños de Cristal para que sea presidente por dos años y prepare nuevos dirigentes, y dijo que sí pero que él traía al entrenador, le aceptaron y me llama a mí y así es como llego a Cristal. Cuando llego acá encuentro un impase Del Moral, dijo acá los entrenadores no se eligen así, él tenía tres candidatos pero a la hora de la votación votaron unánimemente por mí. Se hizo un equipo muy simpático, Manacero aparecía, Zuloaga venía con mucho éxito del Boys, aparece Olivares, que debuta conmigo de lateral derecho, Arteaga estaba en su momento, venía Purizaga de Cajamarca, Seminario que era goleador por excelencia. Lo de Seminario y Hurtado fue un golpe de suerte, yo llego y me bloquea Del Moral, no me contrató a ningún jugador y esperó que yo entregara la lista de los que no continuaban, salen los jugadores y no trae ninguno y yo empiezo el campeonato sin poder poner 16 jugadores. Los dos primeros partidos mal, pero recibo un buen consejo de Panadero Díaz, me dice habla con los dueños, no con los dirigentes. Hablo con los dueños y me dicen, qué jugadores quieres traer, ya el campeonato había empezado. Hurtado y Seminario se iban a Aurich Cañaña, le digo a Antón que hable con los dos para que hablen conmigo, se quedaron ahí e hicieron unos años impresionantes. Loyola también estaba en su momento. Hice un buen Cristal, fuimos ganadores de la Copa Malboro, después me fui por motivos personales.
¿Qué anécdota se le viene a la mente de esa época en Cristal?
Una anécdota un poco tétrica pero lo voy a contar. Había sucedido la tragedia de Alianza y ahí estaba un muchacho que había estado con nosotros en Cristal, Tomassini, y este chico Loyola era muy pícaro, siempre buscaba motivos para permisos. Y un día sábado había fiesta en su casa, esa semana había sucedido la tragedia, yo estoy durmiendo en la concentración de sábado para domingo y me toca la puerta a la 1 de la mañana y me dice, ‘profe, quiero ir a dormir en mi casa, están penando ahí, yo creo que es Tomassini’, yo le digo, ‘oiga, usted es bobo, si Tomassini viene a molestar acá sería a mí porque no lo ponía, no va ser a usted’.
¿Cómo fue su paso por Alianza?
Entrené a Alianza, para mí es un honor de haber entrenado a Alianza y a la U, son emblemáticos, son maneras distintas hasta de jugar, ahora no se nota mucho pero en la década en la que yo empecé a ver fútbol, cada equipo tenía su estilo. Siempre la U tenía en mediocampo jugadores de buen toque y lanzadores y arriba delanteros rápidos. Tenía a Jacinto Villalba, al Chino Ruíz a Jaime Ruiz, en el mediocampo Chale, Zabala, Humberto Arguedas, y arriba estaba el Ronco Rodríguez, Calatayú, Alejando Guzmán, jugadores que eran rapidísimos y defensa sólida. Alianza era diferente, más toque, más dribling, más filigrana, un sentimiento distinto.
Cuando estaba en Alianza, viene la barra a hablar conmigo, me dijeron que tenían muchos años sin campeonar, que este año tenían que ser campeones. Yo les dije que respetaba mucho el sentimiento de Alianza, pero ustedes saben qué representa Alianza, los sentimientos y las vivencias de la raza negra, lo que es muy lindo, entonces yo me hago una pregunta, por qué el presidente siempre es blanco, se quedaron callados.
¿Una anécdota de cuando estuvo en Alianza dirigiendo?
Voy a contar, no sé si mencionarlo, lo quiero, Marco Charúm, impresionante. Una vez íbamos a concentrar, iba salir de mi casa, yo vivía en Santa Beatriz, cuando salgo era de noche, veo un auto, unos malandrines, me saludan de profe, me fui pero pensando en eso. Llego a la concentración y le digo a Javier Castillo, hágame un favor, voy a regresar a mi casa y acá me informa cualquier cosa que pase. Y cuando regreso estaba la policía y efectivamente había sucedido pero no en mi casa, sino en otra, me quedo y al rato suena el teléfono, era Javier y me dice que Charúm se había volado, dije no puede ser, mañana jugamos el clásico, y me regreso a la concentración y pongo una silla en el cuarto de él, él tenía que llegar y a las 5 de la mañana lo veo trepando por la pared, los perros ladraban, pero como lo conocían se callaron, se venía por todo el campo acompañado de los perros, venía con las manos en el bolsillo y cantando valsecitos, cuando me ve me dice, profe, me levanté temprano para ir a misa, yo le dije a misa de cuatro jajaja.
¿Algún recuerdo de su paso por el Boys?
Tres veces he dirigido al Boys y me siento muy halagado, le tengo mucho sentimiento en el Callao, tengo familia en La Punta. El llegar al Boys me ilusionó tanto, porque está considerado entre los equipos grandes. Anécdotas que haya tenido en Boys, no tengo una así jocosa de estas.
Es difícil dirigir al Boys, primero porque siempre necesita resultados, pero es una hinchada muy sufrida, muy querida, ese señor Luna, lo quiero mucho, todavía está vivo, en la foto del 51, del Boys campeón del 51, estaba él, el aguatero, tenía 14 años en ese momento y hasta hoy acompañando al Boys.
¿Cómo fue su etapa en Universitario?
Fue el 99, yo estaba en Cuba, no sé cómo hizo Alfredo González que me ubica en un pueblo campesino, me ubica donde un vecino, todos en ese pueblo me conocían, ahí es que me habla y vengo porque dirigir la U es un honor, era un equipo grande con pretensiones, tenía buen elenco y afortunadamente el equipo campeonó. Y fue un año maravilloso suyo (Cuto). Recuerdo un partido que estábamos con nueve jugadores y teníamos que ganar, era con Sullana en Lima, y cuando estaba frente al arquero, lo amaga al arquero e hizo el gol con el arco libre y ganamos 1-0.
¿Qué se acuerda de su recorrido por la selección peruana?
Primero una época bastante difícil porque en el 91 todavía estábamos sufriendo la carencia de jugadores, había sucedido lo de Alianza, un Alianza que podía aportar hasta 8 o 9 jugadores para la selecciones, buenos jugadores en buena edad, hasta el arquero. Me acuerdo que se iba llamar al técnico de la selección pero nadie quería que vaya yo, hablaron con 15 y no hablaron conmigo, cuando ya se vieron en nada, me hablaron a mí, yo estaba en el Boys, yo con mi sentido patriótico acepté. Llegué a la selección, no habían jugadores pero con el tiempo se pudo hacer algo.
Yo me quedo con mi segunda etapa en la selección. Me contrataron a mí pensando porque venían de un fracaso rotundo, venían enamorados en ese tiempo de los técnicos yugoslavos, todo el que tenía pasaporte yugoslavo tenía trabajo asegurado. Ninguno de la Federación querían que yo vaya a la selección, no Cristal tampoco, pero algunos medios hacían campaña para que yo sea el técnico. Pero si alguien se equivocó fui yo, tenía que haberme ido a México, a Monterrey. Me hicieron el contrato mal hecho y yo acepté porque me confié en lo que yo podía hacer, pero luego me encuentro con algunas cosas que no puedo ni mencionar y que no las puedes cambiar, la gente está pensando más en el negocio que en el prestigio de la selección. El partido con Brasil, venía de ser campeón del mundo, podríamos haberle ganado ese partido, son cosas que no se pueden mencionar, es muy triste, pero lo que habíamos hecho previamente bastante bien porque habíamos ido consolidando jugadores, mejoró muchísimo en el arco Miranda, lo había tenido jovencito en Cristal, hacía una buena pareja para la contención Carranza con Martín Rodríguez, los dos eran muy fuertes. Ese día que le ganamos a Chile seis cero, el equilibrio lo conseguimos cuando estábamos cero cero pero los primeros minutos Chile estuvo encima de nosotros, se equilibró el mediocampo ahí, comenzamos a frenarlos, no hubo una gran superioridad futbolística, hubo eficiencia para hacer los goles y contenerles el impulso a ellos. Yo creo que como trabajo, mi segunda etapa en la selección.
¿Cómo fue su paso por la selección de Cuba?
Yo llegué a Cuba en el 89, pero en el 69 yo recibo una invitación, yo estaba muy joven y no fui, 20 años después vuelvo a recibir otra invitación y fui por 15 días, a los 15 días eligieron 17 de 300 y tantos invitados, nos extendieron la invitación a tres meses, yo sin dudar acepté, y luego me ofrecen para ser profesor visitante. Esos tres meses fueron encantadores para mí, me vieron como un hombre probo, el tipo que va a hablar era un teniente coronel pero va de civil, seguridad del Estado, me dice que me quede, en esos 17 días, yo estaba en mi habitación y él en la habitación de al frente y me dice, cualquier cosa me avisa. En la noche me ponía con mi cerveza a escuchar mi música cubana, me ponía a mirar el mar y veía dos ojos ahí escondidos que me miraban, al día siguiente eran cuatro ojos, era la hermana y a la siguiente eran seis ojos, él, la hermana y el hijo de la hermana, yo me hago el loco y les dije, disculpen, están despiertos, ¿una cervecita? Fuimos al muro, tomamos una cervezas y ahí me dice que era teniente coronel pero querían saber quién era yo, como ser humano, como ser social, yo me alegré y me quedé los tres meses y luego me dice que tenía la puerta abierta cuando guste. Siempre recibí mucho cariño, mucho respeto. Luego me llaman para una cooperación de tres meses, para preparar a la selección para la Copa de Oro, para mí fue lindo, comenzamos ganando y llegamos al último partido, se habían cumplido los tres meses, me tenía que ir, nos tocaba jugar con Panamá ida y vuelta y se aparece en mi casa Pedro Miré, un héroe nacional sobreviviente del asalto al Moncada en 53, junto con Fidel, con esa gente. El cubano es muy jocoso, y me dice oye compañero, me he enterado que es soltero, mañana se va a la 23, escoja bien, pone un aspa a la mulata que le guste y se casa con ella, queremos que se quede con nosotros. Le dije que me dé tiempo para pensarlo, dos segundos, y me quedé con mucho gusto. Ha sido la etapa profesional más hermosa que he tenido y el dolor más grande que no clasificó para el mundial en 2006, hubiera sido lo más hermoso de mi vida. Pero todo el tiempo que pasé en Cuba estuve muy feliz, me emocionaba lo de la música, cantantes antiguos, Compay Segundo. Cuando recién fui me quedé en un edificio y ahí vivía Compay con su última esposa que tenía 39 y el 90,
¿Una anécdota de Compay Segundo?
Me decía, tengo cinco hijos y me estoy preparando para el sexto.
¿Cómo fue su paso por el Sport Huancayo?
Yo ya no estaba para dirigir, no quería tampoco, pero siempre quedan las ganas y puedes desde el punto de vista de conocimiento y capacidad pero sin el despliegue físico de antes. Me hablan los de Huancayo con mucha seriedad, dos semanas antes de que terminara el campeonato, yo dije que no porque ya tenían un técnico, era Roberto Mosquera, fue asistente mío, me dicen que él ya había arreglado con Cristal. Cuando termina el campeonato, viene el presidente y me dice, vamos a Copa Libertades, el 21 de enero teníamos el primer partido, así que íbamos a empezar a entrenar el 19 de diciembre, eso no les gustó mucho porque tenían que pagar más, les dan vacaciones a los jugadores, los citaron el 4. Les presento una lista corta de los jugadores, pero me dicen que no se podía hacer porque se habían ido de vacaciones, regresaban el 4 para jugar el 21 con Arsenal que fue el campeón de la Copa Libertadores ese año, no había seriedad. Ellos ya habían contratado jugadores, no había seriedad, sin aspiraciones de hacer una buena campaña, un conformismo de la taquilla. Lo hice jugar de volante con 17 años a Miguel Araujo en Argentina contra Arsenal, esas cosas me dan gusto, luego me encontré con él en el aeropuerto, me da gusto verlo en la selección, en Europa, realizado. Al regresar, nosotros veíamos de Huancayo para tomar el avión acá para Argentina y en Ticlio había caído una nevada, yo estaba enfermo, yo pensaba que ahí me iba quedar, estaba en tratamiento, llegamos acá, y se me acerca los jugadores a pedirme permiso para despedirse de su familia, les faltaba profesionalismo. Fuimos, perdimos allá, empatamos acá y quedamos eliminados. Tiene sus cosas Huancayo, el respeto para el sueldo del jugador, eso me gustaba.
¿Por qué ya no dirige profe?
Yo me he equivocado muchas veces, y una de esas fue dejar. En 2005 después de lo de Cuba, ya no dirijo y quedé como asesor del Inter, pero Walter Ormeño me decía para que siguiera dirigiendo, podía haber dirigido a Los Jaguares de Chiapas, me llamaban, había bastante insistencia, pero yo ya no quería, había perdido motivación, ilusión. Yo iba mucho a México y Walter me seguía animando. Un día vengo acá y me encuentro con el papá de Puchungo y me dijo que le dé una mano con el Boys. Fui y el primer partido empatamos, el segundo le ganamos a San Martín y yo me emociono y el día lunes me dan el diagnóstico de la enfermedad y yo me silencié, no dije nada, pero comencé a ver el decrecimiento de mi organismo, ya no podía manejar, un día se me adormecieron las piernas manejando, me ayudó un taxista, no volví a manejar, entonces yo ya dije que era demasiado, ya me estaba sacrificando mucho, pero me quedó las ganas, me quedó las deudas de hacer mucho en el fútbol, y lo otro que me queda es la satisfacción de haber podido haber vivido dignamente con algo que fue mi afición, pasó a ser mi pasión y se convirtió en mi profesión.
Cuéntenos la anécdota de Cueto
Después de 13 años en el extranjero, me voy a París, vengo a Madrid luego a Nueva York, hablo con César que estaba en el Nacional, habían terminado el campeonato y habían pasado a una política diferente, el nuevo dueño no quería extranjeros y había contratado a 13 jugadores de la selección de Colombia, pero dentro de esa política ya no iba seguir Cueto. César me cuenta eso y fui a Medellín, fui a entrenamiento y me señala quiénes eran los periodistas, comencé a hablar para que me notaran el dejo, dije que era representante y que venía por Cueto, que me lo iba llevar a Atlético de Madrid, ahí no me conocía ni el utilero. Me llevaron a un programa, me la pasé hablando una hora de anécdotas de Cueto, caminaba por la calle y la gente me gritaba ‘no se lo lleve’. Al final le hicieron el contrato a él y a La Rosa. Le digo a César que me voy volando porque si me descubren que no soy representante de nada, me voy preso.
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