
Hola, mi gente maravillosa de La Fe de Cuto. Como siempre, estoy agradecido con Dios, con Trome y con ustedes, este público hermoso que nos acompaña en este programa humilde, pero hecho con mucho cariño, siempre tratando de darles lo mejor.
Por eso, hoy tenemos un invitado de lujo, a quien vamos a tratar mejor que a esos llamados ‘galácticos’. Le doy la bienvenida a mi sobrino, ¡Jair Céspedes!

¿Quién te puso ‘Pata de rana’?
¿Quién va a ser? ¡Roberto Guizasola! Estábamos en Chiclayo, en Juan Aurich. Yo me estaba bañando y entra... Yo tengo el pie semiplano, entonces él, que siempre está atento, me mira los pies y me dice: “Oye, compadre, tú tienes pata de rana”. Desde ese día se encargó de decirle a todos que tenía ‘pata de rana’ y ahora todos me conocen así.
Tú creaste ese monstruo... cría cuervos y te sacarán los ojos.
Tú empiezas tu carrera en el Municipal… el ‘Echa Muni’.
Claro, yo vivía en Mollendo, soy de allá. Nací y crecí allí hasta los ocho años. Mi papá era policía, lo destacaron allá y después volvimos a Lima. Y justo el compadre de mi papá es hermano de ‘Ñol’ Solano, entonces su familia también vivía por allá. Un día, el compadre de mi papá va a la casa y le dice: “¿Por qué no lo llevas a probar a Muni?”. Llegué, pasé pruebas con el profesor Óscar Montalvo y quedé. Ahí ya estaba mi compadre, el ‘10’. En ese tiempo tenía toda la canilla reseca.
Yo quiero que me pases esa foto en la que estás con Jefferson…
Claro, ahí teníamos 8 años. Jefferson fue el primero en llegar. Yo me quedé hasta los 15 años. Jefferson se va primero a Alianza, después me voy yo con Martín Tenemás y Carlos Fernández. Alianza nos compra por una canasta de víveres. El otro sí fue por candela, nosotros por víveres.
En esa época, Alianza Lima te daba tu canasta mensual con víveres, también tus diez o veinte soles semanales. En ese equipo ya estaban Jefferson, Paolo (Guerrero), Crifford Seminario, Roberto Guizasola. A los meses llegó Rinaldo Cruzado y ‘Cuchara’ Viza.

Yo en el Muni era delantero, pero no le hacía gol a nadie. ¿Dónde iba a jugar si estaban Paolo y Jefferson ahí? Me retrocedieron como volante por izquierda y a ‘Cucurucho’ como volante por derecha. Nosotros teníamos que alimentar a esos gatos arriba. Uno se molestaba cuando el otro hacía más goles.
¿Qué anécdotas recuerdas de esa época?
En esos años estaba Constantino Carvallo, y él nos llevó a los Reyes Rojos. Imagínate: todos los negros allí. Era como las vecinas de La Molina con los vecinos de Ate. Los blancos llegaban con sus tablas de surfear en el brazo... las dejaban en el patio.
Y ustedes estaban marcando a ver dónde podían venderlas...
¡Ja, ja, ja! No. en serio nos llevábamos bien con todos. Del entrenamiento al colegio. Pero te cuento una aneécdota Yo tenía un buzo con botones y cuando estabamos en un micro ( Las Delicias) me iba a parar para bajar, estos palomillas me jalaron el buzo y encima estaba con mi calzoncillo con hueco. Se bajaron y me dejaron allí. Tuve que bajar tres paraderos después, hasta abrochar todos los botones del buzo.
¿Cómo fue tu debut con Alianza?
Fue a los 18 años, pero había una gente muy brava. Estaba nervioso. Me toca concentrar con Waldir. Me dice: “Sobrino, ya sabes, ¿no? El primer toque con la pelota: seguro”. Le agradecí. Al rato, me vuelve a decir: “Ya sabes, ¿no? La primera, segura”. Ya Sáenz le decía también. Estaba calentando y me buscaba con la mirada: “Ya sabes... segura”.
Nos toca con Club Bolognesi en la Sudamericana, en Matute, y ese equipo estaba con candela. Estaban Reynoso y Chemo Ruiz. Entré en el primer tiempo y no di la talla, me dio pánico escénico. Tú sabes... no estuve bien y ya no salí al segundo tiempo. Empatamos 0-0.
Me hubiese gustado tener un mejor debut, porque después de eso me prestaron al ‘Muni’ otra vez.
¿Quién fue tu padrino?
Waldir… pero no me dio nada. ¡No soltaba nada ese zambo!

¿Qué pasó con ese debut cómo quedaste?
Después me prestan a Muni para jugar Segunda con el ‘Chino’ Rivera. Estaban el ‘Loco’ Dávila, el chato Ricardi, Carlitos Silvestri. Ese año nos fue bien, hice varios goles de extremo, como nunca. Estaba a préstamo, tenía que regresar a Alianza Lima. Hago la pretemporada del 2005 y me sentía bien. Estaba ‘Pocho’ Insúa, pensé que me iba a quedar. Era el último día de la pretemporada y un dirigente me saca del comedor para decirme: “Sabes qué, el profe no va a contar contigo, te vamos a prestar”. Me derrumbé.
Nunca me buscaron el préstamo. Yo me lo tuve que buscar y conseguí lo de Coopsol en Segunda también. Pensé que me iría mejor, pero me fue peor. Después llegué a Aviación y ya estaba desanimado del fútbol. No quería saber nada. Nos eliminan en octubre, y aún faltaban noviembre y diciembre.

¿Y qué hiciste?
Yo tenía familia en Estados Unidos y decía: “No quiero saber nada, me voy a chambear allá”. El hermano de mi papá viene y me abrió los ojos. Yo le veía la ropa y decía: “Yo quiero lo mismo”. Y él me decía: “Vas a ir a freír pollo, a chambear ocho horas”.
A la semana, Jefferson llega del PSV y quería a su gente, entonces me llama. Yo le digo: “Estoy en nada”, y él me dice: “Le voy a decir a Raúl (Gonzales, su representante) para que te consiga algo”. A la hora me llama Raúl y me dice: “Tengo algo en Sport Boys, dos años de contrato”. Me puse a llorar. Yo era un desconocido. Estaba Roberto Mosquera en ese equipo.
Ese Torneo Apertura no salía ni en lista, pero no ‘aflojaba’. Me preparé a conciencia y en el Clausura me pone ante Sporting Cristal como lateral izquierdo. Fui el mejor de mi club. Ese año el profe me puso como titular hasta que se fue.
¿Cómo se presenta Roberto Mosquera a un grupo?
Te tira todos los kilos encima. “Soy Roberto Mosquera, he jugado Mundial, he jugado cuatro Copas Libertadores”. “A los extranjeros: Darles la bienvenida, porque yo también he sido extranjero”. Así se vende”. Además, cuando haces un gol, te regala un CD de salsa dedicado por él.
Ese año me llaman a la selección y después me llevan a la Copa América de Venezuela. En el 2007 fui de emergencia porque el ‘Loco’ se había lastimado el hombro.
En San Martín me contratan y jugué medio año, porque luego me llaman de Israel. Yo siempre decía: “Sácame, aunque sea a Afganistán”, y me dijeron: “Ya te vas, hay tanta candela…”.
Con eso le pude comprar su departamento a mi mamá. Vivíamos en casa alquilada en Surquillo, y ella trabajaba en una casa. Al lado estaban vendiendo un dúplex. Me comenta y justo le cuento que salió lo de Israel. Lo compramos. Estábamos felices.
Me fui solo a Israel. Difícil, pero no tanto porque estaba Junior Viza allá. Él era de la ciudad y yo estaba en provincia. Al principio no quería salir porque no sabía el idioma, pero después aprendí. También un poco de inglés para defenderme. Me quedé un año y ocho meses. Regresé por problemas entre dirigentes y el equipo se vino abajo, si no, me quedaba.
En el 2010 regresas para jugar por César Vallejo con Mario Viera…
Me lleva la dirigencia, el profe no tenía referencias mías. El titular era Manuel Corrales y Jair Iglesias el segundo. Fue difícil. El profe se portó bien conmigo, pero sentí una pequeña decepción en lo profesional. Ahí apareció mi viejo, Franco Enrique Navarro.

¿Dónde te lleva?
Me lleva a Huánuco. Ustedes habían dejado la valla alta. Me decía: “Oye, ¿qué estás haciendo? Vamos a León, que allá ni juegas”. Me fue bien. Un partido de Libertadores con Gremio me ahogué. Hice la finta de que me acomodaba la canillera, y Franco me dice: “¿Me quieres hacer el huev...? ¡Estás ahogado! ¡Anda, corre!”. Y salí volando.
Después te vas a Chiclayo…
Don Edwin me hizo contrato de tres años. Ya estaba más maduro (2013, 2014 y 2015). Me llamaban a la selección. Vaquero llegó con su estrategia española. La gente lo consumió. El jueves era de masajes: contrataban masajistas, llegabas, te masajeaban y te ibas a tu casa. La gente llegaba quebrada el domingo. Peleamos la baja.
Luego llega Roberto Mosquera…
Llega y nos dice: “Esto era una discoteca andante”, ja, ja, ja. “Al primero que no me llegue a entrar, se me va. Tolerancia cero”. Al día siguiente bajó a tres. “Si tienen que ser diez, van a ser diez”. Don Edwin decía: “Muchachos, ¿qué quieren? ¿Premios?”. Ganamos diez partidos seguidos. Estaba dulce el ‘Pana’ Tejada.

Cuéntanos una del ‘Pana’ Tejada…
El hombre era risueño siempre, y un día entra a la Videnita caminando, cuando siempre lo hacía en carro. Entra serio. Le digo: “¿Qué pasa, mi pana?”. Y me suelta: “Esto no puede seguir así… ¿cómo este jugador va a ganar más que yo, que soy ídolo del club? Don Edwin no me puede hacer esto. Hoy voy a hablar con él”.
Justo esa semana habían limpiado a un jugador. Entonces esa plata estaba en el aire y el ‘Pana’ habló con Oviedo. A los siete días me dijo: “Pata de rana, todo está solucionado”. Había agarrado ese ‘bolo’ y seguía siendo el mejor pagado del club.
Después fichas por Sporting Cristal…
Ahí sí me volví un galáctico. Estaba en mi prime. Estaba en Aurich y los dirigentes querían que me quede. Yo, dándoles una excusa, les digo: “Dénme tanto”. ¡Ya me dijeron! Ahora cómo hago… “Déjenme pensarlo”, les dije. Era Lima y estaba más cerca de la selección.
Llegué y era como si estuviera en el paraíso. Yo miraba y decía: “Gracias, Dios mío. Yo me quedo a vivir aquí”. Los dirigentes, las oficinas… Lo único que tenías que hacer era jugar bien, después el club se encargaba de todo. Encima, tu plata estaba antes de fin de mes.
Tú me sigues, porque después te vas a Cusco FC, que era Garcilaso…
Claro. Con don Julio y su esposa, que cortaba cabeza fuerte. Ella decía: “¡Yo que mi marido no les pago!”. Él me llama cuando salí de Cristal… “Uy, aquí es”, dije.
Yo fui para darles una charla, ¿te acuerdas?
¡No seas abusivo! Tenías que dar la charla, pero estaban más fermentados... El ‘Halcón’ se había dado una boleteada. El dirigente nos decía: “Va a venir Luis Guadalupe para darles algunos consejos, una motivación”.
Yo tenía que ir ‘sazonado’, como en El Gran Show, para que fluya, pues. Si no, ¿cómo?
Estuve dos años allí. Salvamos la categoría y después la perdimos en mesa. Lo que vale es que en la cancha la salvamos.
¿En el 2022 te vas a Binacional?
Llego a Juliaca... Hacía un frío complicado. Salí de Cusco y no había conseguido equipo. El torneo ya iba por la segunda fecha. Pensé que ya quedaba ahí. Un día estaba en mi cama y me llama Gerson Gálvez. Yo dije: “Gracias, Dios”.
El primer entrenamiento me reventaba la cabeza. Yo venía de Cusco, pero Juliaca era más bravo. No se demoraron mucho y me hicieron contrato. En el segundo tiempo ya quería que me saquen. Recién después de dos meses me aclimaté.
Vivía en el tercer piso y no había ascensor. Mi señora me decía: “Anda a comprar”, y yo no quería ni salir. Encima entrenábamos en una cancha donde no había camerinos. Te cambiabas afuera, en el frío. Las lágrimas se me caían. Yo miraba y decía: “¿Dónde está el camerino?”. Gracias a Dios me fue bien y clasificamos a Copa Sudamericana.
Después regresas a tu casa, Municipal…
No fue el regreso que yo esperaba. No era así. He pasado por equipos, pero no como eso. Yo soy hincha de Muni, estaba feliz porque vi que en el tema logístico estaban bien. Vi cuatro fisios, nutricionista... “Uy, cómo ha cambiado mi Muni”, decía.

Empezamos a entrenar desde diciembre con Ángel Comizzo. Trajimos a Olivares, a Pacheco… pero desde ese diciembre empezaron a deber. “No hay plata, que esperamos que llegue el dinero de un lado”. Pasó diciembre, enero, febrero… Los fisios se fueron. Nos quedamos solos.
Llegó la nueva directiva y empezó a reducir costos. Nos debían casi medio año. Recién en agosto, cuando entró la plata de la televisión, pudimos cobrar. Descendimos.
Después, en el 2024, fue terrorífico…
Se convirtió en Los cuentos de la cripta. Los sueldos de los chicos ya eran mínimos. Yo hablé con Aldo (Olcese), me dijo que la situación iba a cambiar, que la plantilla era corta y se iba a pagar… pero eso no pasó. Creo que tiene que entrar gente con buena gestión. Hoy el club está en el hoyo.
Aldo se presentó a las elecciones y lo agredieron. Yo estoy en contra de eso.
Creo que él está molesto conmigo porque, cuando me preguntan, yo cuento lo que ha pasado. Digo la verdad. Hay otras cosas que se las diría en la cara, no por acá.
Pero si me dices: “¿Pagaban?”, te digo: No, no pagaban. ¿Se aparecía a los entrenamientos? No, no se aparecía. Nos sacaron de donde entrenábamos y nos mandaron a un sintético. Nunca estuvo con el grupo.
Te llamó Gareca. Viviste el proceso de Rusia 2018…
El profe fue a Chiclayo para hablar con Gallese, Ramos y conmigo. Me empezó a convocar a los amistosos y a un par de partidos de Eliminatorias.
Yo quería que me utilice de local para dar show, pero me llevó a Barranquilla, al Centenario, con Cavani y Suárez. ¡Imagínate! Marcar a Falcao, Teo Gutiérrez, Cuadrado que estaba en la Juventus… Pero fui para adelante. Me fue bien. Le agradecí bastante.
Te llevó a la Copa América de Chile 2015…
Mira, Halcón, te voy a decir algo: he ido a tres Copas América, pero no he jugado en ninguna. ¡Una, al menos, pues! Fue como entrenamiento. Era difícil porque estaba el ‘Loco’ Vargas. En una quedamos terceros. La convivencia se llevó bien.
Tienes título del 2003 con Alianza, en el 2008 con San Martín y con Cristal en 2016 y 2018. ¿Qué se viene para ti?
He formado mi asociación con Oswaldo Urdiañez para apoyar a los jóvenes valores. A esos chicos que no tienen la posibilidad de llegar a un club, queremos brindarles apoyo alimenticio, psicológico, formativo… y contribuir al fútbol peruano desde mi academia.
Oficialmente no me he retirado. Estoy esperando un equipo que valga la pena, que sea serio. Si no se da, me dedicaré de lleno a lo mío con los chicos. Que tengan el respaldo que uno no tuvo al comienzo. Ellos se lo merecen.
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