¡Hola, mi gente maravillosa de ‘La fe de Cuto’! Quiero agradecer al de arriba porque nos está llenando de muchas bendiciones. Este programa me está haciendo pasarla espectacular en esta cuarta temporada. ¡Así que ya saben! Estamos en todas las redes y la estamos rompiendo en TikTok.

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Hoy tenemos a un invitado que se ganó mi corazón. Nos hemos enfrentado en el ‘Gallardo’: él con la celeste y yo con Garcilaso. Una vez casi le arranco la pierna. Tuve que llamarlo, enamorarlo. Le dije: “Sin rencor, sobrino, quiero que estés en mi programa”, y hoy tenemos a Horacio Calcaterra, referente en su etapa con Sporting Cristal y ahora uno de los capitanes sin cinta del mejor Universitario de los últimos tiempos.

¿Cómo llegaste al Perú?

Fue por Hernán Lisi, que me conocía de Rosario Central. Me acuerdo que había ido a comprar hielo para Año Nuevo cuando, de repente, me entra una llamada a las diez de la noche desde un número privado. Atiendo y me dice: “Soy Hernán, me tocó ser técnico de Unión Comercio. ¿Te gustaría venir al Perú? Me gustaría traerte”.

“Quiero que lo pienses”, me dijo.“No, yo voy”, le respondí en una.“Mira que es la selva, piénsalo bien”.“No te preocupes”, le contesté. Yo tenía muchas ganas de salir y jugar en Primera.

Llego a la reunión con mi familia y les digo: “Me voy a Perú”. Todos lo tomaron a broma. Pasaron tres días, me pidieron la foto del pasaporte, sacaron los pasajes y el 4 de enero viajé. El 5 ya estaba acá.

Salir del país es difícil, cuesta adaptarse. Me pasaron muchas cosas por la cabeza, pero pensaba en el futuro de mi hija y mi mujer.

Salí a las 3 de la mañana rumbo a Buenos Aires. Mi vuelo era a las 9:30 a. m., pero llegamos a Lima recién a las 9 de la noche. Viajé con Gonzalo Robledo, un compañero. Hicimos escala en Antofagasta y en Santiago, nos comimos tres horas en cada parada.

Encima teníamos que llegar a Nueva Cajamarca. Pensé: “¿A dónde me metí?”. Al día siguiente tomamos una camioneta al club. Fueron tres o cuatro días sin poder comunicarme. Nadie sabía de mí. No había internet, ni televisión, solo agua fría. Fue un choque fuerte. Con el tiempo, me fui acostumbrando.

Horacio Calcaterra llegó a Perú para defender la camiseta de Unión Comercio (Foto: GEC)
Horacio Calcaterra llegó a Perú para defender la camiseta de Unión Comercio (Foto: GEC)

¿Cómo fue tu infancia?

Muy linda. Siempre viví frente a una plaza, donde jugábamos con los mayores los famosos “picados”. En mi pueblo, el club Correa era el punto de encuentro. Tenía muchos amigos. A los 9 o 10 años ni pensaba en jugar en Primera.

A los 11, un amigo me dijo: “Están haciendo pruebas en Rosario Central”. Fui y me llamó la atención. En ese tiempo jugaba de back central, y me eligieron. Me dijeron que debía ir dos veces por semana a entrenar y jugar los fines de semana.

Para mis padres fue un sacrificio enorme. Eran 60 kilómetros de viaje dos veces por semana, más el domingo para el partido. A veces pienso que hubiera esperado hasta los 14 años, cuando ya era más adolescente. Competir constantemente te cansa un poco.

¿Qué anécdotas recuerdas en Rosario Central?

Cuando llegué a la pensión el primer día, fue duro. No me sobraba económicamente, pero vivía bien, tenía comodidades. Adaptarme costó, solo tenía un amigo del pueblo. Pagué “derecho de piso” con el calor, los zancudos…

Cuando no tienes a tu familia cerca, es clave tener una referencia. Porque cuando eres joven, crees que te puedes llevar el mundo por delante, pero necesitas a alguien que te encarrile.

En Central aprendí valores que me marcaron para siempre. Yo no quería correr, y me lo decían con confianza: “Mira, tienes un poquito de pecho frío, así que tienes que correr más”. Eso toca la autoestima. Puedes tener condiciones, pero si no corres, no juegas; si no luchas, no juegas. Me lo decía José Aurelio Pascuttini.

El año pasado me lo crucé aquí. Me sorprendió verlo. Su hijo vive en Perú y sus nietos son hinchas de la ‘U’. Le pregunté a Pajita si tenía una camiseta para obsequiársela, pero no tenía. Me emocionó mucho verlo.

A los 19 debutaste en Rosario Central

Fue una historia media loca. Yo sabía que el técnico interino era el mismo que tuve en Cuarta y me amaba como jugador. Se va el DT del primer equipo y lo suben a él.

En ese momento, yo estaba con gripe. Le dije a mi mamá que le avisara que al día siguiente me presentaría igual, aunque estaba con fiebre.

Fui al entrenamiento y él me dijo: “Con que hayas venido, es bastante”.Al día siguiente hice trabajo táctico con el primer equipo y la reserva. Cuando estaba haciendo mi mochila para regresar a mi pueblo, me dice:“¿Qué tienes que hacer en la noche?”“Nada”, le respondí.“Ven a cenar con nosotros, concentras”.

Era mi primera concentración. Llamé a toda mi familia. Nunca había concentrado, ni siquiera jugado en la Reserva. Pasé de Cuarta a Primera de golpe.

Horacio Calcaterra no imaginó jugar en la selección peruana (Foto: GEC)
Horacio Calcaterra no imaginó jugar en la selección peruana (Foto: GEC)

¿Cómo fue tu debut?

Debuté en la cancha de Argentinos Juniors. Yo creo que no iba a entrar, pero se lesionó un compañero que había ingresado minutos antes y me metieron faltando 10 minutos. Corría para todos lados. Mi familia estaba en la tribuna, los únicos cuatro de Rosario, mojados por la lluvia, pero felices de verme debutar.

Después del debut, a mi amigo lo mantuvieron en Primera y a mí me bajaron a la Reserva. Luego llegó ‘Vitamina’ Sánchez con Hernán Lisi a ese equipo. Jugué un par de años en Reserva, pero Rosario Central descendió a la B y a los que estábamos en esa categoría nos dijeron: “Si tienen algo, les damos su carta”.

Fui a la sede por mis papeles. Creo que querían que me fuera, aunque tenía buena relación con el club. Me dije: “No vuelvo más”, y quedé libre.

¿La pasaste difícil en ese momento?

Sí, fue un momento duro. Mi papá tenía terrenos que yo había comprado, pero no me alcanzaba para cubrir todo y tuve que pagarle una cuota mensual. Encima, una semana después, mi mujer me dice que estaba embarazada. “¿Para qué compré el terreno?”, pensé.

A los seis meses me salió la oportunidad de ir a Perú. Pero en su momento fueron muchas cosas juntas. Tuve que hacer ‘Remisse’ (taxi) porque lo que ganaba en Rosario Central no me alcanzaba. Tenía que sacar algo más para comprar pañales y otras cosas. Me fui a vivir a mi pueblo, así que todos los días viajaba de ida y vuelta.

Cuando salió la posibilidad de ir a Perú, fue complicado porque yo no jugaba, estaba con carga y no tenía minutos en Primera. Por eso fue difícil que creyeran en mí. Aun así, el técnico y el club me dieron el aval para firmar contrato, aunque nunca había jugado profesionalmente.

En Moyobamba la gente era diez puntos. Nos faltaba campo de entrenamiento y no teníamos dónde bañarnos, pero logramos clasificar a la Copa Sudamericana. Para nosotros no era difícil porque éramos de pueblo. El problema fue la comida para mi mujer: ella bajó mucho de peso. Además, me dio dengue. Después de eso, nos plantamos y decidimos buscar otra opción.

¿Cómo llegaste a Universitario?

Cuando me dio dengue, no jugué los dos últimos partidos. Jugamos de visita contra Boys y de local con la ‘U’. En el vestuario, un compañero me dice: Chemo quiere hablar con vos, está yendo al vestuario. Anda. Voy, toco la puerta y sale ‘Chemo’.

“Hola, Horacio. Me gustaría que vengas el año que viene con nosotros”.“Sí, de una”, le respondí.“Dame tu número o el de tu representante para contactarte”.

También desde el primer momento fue sincero. Me dijo:“Mira, no hay plata. No sabes si vas a cobrar, pero nosotros te queremos. Quiero que vengas”. Llegue a casa y le dije a mi mujer: “Nos vamos a la ‘U’, Chemo me quiere”.

Su primera temporada en Universitario la rompió  (Foto: GEC)
Su primera temporada en Universitario la rompió (Foto: GEC)

¿Y te llamaron?

Pasaron las vacaciones y el club le debía como ocho meses a los jugadores. Medio plantel se iba. Yo esperaba el llamado de la ‘U’, pero tenía ofertas de César Vallejo y Melgar.

El 18 de enero me enviaron los pasajes y nos alojaron en el Hotel Ariosto. Recién empezamos a entrenar el 1 de febrero. Nos decían que primero debían hablar con el plantel para que no pensaran que había plata. Un día nos quitaron el almuerzo y con el ‘Chino’ Ximénez nos fuimos a comer a otro lado.

Todo estaba mal, era un desastre. Durante el año fuimos cobrando de a pocos. Había chicos con talento. A mí me fue bien, queríamos renovar, pero nunca llegamos a un acuerdo. Luego vino Ñol y yo tuve que irme.

Calcaterra y Ximénez llegaron como refuerzos en tiempo de crisis de Universitario (Foto: GEC)
Calcaterra y Ximénez llegaron como refuerzos en tiempo de crisis de Universitario (Foto: GEC)

Después te vas a Cristal, donde nos ‘encontramos’

Ustedes (Garcilaso) tenían un equipazo. También con Aurich tenían mucha ventaja. En Cristal no te faltaba nada, pero los partidos contra Garcilaso eran duros. Había pica entre los equipos.

Cristal es un club ejemplar. En Navidad te daban regalos para tus hijos, te saludaban por tu cumpleaños. Era otra cosa. Me dieron vehículo, vivienda…

En la ‘U’ tenía que pagar cuatro meses de adelanto porque nadie me quería alquilar. En Cristal fue distinto porque había respaldo de Backus.

Cuando llegué, pensé: “De este lugar no me saca nadie”. Ese año fue el que más tarjetas me sacaron. Corría y jugaba de cualquier cosa. En 2013, me preguntaba: ¿Dónde juego?.

Recuerdo que Hernán Rengifo se enfermó y me tocó entrar. Lo hice bien y fui ganando mi lugar. Jugaba de lo que sea.

En 2013 ya estabas en un gran nivel

A mitad de año ya tenía contrato. Colón de Santa Fe mostró interés y Cristal se enteró. Me hicieron un contrato por cuatro años y recibieron críticas. Dijeron que era una apuesta para plantar la semilla y crear identidad.

Horacio junto a otro referente como Jorge Cazulo (Foto: GEC)
Horacio junto a otro referente como Jorge Cazulo (Foto: GEC)

Tienes 10 temporadas en Cristal. ¿Cuántos títulos tienes?

Cuatro.

Jugaste en la Selección Peruana, eres un bendecido.

Soy un agradecido al fútbol por haber jugado Eliminatorias. Cuando llegué, me trataron como uno más. Me recibieron de diez. Era más mi prejuicio que el de ellos. Fueron dos días en los que me sentí raro, pero Ricardo me convocó más seguido y todo se dio de manera más natural.

Nunca quise irme del Perú por lo feliz que estaba aquí. Estoy muy agradecido con el país y con su fútbol.

En Cristal llegaste a ser capitán, dos capitanías en dos equipos grandes.

Estoy contento por la responsabilidad. Roberto (Mosquera) me dio la cinta. El primer día que me saludó, me dijo “capitán”. Uno es capitán, pero siempre tiene tres o cuatro jugadores con los que consulta.

En la ‘U’ es igual. Somos varios los capitanes, siempre hay diálogo y apoyo. Lo importante es que no haya egos elevados. Si hay un joven que necesita algo, se acerca, aquí todos opinamos. Aldo (Corzo) no se siente superior a nadie.

Las discusiones son normales, el grupo es espectacular. La semana pasada hubo una discusión porque todos quieren ganar. No debería pasar porque queda mal visto, pero el grupo es sano y nos llevamos bárbaro.

Siempre hay uno que es acelerado…

Sí, y yo le digo a Mati (Benedetto) que ha mejorado en eso. Cuando te enojas, te sales del partido.

En 2023 cerraste el año con un golazo en Matute. ¿Cuéntame cómo fue?

Sabía que venía uno corriendo atrás mío, era Zanelatto. Hice como que iba a dar el pase para apoyarme, pero me la puse adelante. Al comienzo pensé en controlar y pegarle, pero cuando la pelota se acomodó, le pegué. No vi que había agarrado curva, no parecía real. Creo que agarré a contrapié al arquero.

Ese día, en la comida, decíamos: “ganar o morir”. Yo pensaba: “¿Quién será el afortunado que nos dará ese golcito, el tocado de arriba?”. Y ‘Willy’ Riveros me dijo: “Tú siempre lo decías y te tocó”.

Ese año fue duro porque solo alternaba. Cuando anoté contra Huancayo, sentí un cariño enorme de mis compañeros. Me abrazaron, sentí que me querían. Me llené de motivación.

Volante festeja su golazo en Matute en final del 2023 (Foto: GEC)
Volante festeja su golazo en Matute en final del 2023 (Foto: GEC)

Lo vi muchísimas veces. Me puse a ver las reacciones de los hinchas, cómo lo festejaban. Me mandaban un montón de historias. El mismo Fossati me dijo: “Horacio, yo no sabía que era gol hasta que empezaste a correr”. Y es verdad, porque cuando corro, lo veo persignarse.

¿Cómo viviste ese campeonato del Centenario?

Fue un año hermoso porque salió redondo. Apertura y Clausura hasta el último minuto. El año pasado, todos querían tumbarse el Centenario. Se sentía esa presión.

Cuando campeonamos el Apertura, dijimos: “No vamos a ninguna final”. Tal vez no le convenía a los organizadores del campeonato, que siempre buscan una final, pero había que premiar al equipo que hizo mejor las cosas durante todo el año.

Cuando ganamos en 2023, el grupo se tranquilizó, nos sacamos la presión de los diez años sin títulos y pudimos encarar el Centenario con más confianza.

¿Qué se viene para ti en este plantel? ¿Tricampeonato o Copa Libertadores?

Tenemos plantel para ambas competencias. Hoy cualquiera puede ser titular. La presión está en llegar al ‘Tri’, pero también en pasar a la siguiente ronda de la Libertadores, que es una obligación para un equipo peruano.

Horacio Calcaterra festeja tras su regreso a Universitario (Foto: GEC)
Horacio Calcaterra festeja tras su regreso a Universitario (Foto: GEC)

¿En qué año te nacionalizaste?

En 2017. Pude hacerlo antes, pero por todos los problemas de la ‘U’ no pude. Hice mi trámite como inmigrante y Sporting Cristal se encargó de todo. Pasé cuatro fechas sin poder jugar hasta que me inscribieron como peruano.

¿Al año siguiente te convocan a la selección peruana?

Sí, fue a fines de 2018. Jugué amistosos contra Holanda y Alemania. Fue una experiencia linda. Después vinieron las Eliminatorias. Siempre mejoras como jugador, es imposible no aprender. Te hacen jugar más simple, más rápido.

¿Alguna vez pensaste en defender la camiseta de Perú?

Nunca. Aunque en 2011 pasó algo curioso. Sergio Markarián se confundió, pensaba que yo era peruano y dijo que me iba a convocar porque veníamos en buen momento con Unión Comercio. Pero fuera de eso, nunca lo había pensado.

De los referentes, ¿quién te marcó más: Jefferson Farfán o Paolo Guerrero?

A Paolo no lo disfruté mucho porque estaba en un momento complicado y no podía jugar. A Jefferson lo agarré en su última etapa, cuando ya le dolían las rodillas, pero igual era una máquina.

El mismo ‘Cholo’ Cueva es un jugador diferente. Cómo la para, cómo gambetea… Imagínate, yo los vi jugar infiltrados, ¡cómo habrán sido en su mejor momento!

¿En qué posición te gusta jugar más?

Siempre en la mitad de la cancha, como volante central. Ahora que juego de ‘6’, tengo mejor panorama. Pero siempre me gustó ser volante mixto, aunque se corre bastante.

Ahora la estás dejando y fuerte…

Sí, pero viste que a mí también me meten. En su momento me decían que iba fuerte con mala intención. Antes los árbitros me hablaban y me decían: “Anda suave”, o sea, ya iban predispuestos.

No tengo muchas rojas en mi carrera. A veces voy bruto, hasta me lesiono yo mismo. Sin mala intención, pero hay que ir fuerte.

¿Qué pasó con tu hermano ‘Calca’?

Es mi hermano mayor, Franco. Estábamos viajando a Cajabamba y mi familia me dijo que estaba enfermo, que tenía leucemia. Se me vino el mundo abajo.

Pedí permiso para ir a verlo, pero justo me había citado Jorge Fossati a la selección.

Claro, porque vi que saludaste y te fuiste.

Sí, le pedí dos días a Jorge para ir a verlo y me dio permiso. Me quedé más tranquilo al verlo fuerte de la cabeza. Igual me hice el examen para ver si era compatible para el trasplante de médula.

Resulta que sí era compatible, así que lo hicimos después del campeonato en diciembre. Mi hermano peleó con una personalidad y unas ganas tremendas de salir adelante. Ahora está mejorando de a pocos. Esperemos que siga así.

Se llama Franco y ya le dije que tiene que venir a ver un partido con la ‘U’.

Después del fútbol, ¿qué vas a hacer? Un amigo me dijo: “¿Tienes el número de Calcaterra? Porque quiero ‘Carbón’”. ¿Cómo es eso?

Sí, le metimos a un proyecto chico. Justo se dio que un exvecino mío producía y le pusimos nuestra imagen. Ahora nos estamos metiendo en el Monumental. También vamos a abrir una barbería. Se llama Carbón ‘El Calca’.

La idea es quedarnos acá. También soy accionista en una clínica, que es más o menos conocida. Está en Miraflores y Surco. La abrimos en abril del año pasado y nos está yendo bastante bien.

¿Y el curso de técnico?

También lo estoy haciendo, aunque no estoy tan interesado. Pero siempre es bueno tenerlo. Vamos de a pocos, a ver qué nos depara el futuro.

¿Vas a seguir en la ‘U’?

Yo quisiera. Tengo contrato hasta noviembre, pero los dirigentes decidirán hasta cuándo puedo aportarle al equipo.

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