La semana pasada les contaba cómo logré sobrevivir ante la falta de pagos puntuales de mi club Los Caimanes y lo hice vendiendo menús junto con mi amigo Omar Reynoso que, en ese momento, era el preparador de arqueros del club. Les había narrado cada detalle para sobrevivir del mal momento y también de esa manera ayudé a los jugadores más jóvenes del club. Ahora les seguiré dando más luces sobre la segunda parte de la historia.
La continuación viene directamente con ‘Don A’, la chapa de Omar Reynoso, y también cumplir con la promesa de visitar el pueblo de Tongorrape de Roberto Benavides, el amigo que me había salvado la vida con ese dinero que me cayó del cielo. La historia continúa y tiene un desenlace, impensado para mí y seguramente para todos ustedes.
Cuando recién llegué a Los Caimanes, en febrero de 2015, el cuerpo técnico del equipo liderado por mi amigo Claudio Techera, estaba buscando un preparador de arqueros, para terminar de completar su equipo de trabajo. En ese momento se me ocurrió llamar a mi amigo Omar Reynoso, que ya se había retirado del fútbol profesional y que hacía esa labor.
En el momento que lo llamé, él me contó que estaba trabajando en el área de deportes de la Municipalidad de Puente Piedra. Pero cuando le comenté que había una vacante para trabajar con el equipo ‘Lacoste’, sentí en su voz la predisposición para dejar todo y sumarse al proyecto. Pero me preguntó si era una buena decisión. En honor a la verdad, puse mi granito de arena para motivarlo y que acepte la oferta. Obviamente la propuesta económica era abismalmente la diferencia entre lo que iba a percibir en Chiclayo y lo que ganaba en la Municipalidad de Puente Piedra. Al final, dio el sí.
A raíz de los problemas de falta de pagos que estábamos pasando en el equipo, sentí la desazón de su parte por haber aceptado la propuesta. Y sinceramente yo también me sentía responsable. Se estaba quedando en la calle sin un lugar donde vivir, sin dinero, por lo que me lo llevé a vivir a mi departamento para de alguna manera resarcir mi responsabilidad. Aunque pensándolo bien, Omar solo recibiendo dos meses de pagos superaba largamente lo que iba a recibir en un año en Puente Piedra. Pero los amigos estamos para apoyarnos siempre, en distintos momentos de la vida.
El negocio de la venta de menú a los jugadores jóvenes de Los Caimanes nos había funcionado. ‘Don Omar’ es un futbolista y chef de alto nivel y estoy seguro de que si lo llaman del programa El Gran Chef de Latina, lo gana por goleada. Pero volviendo al tema, había que cumplir con la promesa de visitar el pueblo de Tongorrape de mi amigo Roberto Benavides. Pero Omar Reynoso no me quiso acompañar. Ya no quería seguir mis pasos, también andaba atraído por la belleza de la mujer chiclayana. Entonces solo me quedó agarrar mi carro e irme a cumplir con la palabra que había dado.
Sinceramente el recibimiento que me hizo Roberto Benavides fue espectacular. Me encontré con una fiesta patronal con gente alegre que me trató de maravilla. Había comida, ‘refresco’, buena música, la alegría de su gente que me recibió y trató con mucho amor. Mi visita a Tongorrape resultó un éxito total. Mi amigo Roberto Benavides quedó gratamente agradecido por cumplir mi palabra.
Mi retorno de Tongorrape fue triunfal. Mi carro parecía un camión con la cantidad de productos que me habían regalado. Traía de todo, frutas, como mangos, plátanos, palta; también aves de corral como gallinas y carne de chancho. Todo lo compartí con mis amigos del equipo y por supuesto con ‘Don A’.
El tiempo fue pasando y volví a Tongorrape, pero Omar no me acompañaba. Se botaba como agua sucia. Hasta que un buen día, creo que ante tanta insistencia de mi parte, aceptó ir a conocer Tongorrape. Estando en el pueblo quedó impresionado con todo. Confirmó lo maravilloso que era su gente y de lo que tanto le había hablado. Se divirtió mucho, comió muy bien, él es cuchara brava. Así pegamos la vuelta a Chiclayo. Así me habrá acompañado un par de veces más.
El año se terminaba, en lo deportivo se hizo una campaña regular, nos quedamos cerca del ascenso. No pudimos lograr el objetivo, pero el presidente del equipo cumplió, nos pagó los sueldos como correspondían. Uno comienza a preparar la despedida que normalmente te genera nostalgia, por lo menos en mi caso. Embalar las cosas, las maletas, como yo había ido en mi camioneta cargamos todo al carro para emprender el retorno a casa.
En los días previos para emprender el viaje de retorno a Lima lo había notado algo raro a Omar Reynoso. Recuerdo claro que me ayudó a cargar las cosas al carro, pero no vi que subía sus cosas, las tenía lista, pero no las embarcaba. Le digo Omar vámonos y en eso me responde, yo no voy, me quedó acá. Me dejó sorprendido. ¿Cómo que te quedas?, le dije. Vamos, le insistí, pero estuvo firme en su decisión. ¿Estás seguro lo que estás haciendo?, le dije, a lo que me respondió positivamente.
La gente se preguntará, ¿qué había pasado? Resulta que Omar se había enamorado de una señorita de Tongorrape. En ese momento le di la bendición y me vine a Lima. Un tiempo después me llamó para decirme que se casaba y me hizo padrino de su boda. Me contó que al principio el padre de la novia se oponía a la relación, pero le conquistó por intermedio de la cocina. Preparando diferentes platos terminó conquistando a toda la familia. Ahora ya tiene dos hijos y es el engreído de los suegros.
Le fue tan también que le cambié de chapa. Antes le decía ‘Don A’, ahora su chapa es el ‘Rey del ganado’. Es dueño de muchas hectáreas de tierras agrícolas, dueño de ganados y sobre todo vive feliz con su familia en sus dominios. Y pensar que no quería ir a conocer Tongorrape.
Nos leemos el próximo lunes.