¡Ayayay! Extrañaban mis memorias semanales, por eso volví. Sí, todos los viernes salgo en mi programa ‘La fe de Cuto’, pero otra cosa es escribir. Hay otra magia, una que ya me gustó y no quiero dejar. Pero vamos a lo que vinimos. ¡Esta no es apta para soberbios ni para incrédulos! Vamos a reír un poco con un par de anécdotas que me dejó el fútbol.
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En Corea del Sur se considera tabú escribir los nombres con tinta roja. En Filipinas existe una carrera de hombres cargando a sus esposas boca abajo. En China hay novias que lloran por un mes como preparativos de la boda. En Alemania, justo antes de que las parejas se casen, sus familias y amigos cercanos rompen objetos como vajillas, floreros, platos, pero menos vasos. Repasando costumbres raras en el mundo por Internet me acordé de Roberto Merino, el ‘Maradonita de los Andes’.
Lo conocí cuando jugué en Grecia (Veria F.C.) en 2007. Ahí lo enfrenté y como él mismo lo declaró hace poco en Trome, ‘lo agarré a patadas’. Es verdad, lo reconozco. Es que Roberto era figura en ese país, no estoy bromeando, el más rankeadito del Atromitos FC y tenían una hinchada brava. Yo estaba en un equipo chico y tenía que actuar ‘fino’, de lo contrario nos pintaban la cara. Era eso o pagaba caro una derrota por goleada. Desde ahí compartimos tradiciones y costumbres de los griegos.
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A mediados del 2011 nos encontramos en Juan Aurich. Roberto Merino fue presentado y la gente quería conocer cómo era fuera de las canchas. En otras palabras, lo queríamos bautizar. Se hizo una reunión en la casa de un ‘peso pesado’. Como capitán del equipo, me encargué de invitarlo personalmente. Roberto llegó con su ‘ronaldo’ y su ‘jarabe de palo’. Hicimos una parrilla, empezó la conversa y él hablaba mucho de los dioses griegos, la mitología, es muy instruido. Pasaron las horas, tragos van y vienen, el hombre estaba muy feliz de compartir con el grupo. Después de varios ¡salud! Veo que vuela un vaso, luego otro y otro más. La gente se puso saltona.
Todos decían: ¿Qué le pasa a Roberto? Pero ‘Maradonita’ estaba mostrando su alegría y nadie lo entendía. Yo sí, pero estábamos en otro país. Es que en Grecia se tiran los platos y vasos en señal de gozo. Los compañeros se pusieron bravos, le querían pegar, pensaban que se había ‘cruzado’. “¡Pa’ eso chupa, carajo!”, gritaban.
CASI SE LE VAN ENCIMA
Tuve que intervenir y calmar a todos. Limpiamos el piso de los vidrios rotos y la reunión siguió. Una hora después, Merino volvió a reventar más vasos. Mis compañeros estaban hechos unos leones, yo no los podía contener.
Imagínense, estaban ‘Cachete’ Zúñiga, Nelinho Quina, Diego Penny, el ‘Pana’ Tejada y otros, todos estaban fuertes. Agarré del cuello a Roberto para salvarlo de esas fieras, literalmente lo cargué y lo colgué como ropa con sus pies al aire.
Hablé con la gente, les expliqué que todo era porque estaba feliz y esa era una costumbre griega. Creyeron que los estaba floreando. La reunión se acabó y la gente se fue, pero los sentí molestos.
Y en toda ‘reu’ siempre está el que solapa graba todo. Anderson Cueto había filmado lo que hizo Roberto. Al otro día llegamos a entrenar y apenas lo vi, me le acerqué para contarle lo que había pasado. Él no recordaba nada. Le mostré los videos que grabó la ‘Comba’. Se quedó sorprendido.
“‘Cutito’, mi sangre así me decía, qué puedo hacer para arreglar el tema, dime lo que quieras, pero necesito solucionarlo”, me dijo arrepentido. “Pon un almuerzo para todo el grupo”, le aconsejé. Los muchachos aceptaron con la condición de que no se muestre ‘tan alegre’ ja, ja, ja.
Así se bajó la marea. Merino cumplió lo ofrecido, el clima cambió favorablemente para él, pero en verdad se ganó a todos cuando nos demostró sus virtudes en la cancha. Era impresionante su dominio del balón. Le tiraban una manzana, una naranja, una mandarina y la dominaba al mismo estilo de Diego Maradona. No estoy exagerando. Hacíamos un círculo para gozar y disfrutar de ese talento. Se metió en el bolsillo al grupo.
EL ORÁCULO DE ‘MARADONITA’
Zeus, Afrodita, Apolo, Poseidón… Aunque no lo crean, ellos tuvieron algo que ver en el título nacional de Juan Aurich. No les miento. Yo me identifico con películas como ‘Gladiador’ o ‘300’, pero Roberto Merino va más allá.
El inicio accidentado que tuvo con el plantel lo coronó con una gran actuación en la final del 2011. Habíamos perdido en la ida 2-1 con Alianza Lima, en Chiclayo, y el panorama era desolador. ‘Maradonita’ no había jugado ese primer partido.
Yo estaba encaballado, furioso, deseoso de cobrarme mi revancha. Al día siguiente, estaba en mi habitación de la concentración junto a Roberto Guizasola y tocan la puerta. Era Merino. Entró todo serio y me dijo: “‘Mi sangre’ (así me llamaba), he soñado con los dioses griegos y me han dicho que vamos a salir campeones, pero tengo que jugar”, dijo muy seguro.
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Nosotros lo escuchamos muy atentos. En eso, Guizasola dejó la risa que siempre lo caracteriza y le dice: “Se lo tienes que decir al ‘Viejo’” (así le decíamos al técnico colombiano Diego Umaña). No sé si quiso jugarle una broma en mandarlo a hablar con el DT, lo cierto es que Merino escuchó muy atento y le hizo caso.
Fue a la habitación del entrenador para contarle la revelación que le habían dado los dioses griegos. Umaña quedó impresionado. Lejos de regañarlo, castigarlo o mandarlo a rodar, no dudó en hacerle caso al sueño. Y así como el Faraón escuchó el consejo de José, el colombiano Umaña escuchó a ‘Maradonita y lo alineó en la revancha, en Matute.
La fiesta estaba preparada para Alianza, pero Merino jugó un partidazo. Ganamos 1-0 con gol del ‘Cachete’ Zúñiga, forzamos un tercer encuentro y el resto ya es historia conocida.
‘Maradonita’ pasó a ser más consultado que Hayimi o Agatha Lys. No sé si le interpretó un sueño a algún compañero, pero en la celebración del título no dejaron que tome demasiado ni que esté ‘muy feliz’. El hombre se ganó nuestra amistad y respeto para siempre. Desde este córner, un abrazo muy fuerte hasta Italia donde radica Roberto Merino, mi sangre.
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