En la residencial de Valle Hermoso, en Monterrico, el sol parece amanecer antes que en otros distritos. Sus rayos, por estos días, ingresan por las ventanas y despiertan a sus habitantes. En uno de los edificios más altos vive Luiz Alberto Da Silva, la última ‘joya’ del fútbol peruano.
El muchacho, de primera impresión, deja la sensación de ser muy serio y formal. Luego del apretón de manos, descubro que no es muy amigo de estar entre cámaras fotográficas y preguntas de periodistas. Intento una broma para descomprimir el instante y me sale con una afirmación que comprueba lo que pensaba. “No me gusta declarar”.
¿Y eso?
Recién estoy aprendiendo a hablar.
Tienes pinta que en el colegio declamabas poesías.
Solo lo hice con mi familia.
¿O sea ni en exposiciones de los cursos?
No.
Entonces mal en lenguaje, bien en matemáticas.
Allí también mal.
¿Historia?
Más o menos. Sé quiénes son los héroes de la patria. Pon que en Educación Física sí fui bueno.
¿Ya hay las ‘Silva lovers’?
Para nada, pero sí han crecido las seguidoras en el Twitter.
¿Se te agregan chicas al Facebook?
También, a todas las trato con respeto.
¿Te invitan a salir?
A veces.
¿Me parece que tu mamá es celosa?
Recontra. Llevo una amiga a casa y piensa que ya me voy a casar.
¿Te llama alguna que no conoces?
Sí, respondo y listo.
Usas tatuajes a los 19 años. ¿Tuviste que pedir permiso?
No sabes lo que fue. Cuando quise grabarme el primero mi madre me aclaró: ‘Cumple tus 18 y haces lo que quieras’ y tuve que aceptar y esperar.
¿Con los aretes?
Mi papá me puso a prueba: ‘Haz 25 goles en un campeonato’ y bueno, cumplí.
¿Tan brava es tu viejita?
De chibolo me pateaba y gritaba, me daba roche, pero nunca le dije nada.
A propósito, tu padre insinuó que le encantaría que juegues para Brasil.
Fue una broma. Mi sueño es estar en la selección peruana.
Para hacer la producción te pedimos un terno y te costó encontrarlo.
Es que no uso desde la promoción del colegio.
¿Zapatos?
Nunca. Solo zapatillas.
En gorritos sí te veo variado.
Me ha contratado Mario Hart para que luzca su marca.
¿El ropero estará reventando?
Me pongo la marca deportiva que me auspicia. No soy de gastar a cada rato.
Ahora de famoso visitarás restaurantes ‘fichos’.
Me encanta el cebichito de pota de 4 soles que venden a una cuadra de La Florida. Allí me siento con los compañeros. Es más rico.
Si comes allí, quiere decir que eres de barrio.
Yo viví en Brasil desde los 6 hasta los 14 años y, en ese tiempo, estuve en las más grandes favelas de Porto Alegre. Mi papá es de una de ellas y tengo primos allí.
¿Es jodido entrar?
Superdifícil. Si no conoces a nadie, te va mal; pero si tienes familia, pasas normal.
¿Has caminado por sitios picantes de Lima?
Hoy tengo auto, pero desde chico me iba en micro a los entrenamientos de Cristal. Me bajaba en el jirón Pizarro o Tarapacá y me iba a pie al club.
Ustedes hacen sacrificios. Cuéntale a la afición a qué hora te levantas.
Entrenamos a las 9:30 de la mañana, me levanto a las 6 y salgo a las 7 para llegar sin apuros.
¿Y duermes?
A las 10 ya estoy ‘seco’.
Seguro hay ejemplos de puntualidad en el equipo.
Josepmir Ballón. Llega media hora antes y encima se pone a trabajar en el gimnasio.
A propósito de él, ¿por qué no se afeita?
Debe ser alguna promesa o como está mal de acá (se agarra el rostro), así disimula ja, ja.
¿Te pican los pies por salir un sábado?
No. Me encanta concentrar.
¿Jugar PlayStation?
No.
¿Qué te relaja?
Escuchar salsa y bossa nova.
¿Una chela?
No me agrada.
¿Afanas ‘combatientes’ y otras parecidas?
El ‘Bombardero’ me sacó eso y unas cuantas veces más. Y, la verdad, estoy tranquilo.
¿Te dio con todo?
También me aconsejó que debo solo pensar en el fútbol y cuidarme mucho.
¿Estás con pareja?
No hablo de mi vida privada.
Si eres de sangre brasileña, ¿bailas samba?
Sí y no quedo mal.
¿Salsa?
Me defiendo.
Y en el Rímac, ¿un negado para el ritmo? El primero que se me ocurre es Diego Penny.
Sí. En la pista es un buen tipo.
¿Para quién tus respetos?
Yoshimar Yotún y Joazhiño Arroé. Uno hace grandes piruetas y el otro es elegante.
Jugaste una final con solo 18 años, imagino que John Galliquio te ‘trabajó’ al susto.
Fue el único que no. Pero no me quejo.
¿El defensa que te dio más trabajo superarlo?
Mi hermano Luciano, que juega en la reserva del club.
¿Sueñas goles?
Sí. Me pasó antes de enfrentar a Melgar en la final y anoté, pero no salimos campeones.
¿Y con la blanquirroja?
También, convirtiendo el que nos lleve al Mundial, pero no ante Brasil porque mi papá me mata.
¿Cuál es tu deseo para el 2016?
Ser goleador juegue donde juegue.
¿Y para los lectores de Trome?
Que sean muy felices y eso implica salud y trabajo.
De pocas palabras, de gustos singulares, el chico de los mil gritos está bastante lejos del común de la gente. Cuanta razón tenía Kurt Cobain, líder de ‘Nirvana’, al afirmar: “Se ríen de mí porque soy diferente. Yo me río de ellos porque son todos iguales”.
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En la residencial de Valle Hermoso, en Monterrico, el sol parece amanecer antes que en otros distritos. Sus rayos, por estos días, ingresan por las ventanas y despiertan a sus habitantes. En uno de los edificios más altos vive Luiz Alberto Da Silva, la última ‘joya’ del fútbol peruano.
El muchacho, de primera impresión, deja la sensación de ser muy serio y formal. Luego del apretón de manos, descubro que no es muy amigo de estar entre cámaras fotográficas y preguntas de periodistas. Intento una broma para descomprimir el instante y me sale con una afirmación que comprueba lo que pensaba. “No me gusta declarar”.
¿Y eso?
Recién estoy aprendiendo a hablar.
Tienes pinta que en el colegio declamabas poesías.
Solo lo hice con mi familia.
¿O sea ni en exposiciones de los cursos?
No.
Entonces mal en lenguaje, bien en matemáticas.
Allí también mal.
¿Historia?
Más o menos. Sé quiénes son los héroes de la patria. Pon que en Educación Física sí fui bueno.
¿Ya hay las ‘Silva lovers’?
Para nada, pero sí han crecido las seguidoras en el Twitter.
¿Se te agregan chicas al Facebook?
También, a todas las trato con respeto.
¿Te invitan a salir?
A veces.
¿Me parece que tu mamá es celosa?
Recontra. Llevo una amiga a casa y piensa que ya me voy a casar.
¿Te llama alguna que no conoces?
Sí, respondo y listo.
Usas tatuajes a los 19 años. ¿Tuviste que pedir permiso?
No sabes lo que fue. Cuando quise grabarme el primero mi madre me aclaró: ‘Cumple tus 18 y haces lo que quieras’ y tuve que aceptar y esperar.
¿Con los aretes?
Mi papá me puso a prueba: ‘Haz 25 goles en un campeonato’ y bueno, cumplí.
¿Tan brava es tu viejita?
De chibolo me pateaba y gritaba, me daba roche, pero nunca le dije nada.
A propósito, tu padre insinuó que le encantaría que juegues para Brasil.
Fue una broma. Mi sueño es estar en la selección peruana.
Para hacer la producción te pedimos un terno y te costó encontrarlo.
Es que no uso desde la promoción del colegio.
¿Zapatos?
Nunca. Solo zapatillas.
En gorritos sí te veo variado.
Me ha contratado Mario Hart para que luzca su marca.
¿El ropero estará reventando?
Me pongo la marca deportiva que me auspicia. No soy de gastar a cada rato.
Ahora de famoso visitarás restaurantes ‘fichos’.
Me encanta el cebichito de pota de 4 soles que venden a una cuadra de La Florida. Allí me siento con los compañeros. Es más rico.
Si comes allí, quiere decir que eres de barrio.
Yo viví en Brasil desde los 6 hasta los 14 años y, en ese tiempo, estuve en las más grandes favelas de Porto Alegre. Mi papá es de una de ellas y tengo primos allí.
¿Es jodido entrar?
Superdifícil. Si no conoces a nadie, te va mal; pero si tienes familia, pasas normal.
¿Has caminado por sitios picantes de Lima?
Hoy tengo auto, pero desde chico me iba en micro a los entrenamientos de Cristal. Me bajaba en el jirón Pizarro o Tarapacá y me iba a pie al club.
Ustedes hacen sacrificios. Cuéntale a la afición a qué hora te levantas.
Entrenamos a las 9:30 de la mañana, me levanto a las 6 y salgo a las 7 para llegar sin apuros.
¿Y duermes?
A las 10 ya estoy ‘seco’.
Seguro hay ejemplos de puntualidad en el equipo.
Josepmir Ballón. Llega media hora antes y encima se pone a trabajar en el gimnasio.
A propósito de él, ¿por qué no se afeita?
Debe ser alguna promesa o como está mal de acá (se agarra el rostro), así disimula ja, ja.
¿Te pican los pies por salir un sábado?
No. Me encanta concentrar.
¿Jugar PlayStation?
No.
¿Qué te relaja?
Escuchar salsa y bossa nova.
¿Una chela?
No me agrada.
¿Afanas ‘combatientes’ y otras parecidas?
El ‘Bombardero’ me sacó eso y unas cuantas veces más. Y, la verdad, estoy tranquilo.
¿Te dio con todo?
También me aconsejó que debo solo pensar en el fútbol y cuidarme mucho.
¿Estás con pareja?
No hablo de mi vida privada.
Si eres de sangre brasileña, ¿bailas samba?
Sí y no quedo mal.
¿Salsa?
Me defiendo.
Y en el Rímac, ¿un negado para el ritmo? El primero que se me ocurre es Diego Penny.
Sí. En la pista es un buen tipo.
¿Para quién tus respetos?
Yoshimar Yotún y Joazhiño Arroé. Uno hace grandes piruetas y el otro es elegante.
Jugaste una final con solo 18 años, imagino que John Galliquio te ‘trabajó’ al susto.
Fue el único que no. Pero no me quejo.
¿El defensa que te dio más trabajo superarlo?
Mi hermano Luciano, que juega en la reserva del club.
¿Sueñas goles?
Sí. Me pasó antes de enfrentar a Melgar en la final y anoté, pero no salimos campeones.
¿Y con la blanquirroja?
También, convirtiendo el que nos lleve al Mundial, pero no ante Brasil porque mi papá me mata.
¿Cuál es tu deseo para el 2016?
Ser goleador juegue donde juegue.
¿Y para los lectores de Trome?
Que sean muy felices y eso implica salud y trabajo.
De pocas palabras, de gustos singulares, el chico de los mil gritos está bastante lejos del común de la gente. Cuanta razón tenía Kurt Cobain, líder de ‘Nirvana’, al afirmar: “Se ríen de mí porque soy diferente. Yo me río de ellos porque son todos iguales”.
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