Dos jóvenes más perdieron la vida ayer en Venezuela, convulsionada por las protestas multitudinarias que exigen la salida del presidente Nicolás Maduro. Así, crece la indignación del pueblo por la muerte de al menos 39 personas en 40 días de manifestaciones.
Miguel Castillo (27) falleció tras ser baleado cuando los cuerpos de seguridad impedían el paso de manifestantes hacia el Tribunal Supremo de Justicia de Caracas.
Ayer también murió Anderson Dugarte (32), quien el lunes recibió un balazo en la cabeza cuando usaba su motocicleta como taxi, en una manifestación en Mérida.
“Lo digo con el corazón arrugado, nadie debería morir por protestar”, dijo el diputado opositor Miguel Pizarro.
Pese a los cientos de heridos y detenidos en las movilizaciones, ayer miles de opositores tomaron de nuevo las principales avenidas del país.
CONTRAATACAN
Algunos manifestantes, que protestan por la crisis y la escasez de alimentos y medicinas, lanzaban frascos llenos de excrementos -llamados bombas ‘puputov’- a las fuerzas de seguridad, que los golpean y arrojan una lluvia de gases lacrimógenos.
Pese a que autoridades advirtieron lo ilegal del acto de protesta, jóvenes con la cara cubierta y cascos usaban resorteras para arrojar los envases de heces, piedras y bombas molotov.
Los focos de protesta en algunos puntos de Caracas y otras ciudades de Venezuela, como San Cristóbal o Barquisimeto, se mantuvieron hasta entrada la noche.
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