“Muerta. Carbonizados su cabeza, su cuello, sus miembros superiores y el tercio superior de su tórax. Con quemaduras de tercer grado en las caras laterales derechas de su tórax y abdomen. Más quemaduras de tercer grado en el dorso, la planta y el tercio anterior de su pie izquierdo. Y más todavía en el tercio medio distal de su pierna y pie derechos. Además, desgarrada, destrozada su vagina…”.
Así fue asesinada cruelmente Tiffany, una adolescente de 16 años, por Roque Huayhua Contreras, de 25. La menor es uno de los cuatro de casos de feminicidio que Teresina Muñoz-Nájar describe en su libro ‘Morir de Amor: Un reportaje sobre el feminicidio en el Perú’.
A la periodista, con más de 20 años de experiencia, le tomó al menos un año escribir este libro cuando Luis Nilton Sucasaire acabó con la vida de Simona Estelita Quispe, quien trabajaba en la casa de su hermana Aurora en Arequipa. Teresina y Aurora vieron crecer a Simona. Fue una dura lucha. Un lucha que aún continúa.
“Con ‘Morir de Amor’ me di cuenta que despiertas algo en las personas para que tomen conciencia. Recuerdo que los primeros que comentaron el libro en los diarios fueron hombres sublevados, enojados, indignados, y eso me pareció bien interesante. Este libro está escrito con el corazón. Simona fue un tema personal”, indica la autora.
Después del caso de Simona que afectó a tu familia, ¿comenzaste a escribir el libro o ya lo tenías planeado?
No lo tenía planeado. Cuando mataron a Simona fue tan indignante, fue algo tan cercano. Al año, una amiga me alentó a escribir el libro y allí comencé. Poco a poco en el camino se me fue convirtiendo en algo más grande. No soy muy estructurada, pero ya tenía a Simona, pregunté por otros casos y al mismo tiempo iba haciendo entrevistas y preguntando. Cuando tenía todo, me pregunté cómo lo pongo en un libro ahora. Tengo 40 años escribiendo reportajes, así que hice un reportaje más grande para ‘Morir de Amor’.
En el caso de Simona, la Policía estuvo activa y fue muy eficiente, pero fue muy diferente con el caso de Lisbeth-asesinada en 2014 en el Cusco por su pareja Joseph Estrada Moreano-donde la Policía hizo un pésimo trabajo de investigación y seguimiento.
Por eso es imposible decir esto es blanco y esto es negro en los temas de feminicidios. No se puede decir que los jueces y fiscales son malos porque hay de todo, así como hay muy buenos, los hay muy malos. No solo es la justicia, es todo en general: los médicos legistas, la atención, los policías, todo es una cadena larguísima que termina en el juzgado. Hay cosas en el sistema judicial que funcionan muy bien, otras más o menos y finalmente, pésimas.
¿Ha mejorado el sistema judicial con respecto a los feminicidios?
Yo creo que ha mejorado y ha servido toda esta campaña de ‘Ni Una Menos’, hablar en voz alta sobre los abusos contra las mujeres. Los jueces se sienten presionados, ahora tienen que pensar dos veces antes de emitir una sentencia. Por ejemplo, en el caso de Lisbeth, llegaron a encontrar al asesino Joseph Estrada Moreano después de tiempo.
Joseph Estrada Moreano fue capturado gracias al Programa de Recompensas revivido (y masificado) por el gobierno del expresidente Ollanta Humala. El homicida le asestó al menos 30 puñaladas a su pareja Lisbeth Ñaupa. Margarita Mina, madre de la occisa, fue una luchadora incansable para que capturaran al asesino de su hija, según cuenta Muñoz-Nájar en ‘Morir de Amor’.
“La vi sufriendo varias veces en el proceso. Cuando atraparon a Estrada Moreano, me fui al Cusco, la presión hizo que el juez se apurara en la sentencia. Él ya había confesado que había matado a la chica. En el juicio decía que había sido crimen pasional porque la sacó de quicio, se escudó diciendo: ‘me sacó la vuelta, me enfurecí y la maté’. Todavía existe en el Código Penal el homicidio pasional, entonces hay un atenuante, por eso la Ley de Feminicidio quiere que no haya atenuantes. Margarita ha estado casi 9 meses con el corazón en vilo hasta que lo condenaron a más de 25 años. Eso es un triunfo de Margarita”.
¿Crees que se puede prevenir el feminicidio? En ‘Morir de Amor’, Estrada Moreano siempre pide perdón, no se sabe por qué pero allí está el perdón, como que eso te da un indicio que cometería feminicidio contra su pareja.
Sí, se puede prevenir. Pero se debe hacer más campañas para advertir a las mujeres cuando están en peligro, esa posesión del hombre no es amor, o es amor mal entendido, el hombre cree que le perteneces, y eso tampoco es amor. ‘Lo que pasa es que es celoso’, dicen. No, amiga, no es celoso, es peligroso. También hay que hacer un trabajo con los hombres. Hay hombres que sí cambian, pero también hay los que no cambian. Las mujeres tienen que saber que deben denunciar. En el Perú las mujeres siempre hemos estado en riesgo de ser violadas y asesinadas. Un avance del Estado fue poner los Centros de Emergencia Mujer (CEM) en las comisarías. Es un proceso.
¿Por eso son necesarias las ONGs feministas como Flora Tristán o Manuela Ramos?
Sí. Pueden ser muy criticadas, pero yo creo que todo el tema de la violencia contra la mujer o las leyes en el Congreso se ha logrado gracias a estas ONGs.
¿Crees que en algún punto cambiará esta sociedad machista y misógina?
No sé si lo veré, pero espero que tú sí y tus hijos también. Tenemos que librarnos del conservadurismo y fanatismo, no logramos nada con eso. Hay que ser equilibrados, los creyentes, los no creyentes, hay que librar una batalla. Los profesores de los colegios tienen que educar a los niños. A mí me provoca preguntarles a los que marchan en ‘Con mis hijos no te metas’ cuántos padres salen a trabajar a las 5 de la mañana y regresan a las 10 de la noche, esos niños están sueltos en plaza, quién es responsable: el Estado, o sea, el colegio. Tienen que hacer buenos ciudadanos de ellos y ellas. Pero si el profesor te viola, el padre te viola, el abuelo te viola, entonces hay que cambiar, nos ofendemos porque decimos que Perú es un país de violadores, eso no nos debe ofender, nos debe ofender que un hombre viole. Por ejemplo, yo escuché en RPP a ‘Chema’ Salcedo indicar que le ofendía que digan que el Perú es un país de violadores, ¿cuánta gente lo está escuchando? Cuando el mensaje de él debió ser: qué ofensivo que haya hombres que violen a sus niñas de 2 o 3 años. ¿Qué será de esas niñas en el futuro? Y los comunicadores salen chillando por esa frase cuando deberían protestar por lo opuesto. Tenemos que cambiar la mentalidad.
Para cambiar la mentalidad se necesita mínimo 50 años.
Por eso tenemos que comenzar con los niños pequeños. Desde el nido tiene que haber una educación basada en la igualdad: todos somos iguales.
Cuando leía tu libro recordé esas frases machistas: ‘Algo habrá hecho y por eso la mataron’.
Es esta cadena en la relación que dice ‘Yo mando en esta relación y tú obedeces’, eso nos han inculcado desde niños. Todos tenemos que luchar desde nuestras pequeñas trincheras para que poco a poco vaya cambiando la mentalidad. Es un trabajo de hormiga.
Considerando que Lima es la quinta ciudad más peligrosa para mujeres en el mundo.
Uno de los miedos que tengo en Lima es caminar sola en la noche, andar en taxi, en esta ciudad quién sabe. Cuando estuve en un hotel en Cusco ponía una silla en la puerta de la habitación, estaba aterrada que alguien ingresara.
Hay dos puntos clave que me has mencionado: educación y Estado.
Las dos responsabilidades son del Estado: el Estado mismo y el Estado de la educación. El Estado tiene que invertir en políticas contra el feminicidio. Al mismo tiempo que se avanza por un lado, el Congreso retrocede. No sé por qué le tienen pánico a la palabra ‘género’, asociándolo a la comunidad LGBTI. Los congresistas son unos burros. El enfoque de género es absolutamente necesario, es acerca de cómo se trata a una persona de acuerdo a como es él o ella. Si a esta persona la han violado, no puedo tratarla igual a como si le hubieran robado un celular. Tengo que ayudarla. Eso es enfoque de género. No lo entienden, no lo saben. Tanto que sacaron al ministro de Educación, Jaime Saavedra. Después viene la presidenta de la Comisión de la Mujer y Familia del Congreso, Maritza García, a decir que la mujer tiene la culpa por cómo se visten. Ella hasta ahora está segura que lo que mencionó está bien. Estamos totalmente retrasados con respecto a los otros países latinoamericanos en políticas de Estado contra el feminicidio. Todos han avanzado y Perú sigue quedándose abajo. Se avanza un paso, se retroceden tres. Por eso, creo que la lucha es buena, tenemos que seguir marchando, seguir gritando por nuestros derechos, denunciando y tenemos que jalar más hombres a la causa, enseñarle a nuestros hijos, a nuestros amigos, a todos, y si pese a eso, no se puede lograr enseñarles, entonces que se callen la boca, que se traguen sus palabras si no van a ayudar.
Me parecen perfectos los grupos feministas Las Respondonas o el Comando Plath que luchan por una sociedad mucho más avanzada. También pienso que es una lucha individual en nuestro entorno porque existen cosas increíbles en la misma familia.
¿Crees que el Estado es responsable de los feminicidios?
Sí, el Estado es el principal responsable de los feminicidios. En México, le echan la culpa al Estado, las consideran como ‘muertas del Estado’. Los ciudadanos mexicanos culpan a su presidente Enrique Peña Nieto de los feminicidios, él es el único responsable porque el Estado es responsable de nuestra seguridad. Tienen que haber campañas más creativas en los medios de comunicación. Debe haber cosas más agresivas contra el feminicidio. Ahora hablamos de esto, y recordamos casos como el chico que arrastró a su pareja en Miraflores, el tipo que quemó a su pareja en una peluquería en Tarapoto o, recientemente, el hombre que apuñaló a su expareja, una joven embarazada de siete meses. Allí se ha filmado o los vecinos han reclamado al agresor. Pero, ¿y todo lo que no vemos? Lamentablemente, después se baja la guardia, no hay que hacerlo, hay que estar pendientes.
NUEVO LIBRO EN CAMINO SOBRE TRATA DE MENORES EN MINERAS ILEGALES
Teresina me cuenta que ha iniciado un nuevo reportaje al mismo estilo de ‘Morir de Amor’, pero esta vez será acerca de las niñas, adolescentes y mujeres explotadas en las mineras ilegales de la selva.
Justamente, cuando el papa Francisco fue a Puerto Maldonado habló acerca de este tema, sin embargo, ahora que ya no está, todos se olvidaron de la trata de personas en esas zonas.
“Las autoridades nunca más dicen está boca es mía. No nos enfrentamos al problema”, asegura la autora.
Como siempre el Estado brilla por su ausencia.
“El Estado es invisible, hay esfuerzos muy aislados. Justo estuve conversando con Duberlí Rodríguez (presidente del Poder Judicial), quien está impulsando los juzgados ambientales. Quiere castigar a la minería ilegal, allí hay trata y explotación de miles de mujeres para la prostitución, hay hasta niñas. Les engañan ofreciéndoles cuidar niños o como cocineras y la misma pobreza, la falta de oportunidades hace que se vayan hasta allá y se encuentren con otra realidad. No necesitan papeles, y les prometen de todo. Luego las llevan a esos campamentos mineros ilegales donde las esclavizan. Y lo peor de todo es que cuando las matan, las desaparecen, las fondean y nunca más se sabe de ellas. No hay un registro. No hay acceso a salud, están expuestas a las enfermedades de transmisión sexual. Hay ONGs que trabajan, pese a su gran esfuerzo, es algo mínimo”, sentencia.
Y para el reportaje ya empezó. Lo primero que hizo fue meterse como vendedora a uno de los innumerables bares de las mineras ilegales en la selva. Salió horrorizada al ver como niñas y adolescentes, medio desnudas y drogadas, son abusadas a vista y paciencia de desalmados.
“No he ingresado a la pampa. Los campamentos están a tres horas, allí todos están armados y las mujeres, violadas”, culmina la periodista.
Ella ya empezó la lucha contra el feminicidio desde su trinchera, es hora que nosotros también lo hagamos.
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