Quién  no se ha pasado de "bullicioso" en pleno acto amatorio. En el sexo, es decir. Al tener relaciones sexuales, valga la sobreprecisión. Es parte del despliegue de los cuerpos, el de ella y el de él, y de los sentidos en ese momento tan intenso (como debe serlo siempre). Pero a veces hay problemas en el "gritón", digamos. Y es un problema exógeno, no depende de ti ni de tu pareja, sino de los vecinos: ustedes gritan mucho y arman un concierto sin necesidad de micrófono. Ellos son testigos sonoros de lo bien que la están pasando y se quejan. Se incomodan ante el sexo ajeno.

Esto fue lo que pasó en un edificio de Buenos Aires, la capital de . Una pareja expresaba el placer de tener sexo a punta de gritos y palabras de grueso calibre, en clave de bramidos y gemidos. Los vecinos ya no sabían que hacer, podían soportar cualquier tipo de ruidos.  Al fin y al cabo vivían en un edificio y el ruido de los departamentos aledaños son algo que se deben tolerar si son accidentales, no tan furibundos y no constantes. ¿Y qué hicieron? Sigamos.

Ojo, ya hubo , pero sigamos con este. Los vecinos escribieron una carta y la pegaron en la puerta del edificio. Todos los habitantes de la construcción del barrio de Balvanera se enteraron. "No necesitamos saber tantos detalles de su vida sexual con sus gritos y pedidos", rezaba el mensaje, recordando que, si bien son una comunidad de vecinos, no era necesario conocer detalles tan íntimos de la pareja formada por los "estimados vecinos del 6F".



La carta estuvo cargada de ironía, también. "Al menos intenten con algún lubricante de los que hay en el mercado hoy en día, de modo que la cosa sea más llevadera y puedan tener intimidad plena con menos sufrimiento y más calma", continuaba.

La firma del mensaje está llena de sinceridad: "Atte. Sus vecinos, que vienen escuchándolo todo desde hace un tiempo... ¡Pero ya tienen los huevos llenos!". ¿La carta pública habrá logrado su objetivo? Seguiremos informando; por ahora, te dejo la carta completa:

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